Cuando era estudiante de secundaria, en Hungría en los años 50, George Berzsenyi seguía la revista Kömal, que publicaba problemas matemáticos para que los alumnos los resolvieran y enviaran sus soluciones de vuelta.

"Recuerdo que había estudiantes que resolvían los problemas de manera más elegante que yo y eso me empujaba a tratar de ser cada vez mejor", dice Berzsenyi a BBC Mundo en una conversación telefónica.

En 1956, a causa de su vinculación con la revolución en Hungría contra la Unión Soviética, Berzsenyi tuvo que emigrar a EE.UU., donde terminó sus estudios.

Años después, cuando ya trabajaba como profesor de matemáticas en la Universidad Lamar, de Texas, EE.UU., decidió crear un sistema inspirado en el de la revista Kömal de su natal Hungría, para captar talentos matemáticos y promover el gusto por por la solución de problemas.

Berzsenyi aprovechaba los numerosos concursos de matemáticas que había en EE.UU. para detectar a los alumnos más capaces.

"En estas competencias o en las que yo organizaba, veía a un gran número de estudiantes que destacaban de una forma u otra. Alumnos jóvenes que vencían a otros mayores que ellos, entonces empezaba a trabajar con ellos", cuenta Berzsenyi.

Uno de sus descubrimientos fue Vamsi Mootha.

Una carta

Cuando era estudiante de secundaria, a fines de los años 80, Mootha ganó un concurso en una feria de ciencias por supuestamente ser la primera persona del mundo en resolver un determinado problema matemático.

Pero pronto descubrió que en realidad su solución no era tan novedosa, según le cuenta el actual médico de la Universidad de Harvard y del Hospital General de Massachusetts, EE.UU. a Joe Palca, de la cadena National Public Radio (NPR) de EE.UU.

Alguien le envió una carta en la que lo felicitaba por la respuesta que había encontrado, aunque le aclaraba que el problema ya tenía solución desde hacía cientos de años.

El autor del mensaje le decía a Mootha que siendo él un estudiante de secundaria no tenía por qué saber que no había descubierto nada.

Pero el fin principal del remitente, que era Berzseny, no era desanimarlo, sino ofrecerle su "tutoría".

Tutorías

A lo largo de los años, Mootha y otros "varios miles de estudiantes" aceptaron las tutorías de Berzsenyi, que funcionaban en su mayoría por medio de cartas.

Berzsenyi les enviaba cuatro rondas de cinco problemas al año para que los resolvieran y le enviaran sus soluciones de vuelta.

Los alumnos debían responder de manera puntual y enviar sus desarrollos completos, no solo la respuesta final.

Luego recibían los comentarios o correcciones de Berzsenyi.

Los que acumulaban más puntos durante el año, recibían premios como participar en programas intensivos de matemáticas, de dos o tres semanas, en el Rose Hulman Institute of Technology, otro de los lugares donde trabajó Berzsenyi.

Otros estudiantes ganaban libros, y otros veían cómo sus respuestas eran reenviadas al resto de participantes como ejemplo.

Muchos de los alumnos de Berzsenyi, que ofreció tutorías hasta 2006, se convirtieron en matemáticos, médicos, físicos, economistas y científicos exitosos.

A algunos los conoció en persona, a otros solo por carta o por teléfono.

Según dice a BBC Mundo, Berzsenyi reunía entre 300 y 400 estudiantes cada año.

"A veces me sentía culpable de dedicar más tiempo a los hijos de otros que a los míos", lamenta el profesor. "Pero siempre trataba de compensar mis ausencias".

Conexión

Cuando ya era investigador en Harvard, alrededor de 2006, Mootha estaba tratando de resolver un problema matemático con su colega Joel Hirschhorn y salió el tema de la carta que había recibido en la secundaria.

Hirschhorn le dijo que él también había recibido una carta de Berzsenyi y que había aceptado su tutoría, cuenta Mootha a NPR.

Casualidades como esta siguieron repitiéndose para Mootha, que siguió encontrando más alumnos del húngaro.

Otra estudiante que Berzsenyi recuerda es Yvonne Lai, que se especializó en matemáticas en el Massachusetts Institute of Technology, luego obtuvo un doctorado en este campo y ahora es profesora en la Universidad de Nebraska-Lincoln, EE.UU.

"(Berzsenyi) fundó un campamento de verano y y una competencia de matemática (Búsqueda de Talentos Matemáticos de EE.UU.) que cambiaron mi vida", contó Lai a BBC Mundo. "En el campamento conocí a otros estudiantes que, como yo, tenían un interés profundo en las matemáticas y se sentían increíblemente aislados en sus lugares de origen".

"Me animaron a que pudiera hacer matemáticas sin correr el riesgo del aislamiento social", añadió.

Estos y otros estudiantes nominaron a Berzseny al premio Lifetime Achievements (Logros de vida) de la Asociación Matemática de EE.UU. (MAA).

El profesor recibió el galardón en marzo de 2016, "por sus servicios distinguidos a la comunidad internacional de matemáticas".

Una parte importante de sus tutorías era que trataba "como iguales" a los aprendices.

"El hecho de que ellos fueran estudiantes y yo profesor no me ponía por encima de ellos", dice a Berzsenyi BBC Mundo. "Creo que muchos de ellos eran más brillantes de lo que yo alguna vez fui, más rápidos, y lo mínimo que podía hacer era tratarlos como iguales".

Además siempre fue consciente de que "los mejores estudiantes son extremadamente sensibles y pueden ser heridos fácilmente".

"Realmente debes alimentarlos", opina Berzsenyi, "de lo contrario acabarán desmotivados y sin hacer nada".

"Es muy fácil perderlos".

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