Corremos el riesgo de quedar "ciegos".
Los científicos advierten que habrá una brecha de algunos años en nuestra capacidad para medir el espesor del hielo en la parte superior e inferior del planeta.
De hecho, es casi seguro que los dos únicos satélites dedicados a observar los polos mueran antes de que se puedan remplazar.
Y esto puede dejarnos sin la posibilidad de contemplar los importantes cambios en el Ártico y la Antártica a medida que el clima global se calienta.
Los investigadores han planteado sus preocupaciones ante la Agencia Espacial Europea y la Comisión Europea.
Esta semana se envió una carta en la que se detalla el problema y las posibles soluciones a los principales funcionarios de ambas entidades y, aunque no se ha abordado el tema formalmente, la NASA también está al tanto de la inquietud de los científicos.
El problema fundamental es la longevidad de las misiones europeas CryoSat-2 y American IceSat-2.
Estas naves llevan instrumentos llamados altímetros que miden la forma y elevación de las superficies de hielo.
Han sido fundamentales en el registro de la pérdida de volumen de hielo marino y la disminución de la masa de los glaciares en los últimos años.
Lo particular de ambos satélites son sus órbitas alrededor de la Tierra.
Su trayecto les permite ver todas las regiones árticas y antárticas, salvo un pequeño círculo de unos 430 km de diámetro en los polos mismos.
Por el contrario, la mayoría de los demás satélites pierden una gran franja del Océano Ártico central y sus témpanos de hielo.
La preocupación es que CryoSat-2 e IceSat-2 pueden ser dados de baja mucho antes de que se lancen satélites que mantengan el seguimiento de los polos.
Los dos satélites
CryoSat-2 ya superó el límite de vida útil con el que fue diseñado.
Se puso en el espacio en 2010 con la expectativa de que funcionaría durante al menos tres años y medio.
Los ingenieros creen que pueden mantenerlo en funcionamiento hasta 2024, pero la degradación de la batería y una fuga de combustible sugieren que no sobrevivirá mucho más tiempo.
IceSat-2 se lanzó en 2018 con una vida útil de diseño de tres años y combustible hasta 2025.
Su altímetro también utiliza tecnología de rayos láser, una tecnología compleja de mantener en el espacio.
"Sin una mitigación exitosa, habrá una brecha de entre dos y cinco años en la capacidad altimétrica de nuestros satélites polares", dice la carta de los científicos.
"Esta brecha introducirá una ruptura decisiva en los registros a largo plazo del cambio de espesor de la capa de hielo y del hielo marino y la oceanografía polar y esto, a su vez, degradará nuestra capacidad para evaluar y mejorar las proyecciones del modelo climático", señalan.
El único reemplazo proyectado es conocido como Cristal.
Se estima que será como Cryosat, aunque con mucha mayor capacidad gracias a un altímetro radar de doble frecuencia.
La industria ya trabaja en la nave espacial, pero no se lanzará hasta 2027 o 2028, tal vez incluso más tarde porque aún no se dispone de la financiación completa.
Josef Aschbacher, director de observación de la Tierra de la Agencia Espacial Europea, afirma que la entidad trabaja lo más rápido posible para cerrar la brecha.
"Esto es una preocupación, lo reconocemos", dijo a la BBC.
"Hemos puesto en marcha planes para construir Cristal lo más rápido posible. A pesar de la covid-19, a pesar de las grandes cargas de trabajo y las videoconferencias", indicó.
La preocupación
Poco más del 10% de los casi 600 firmantes de la carta son científicos estadounidenses.
Thomas Zurbuchen, director de ciencia de la NASA, no recibió la carta debido a que está dirigida principalmente a financiadores europeos, y la mayoría de los signatarios son de aquel continente.
No obstante, el oficial estadounidense sabe de la misiva y su contenido.
Zurbuchen afirmó que tenía la esperanza de que cualquier brecha polar pudiera taparse o minimizarse.
"Creo que hay múltiples opciones en este momento que podemos implementar con ese fin, en alianza o de cualquier otra manera", comentó.
Una de estas soluciones sería ejecutar una versión del proyecto IceBridge de la NASA.
Se trata de una plataforma aérea que la agencia estadounidense operó en los ocho años transcurridos entre el final de la primera misión IceSat en 2010 y el lanzamiento de IceSat-2 en 2018.
Un avión voló un altímetro láser sobre el Ártico y la Antártica para recopilar algunos conjuntos de datos limitados que eventualmente podrían usarse para enlazar las dos misiones IceSat.
Pero hay muchos que piensan que el proyecto europeo "CryoBridge" es la opción más asequible y a corto plazo para mitigar los años vacíos que se anticipan entre la jubilación de CryoSat-2 y el lanzamiento de Cristal.
La fabricación del altímetro de radar aerotransportado podría demorar dos años y costar más de US$6 millones.
Por lo tanto, un proyecto de este tipo tendría que ponerse en marcha relativamente pronto.
Entre los firmantes de la carta enviada a las entidades europeas se encuentran científicos destacados que utilizan datos de CryoSat e IceSat, el presidente de la Sociedad Internacional de Glaciología y los autores principales del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas.