Puedes ir a ver bailar a Catherine Wreford a uno de sus espectáculos y no darte cuenta de que algo anda mal.

Ella es una bailarina profesional canadiense con numerosos reconocimientos, pero solo cuando miras el programa del espectáculo descubres que tiene un tumor maligno en el cerebro.

"Siempre lo pongo en mi biografía porque quiero que la gente sepa que estoy en el escenario y sigo bailando, aún teniendo una enfermedad invisible", le dice a la BBC.

"Y quiero que la gente sepa que la enfermedad invisible que tengo me matará en algún momento, pero no ahora. Todavía puedo bailar, y porque todavía puedo bailar, eso es lo que estoy haciendo".

Cuando a Wreford, de 39 años, le diagnosticaron por primera vez un astrocitoma anaplásico (un tumor cerebral maligno), le dijeron que le quedaban entre 2 y 6 años de vida.

Eso fue hace 6 años.

Y a pesar de que 2019 es el año en que su tiempo debería terminarse, ella se está preparando para aparecer en una nueva producción de "Romeo y Julieta" en Winnipeg, su ciudad natal en Canadá.

"Estamos orgullosos"

El Royal Winnipeg Ballet (RWB) invitó a Wreford y a su amigo Craig Ramsay a volver a los escenarios dos décadas después de que la pareja se entrenara en dicha escuela de ballet.

Juntos interpretarán a los padres de Julieta Capuleto desde el 13 de febrero.

"Los ensayos han ido muy bien, todos son muy amables", cuenta Wreford.

Tara Birtwhistle, directora artística asociada de RWB, dice que está "encantada" de que Wreford y Ramsay regresen.

"Estamos orgullosos de todo lo que han logrado y tenerlos aquí, actuando con la compañía, ensayando en los estudios donde aprendieron su oficio, es emocionante, incluso más en el contexto de la historia de Catherine", asegura a la BBC.

El regreso a los escenarios

A pesar de entrenarse como bailarina y protagonizar espectáculos de Broadway, Wreford había renunciado a su carrera en la industria del entretenimiento hace más de una década.

"Pasé de ensayar a actuar en Broadway y nunca me tomé un descanso", explica. "Estaba haciendo un espectáculo mientras ensayaba para otro y mi cuerpo estaba cansado, tenía muchas lesiones".

"Así que pensé en tomarme un poco de tiempo libre y eso se convirtió en muchos años de descanso. Terminé dirigiendo una compañía hipotecaria y luego me convertí en enfermera".

Pero justo cuando estaba enfocada en graduarse y dar a luz a su segundo hijo, la tragedia golpeó su vida.

"Me gradué de la escuela de enfermería el 10 de mayo de 2013, tuve a mi hija Quinn el 18 de mayo y me diagnosticaron cáncer cerebral el 24 de junio".

Después de asumir su diagnóstico, Wreford decidió que quería pasar sus últimos años haciendo lo que realmente ama: "Estar en el escenario y bailar".

El tumor como inspiración

La determinación de continuar actuando es común entre los artistas que sufren de tales condiciones.

El cantante británico John Newman, de 28 años, tuvo que tomarse un descanso cuando le diagnosticaron por primera vez un tumor cerebral benigno en 2012, que luego regresó en 2016.

Pero mantuvo sus ambiciones: continuó escribiendo música y aseguró que su objetivo era actuar en el estadio Wembley, en Reino Unido, este año.

"Tengo esta cosa en mi cabeza. Es parte de mi cuerpo pero tengo otras cosas en las que necesito concentrarme", dijo al diario británico The Sun.

De igual modo, el cantante británico de ópera Russell Watson dijo que usó al tumor como inspiración y que está listo para embarcarse en una gira de 22 noches a finales de este año.

"Tan pronto como me dijeron que era fisiológicamente improbable volver a actuar como antes, pensé: 'Te lo mostraré'", dijo en diciembre.

"Todo lo que necesito es que alguien me diga que no puedo hacer algo. Me siento muy afortunado cada vez que subo al escenario".

Fallas en la memoria

Para Wreford, la parte de su cerebro más afectada se relaciona con la memoria a corto plazo y el habla.

"Bailar es mucho más fácil para mí que aprender líneas y canciones", dice.

"Estoy orgullosa de mí misma si puedo pasar por una audición sin olvidar las líneas. Pero la coreografía se me queda en la cabeza, esa es una parte diferente de mi cerebro".

Wreford le avisa a los directores y productores de su condición con anticipación, quienes coordinan todo de acuerdo a sus necesidades.

"Cuando desempeño un papel más importante, las personas que me contratan conocen la situación y me envían todo por adelantado para que pueda cantar y ensayar las líneas tres veces al día, y así logro mover el contenido de mi memoria a corto plazo a mi memoria a largo plazo", explica.

"A veces Craig dice: '¿Recuerdas esto que aprendimos ayer?'. ¡Y yo no recuerdo nada!".

Al conversar sobre cómo su diagnóstico afectó su actitud frente a la vida, Wreford asegura: "Mi perspectiva ha cambiado completamente".

"Creo que estoy mejor ahora que cuando me diagnosticaron, en términos de mi actitud respecto a apreciar mi vida, los amigos y la familia. No darlos por sentado y simplemente ser amable y amar a todos a mi alrededor".

Wreford y sus dos hijos, Elliot de 8 años y Quinn de 5 años, hablan abiertamente sobre su condición, lo que a veces puede resultar en situaciones donde el humor se hace presente.

"Elliot una vez vino conmigo al oncólogo, tenía 7 años en ese momento. Y le dije: '¿Quieres hacer alguna pregunta?'".

Entre risas, Wreford remata: "Entonces, le preguntó al oncólogo: '¿Cuánto dinero ganas?'".


Síntomas de un tumor cerebral maligno

  • Dolores de cabeza (suelen ser peores en la mañana y al toser o esforzarse).
  • Convulsiones.
  • Sentirse regularmente descompuesto o vomitar.
  • Pérdida de memoria o cambios en la personalidad.
  • Debilidad, problemas de visión o del habla que tienden a empeorar.

La seriedad de un tumor cerebral maligno depende de dónde se encuentra en el cerebro, su tamaño y el tipo.

A veces se puede curar si se detecta de forma temprana, pero un tumor cerebral suele reaparecer y a veces no es posible extirparlo.

Fuente: Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS).

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