Susan Buttery, una entusiasta jardinera de Reino Unido, pensó que había sufrido una simple picadura, pero el desenlace fue mucho más grave

Los hechos ocurrieron en 2013, pero ahora, por primera vez, contó su caso públicamente.

Un día, mientras estaba en sus labores de jardinería, a Buttery, de 68 años, le picó un insecto en la cabeza. "Sentí un bulto en la parte posterior de mi cabeza, pero realmente no le presté atención", recuerda Buttery.

"Pensé, 'oh, me picó un insecto y ya se me pasará'".

Llegó a pensar que se trataba de una alergia, pero su salud comenzó a deteriorarse y tuvo que ser internada en el hospital.

Cuestión de vida o muerte

La picadura del insecto le causó fascitis necrosante, una infección que carcome los tejidos de la piel.

Buttery recuerda que mientras estuvo en el hospital le practicaron cerca de 60 operaciones, para retirarle la piel muerta infectada por la bacteria.

Luego comenzó a padecer gangrena.

Tras ocho meses internada y tres semanas en un coma inducido, los médicos le dijeron que necesitaban amputar las zonas afectadas.

Primero le dijeron que tenían que amputarle los dedos de los pies, luego le dijeron que había que amputarle los pies. Finalmente, los médicos le dijeron que tratarían de salvar "la mayor parte de la pierna".

"Tenía que convencerme a mí misma, repitiéndome: 'Bueno, si no lo hacen, moriré'".

Una lucha cuesta arriba

A Buttery finalmente le amputaron las dos piernas desde las rodillas. También le amputaron la punta de sus dedos de ambas manos.

"Me dijeron que no sabían si podría volver a caminar", recuerda.

"Fue abrumador pensar que no volvería a ser la misma persona de antes".

Hoy Buttery ha logrado una buena recuperación.  Utiliza piernas prostéticas y va al gimnasio dos veces a la semana.

Dice que ha sido una "lucha cuesta arriba", pero aún ama su jardín y la jardinería.

Qué es la fascitis necrosante

La fascitis necrosante es una infección bacterial, rara pero grave, que afecta al tejido bajo la piel y los músculos y órganos a su alrededor.

A veces se le llama "la enfermedad come carne", aunque en realidad la bacteria que la causa no "come" carne, sino que libera toxinas que dañan los tejidos, según explica el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés).

Esta bacteria puede ingresar al cuerpo humano a través de cortes, picaduras de insectos, heridas causadas por drogas inyectables y heridas de cirugía. En algunos casos, de manera muy poco frecuente, se puede transmitir de persona a persona.

Los síntomas de la enfermedad pueden desarrollarse muy rápido, en cuestión de horas o días.

Al principio puede causar dolor o comezón en la zona afectada, y puede aumentar hasta causar fiebre, hinchazón, vómito y diarrea, manchas y ampollas llenas de líquido, mareos, debilidad y confusión.

El NHS advierte que la fascitis necrosante se debe tratar como una emergencia y acudir cuanto antes al médico.

Los tratamientos pueden incluir cirugías para retirar los tejidos afectados, antibióticos y tratamientos complementarios para controlar la función de los órganos.

No existe una vacuna contra la fascitis necrosante, pero el NHS recomienda mantener las heridas limpias y secas, y lavarse las manos regularmente con agua y jabón. 

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