Hace 60 años, Francis Crick, uno de los científicos británicos más brillantes, dio una clase en Londres en la que predijo con exactitud el funcionamiento de los genes. Sus ideas dieron lugar a la revolución genética que estamos viviendo hoy día.
Se ha dicho que, en aquella lección, Francis Crick "alteró permanentemente la lógica de la biología".
Cuatro años antes, en 1953, él y el joven estadounidense Jim Watson habían descubierto la estructura de doble hélice del ADN, usando información recopilada por Rosalind Franklin.
A los 41 años todavía le quedaban cinco para ganar el Premio Nobel por su trabajo, pero ya tenía la reputación de ser un pensador profundo y poderoso.
En septiembre de 1957 dictó una conferencia para la Sociedad Experimental de Biología sobre la "síntesis de proteínas" en el University College de Londres.
Allí, Crick habló sobre cómo los genes hacen lo que hacen. En ese entonces, el tema era todavía oscuro. Muchos científicos ni siquiera estaban convencidos de que los genes estaban hechos de ADN.
Crick hizo cuatro predicciones sobre los genes y sus vínculos con las proteínas que componen nuestro cuerpo. Cada una de ellas resultó acertada.
Código
Crick comenzó con lo más importante que hacen los genes: el control de la producción de proteínas.
El problema que exploró es que el ADN de un gen es un simple código químico, una secuencia de algo llamado bases (A, C, T, G).
El científico tenía que explicar cómo la célula podía pasar de esta secuencia unidimensional de bases en el ADN a un estructura tridimensional de proteínas compleja.
Otro elemento desconcertante era que las proteínas podían doblarse en casi cualquier forma.
La respuesta de Crick fue simple: el orden de las bases en el gen -lo que él llamó "información genética"- se correspondía con el orden de los aminoácidos que que componían cada proteína.
Dentro del gen no había codificada ninguna información estructural sobre la proteína, aseguraba Crick. A esto lo llamó la hipótesis de secuencia.
De alguna manera, la célula "leía" la información en el gen y ensamblaba los aminoácidos juntos como si fuesen cuentas en una cuerda.
La proteína resultante se doblaba a sí misma -espontáneamente- en una estructura en 3D.
Todavía no podemos predecir con facilidad la estructura de una proteína a partir del orden de sus aminoácidos, pero la hipótesis secuencia de Crick se mantiene.
Dogma central
Para explicar cómo exactamente las células ensamblan las proteínas, Crick predijo que debía haber algunas moléculas pequeñas -a las que llamó adaptadores- que podrían reconocer cada uno de los 20 aminoácidos diferentes en el cuerpo, y las podía llevar a donde podían convertirse en una proteína en el orden correcto.
Cuando Crick dio esta clase en Londres, esta molécula estaba siendo identificada en un laboratorio estadounidense. Ahora se llama ARN de transferencia.
Es el mensajero biológico que lee y traduce el código genético en la fábrica de proteínas de la célula.
La parte más controvertida e influyente de la clase, sin embargo, fue lo que se llamó el dogma central.
Crick explicó que a medida que se sintetizan las proteínas, información de la molécula de ADN pasa a la molécula de ARN, y luego se usa para fabricar una proteína.
Antes de la clase, Crick dibujó un pequeño diagrama para explicar lo que quería decir. La flecha muestra lo que el científico llamó el flujo de información que va de la proteína de ADN a la de ARN.
El ADN y el ARN también pueden copiarse a sí mismos, por eso hay flechas que van de ADN a ADN y otras que van de ARN a ARN.
Como la información experimental aún no era clara, Crick aceptaba que podría ser posible que el ADN pudiese conducir directamente a la producción de proteínas (por eso puso una flecha en esa parte del diagrama, aunque eso no es correcto).
El punto más importante es que, como señaló Crick, una vez que la información se fue del ADN a la proteína, ya no puede regresar al ADN. No existe una ruta bioquímica para que una proteína cambie tu secuencia de ADN.
Crick pensó que podía ser posible que la información fuera del ARN al ADN, y esto acabó más tarde siendo el caso, cuando se descubrió que algunos virus del ARN pueden entrar al ADN. Pero la ruta de la proteína hacia el ADN es imposible.
Epigenética
Este dogma central enfatiza que nuestra secuencia de ADN no puede ser cambiada por nuestras proteínas o por cómo estas cambian por la experiencia.
En los últimos 60 años se demostró que esto es cierto.
A pesar de la excitación acerca de la llamada epigenética, que explica cómo los genes pueden activarse y desactivarse por el medio ambiente, esto nunca lleva a un cambio en la secuencia del ADN.
El dogma de Crick es absolutamente cierto.
Más tarde, el científico admitió que, cuando acuñó esa frase, no sabía qué era un dogma. Lo que quería decir era que había una regla básica para explicar cómo funcionaban los genes.
Independientemente del nombre, ese principio todavía guía la ciencia de hoy.
Evolución
La última predicción brillante de Crick fue sugerir que, en el futuro, los biólogos utilizarían la información sobre las secuencias para entender la evolución, comparando las secuencias de distintas especies.
En 1957, se conocían las secuencias de proteínas de sólo cinco especies, mientras que la secuenciación de ADN era ciencia ficción y no se desarrolló hasta 20 años después.
Pero eso fue exactamente lo que ocurrió, y ahora podemos entender con un detalle sin precedentes cómo evolucionaron distintos organismos comparando sus secuencias tal y como proponía Crick.
La conferencia de Crick, publicada al año siguiente, continúa siendo material de lectura de científicos de todo el mundo.
Es un monumento al pensamiento profundo y claro de una de las mentes más brillantes del siglo XX. En sus predicciones clave Francis Crick estaba en lo cierto y, de hecho, éstas cambiaron la lógica de la biología.