Alexandra Lovo López tenía poco más de 4 meses cuando, el 19 de marzo, en pleno auge de la pandemia de covid-19, debió ser hospitalizada en Nueva York.

La ciudad era entonces uno de los epicentros de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.

Poco tiempo después de nacer, la bebé había sido diagnosticada con cardiomiopatía dilatada, un debilitamiento del músculo cardíaco que reduce su capacidad de bombear sangre.

Luego de intentar sin éxito tratar el problema con medicamentos, los médicos constataron que la niña necesitaría un trasplante de corazón para sobrevivir.

Alexandra fue entonces transferida al hospital infantil Kravis, parte de la red del hospital Monte Sinaí en Nueva York.

"En algunos niños, la cardiomiopatía dilatada es leve y puede ser tratada con medicamentos. Pero hay casos más extremos como el de Alexandra", dijo a BBC News Brasil la directora médica de trasplantes cardíacos pediátricos del hospital, Lauren Glass.

"Creemos que sin un trasplante ella no habría vivido mucho", afirmo la médica.

En los meses siguientes, la niña pasó por una larga espera hasta conseguir un donante compatible y finalmente recibir el nuevo corazón.

Obstáculos adicionales

Glass destacó que realizar una cirugía de esta magnitud en una bebé ya es complejo en tiempos normales.

Pero Alexandra, su familia y el equipo médico debieron superar varios obstáculos adicionales debido a la pandemia.

"No podíamos esperar", le dijo a BBC News Brasil la madre de la niña, Victoria López, de 23 años, sobre el diagnóstico de su única hija.

"Cuando dijeron que su corazoncito estaba muy grande y delicado y precisaba un trasplante, eso me dolió mucho", recordó la madre.

Alexandra estaba muy enferma cuando llegó al hospital, según Glass.

"Ella tenía dificultad para respirar y baja presión sanguínea. Tenía un tubo de respiración y necesitaba muchos medicamentos para permanecer sedada. No podía estar despierta porque eso sería simplemente demasiada presión par su cuerpo", afirmó la médica.

Al mismo tiempo, el equipo médico de Monte Sinaí estaba sobrecargado por la pandemia. Muchos pediatras habían sido transferidos en forma temporaria a tratar adultos con covid-19.

Una semana después de llegar al hospital, Alexandra fue sometida a una cirugía apara implantar un dispositivo de asistencia ventricular llamado "Berlin heart" o "corazón de Berlín", que ofrece apoyo mecánico al corazón, sustituyendo algunas funciones del órgano y ayudándolo a bombear sangre.

El dispositivo ayudó a mantener a Alexandra con vida mientras los médicos buscaban un donante compatible.

Pero la operación, según los médicos, dejó a la niña "extremadamente vulnerable" a infecciones, por lo que el equipo multidisciplinar responsable de su tratamiento en la unidad de cuidados intensivos tuvo que redoblar la vigilancia, en momentos en que Nueva York registraba miles de nuevos casos diarios de covid-19.

Sangre incompatible

Incluso antes del coronavirus, encontrar un donante compatible para un trasplante de corazón en un bebé como Alexandra solía llevar varios meses o hasta un año, según Glass.

La médica explicó que varios aspectos debían ser tomados en cuenta, como el tamaño del órgano, que no puede ser ni mucho mayor ni mucho menor que el del receptor.

El 9 de julio, cuatro meses después de que Alexandra llegara al hospital infantil Kravis, el equipo médico halló un corazón para la niña. Pero había un problema: el donante tenía un tipo de sangre incompatible.

Para permitir que Alexandra pudiera recibir el trasplante sin alto riesgo de rechazo, la niña debió recibir antes varias transfusiones sanguíneas.

"Inmediatamente antes del trasplante, debimos extraer su sangre y sustituirla por una sangre diferente, lo que nos permitió retirar algunos de los anticuerpos que normalmente podrían atacar un corazón que viene de una persona con un tipo sanguíneo diferente", señaló la médica.

Glass destacó que el banco de sangre del hospital tuvo que trabajar sin parar con el fin de garantizar el éxito de la operación.

Los médicos debieron realizar además varios tests al nuevo corazón para garantizar que el donante no estaba infectado con covid-19.

Luego de constatar que el órgano era seguro, el equipo de expertos finalmente pudo realizar el trasplante.

Recuperación en casa

La cirugía fue considerada un éxito. Los médicos aseguran que Alexandra se está recuperando bien y que no hay ningún indicio de rechazo del nuevo corazón.

"Quedamos muy satisfechos. Su nuevo corazón comenzó a funcionar bien inmediatamente", señaló el director quirúrgico de trasplantes cardíacos pediátricos, Raghav Murthy, quien lideró junto a Glass el equipo a cargo del tratamiento.

Ahora, pocos días antes de cumplir 10 meses de edad y después de pasar la mitad de su vida en el hospital, la niña se fue a su casa para estar al lado de su madre, de su padre, Santos Lovos, y del resto de la familia, en el barrio de Queens, en Nueva York.

La niña aún debe ser monitoreada y requerirá diferentes terapias. Como era muy pequeña cuando fue internada y pasó la mayor parte de su vida en cama y sedada, Alexandra no tuvo el tiempo necesario para desarrollar las mismas habilidades que otros bebés de su edad.

"Ella aún no puede caminar y aún no puede comer por la boca", contó la madre.

Pero los médicos y la familia esperan que la niña supere pronto esos desafíos y recupere el tiempo perdido.

Vida normal

Al igual que otros trasplantados, Alexandra deberá tomar medicamentos el resto de su vida para evitar que su organismo rechace el nuevo corazón. Pero Glass afirmó que luego de un año, el número de medicamentos disminuye.

"Ella tiene una apariencia óptima. Sonríe, juega, interactúa", observó la médica. "El objetivo es que tenga una vida normal, con algunas visitas al médico de vez en cuando".

Durante su larga estadía en el hospital, la bebé conquistó a médicos y enfermeros.

"Estaban muy apegados a Alexandra, la trataron con mucho cariño", recordó la madre.

Glass relató que, en medio de todo el sufrimiento que el coronavirus causó en Nueva York, la presencia de Alexandra representó un punto positivo para los médicos y enfermeros que convivieron con ella.

"Alexandra es una niña muy fuerte", señaló la médica. "Y después de todo lo que enfrentó, en medio de la locura de la pandemia, es una alegría estar cerca de ella".

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