En hebreo significa "rededicación", pero es sobre todo el nombre de una de las celebraciones más importantes del judaísmo.

En español se dice Janucá, pero la festividad -de ocho días de duración- es más conocida por su grafía en inglés, Hanukkah.

Se celebra todos los años a partir del 25 de Kislev, el tercer mes del calendario (lunar) hebreo, que en el calendario Gregoriano se corresponde con finales de noviembre o inicios de diciembre.

Eso hizo que en 2013, por ejemplo, Janucá coincidiera con la fiesta estadounidense de Acción de Gracias y el año pasado coincidió con Navidad.

Pero en este 2020, las luces que caracterizan Janucá se encenderán por primera vez en la noche de este 10 de diciembre, para recordar un "milagro" que, según la tradición judía, ocurrió en Jerusalén hace unos 2.200 años.

Para ese entonces los habitantes de Judea estaban bajo la ocupación del Imperio seléucida, surgido de las conquistas de Alejando Magno.

Pero en 165 a.C., la exitosa rebelión de los macabeos les devolvió la independencia y permitió la purificación del Segundo Templo de Jerusalén, que había sido profanado por los ocupantes.

Durante el proceso de rededicación del templo, la lámpara que lo iluminaba se mantuvo encendida durante ocho días, cuando en realidad solo tenía aceite para uno.

Y en honor a esto, durante Janucá las velas de un candelabro especial de nueve brazos se encienden progresivamente, una nueva cada noche hasta completar ocho (el noveno brazo es para la vela piloto).

Regalos, rezos y comida

La llamada menorá de Janucá, o januquía, no es sin embargo el único objeto típico de la celebración, en la que también se acostumbran intercambiar regalos.

Algunas familias acostumbran hacerles un pequeño regalo a los niños -que son los grandes protagonistas de la celebración- todas las noches; otros les regalan monedas de chocolate o algo de dinero: Janucá geld.

Y también son habituales los juegos, con el dreidel -una peonza o trompo inscrito con cuatro letras del alfabeto hebreo que forman el acrónimo de "un gran milagro ocurrió allí"- como protagonista.

La milagrosa duración del aceite, por su parte, también se recuerda en la gran cantidad de frituras que se consumen durante la celebración.

Entre estas se destacan los latkes, unos pastelitos fritos de papa y cebolla, pero también los buñuelos y las donas conocidas como sufganiyot.

Y, como en muchas celebraciones similares de otras culturas, tampoco faltan los rezos y cánticos.

De hecho, por sus tradiciones y ubicación en el calendario, Janucá es a menudo comparada con la Navidad cristiana, mientras que en India hay quien la describe como "el Diwali judío", en referencia al festival de las luces hindú.

Y todas estas celebraciones tienen en común su cercanía con el solsticio del invierno boreal, el momento en que las noches finalmente empiezan a hacerse más cortas.

Por lo pronto, este año, numerosos rabinos han destacado la importancia -todavía mayor en el contexto de la pandemia- de celebrar la victoria de la luz sobre la oscuridad.

Aunque como ocurre también con las fiestas propias otras religiones, Janucá también tendrá que adaptarse a las restricciones y celebrarse en grupos más reducidos o de manera virtual.


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