"El que no me hayan concedido el Premio Nobel es una prueba de la sabiduría escandinava. El que me hayan dado el Premio Balzan es una prueba de la generosidad italiana".
Eso aseguró con su peculiar y característico sentido del humor Jorge Luis Borges, quien nunca obtuvo el premio Nobel de Literatura, cuando en 1980 fue galardonado con el Premio Balzan.
Los Balzan, fuera del mundo académico y científicos, son todavía unos grandes desconocidos. Aunque no tan veteranos como los Nobel (se conceden todos los años desde 1962, mientras que los Nobel se entregan desde 1901), gozan de un prestigio similar y de una dotación económica también muy jugosa.
Cada año, conceden 750.000 francos suizos (unos US$760.000) a cada uno de los premiados en las cuatro categorías que lo componen, frente a los 9 millones de coronas (poco más de US$1 millón) que este año recibirán los seis galardonados con el Nobel.
Con una particularidad: los Balzan exigen a sus galardonados que destinen la mitad del premio a proyectos de investigación, conducidos preferiblemente por jóvenes.
De hecho, desde 2001 hasta 2016, los Balzan han servido para financiar con más de 28 millones de francos suizos (unos US$29 millones) un total de 63 proyectos de investigación que abarcan todas las disciplinas científicas y humanísticas, realizados por jóvenes de 20 países distintos y en los que han participado alrededor de 500 investigadores.
La antesala
Pero, sobre todo, los Balzan se consideran una especie de antesala de los Nobel.
Varios de los galardonados con el Balzan recibieron después el premio de la Academia sueca. Es el caso por ejemplo del zoólogo austriaco Karl von Frisch, quien 11 años después de ser reconocido con un Balzan, en 1973 obtuvo el Nobel por sus estudios sobre las abejas.
O la Madre Teresa de Calcuta, ganadora en 1978 del Premio Balzan y del Nobel de la Paz un año después. O de Bruce Beutler y Jules Hoffmann, galardonados en 2011 con el Nobel de Medicina y quienes ya en 2007 obtuvieron el Balzan por sus investigaciones sobre los mecanismos genéticos del sistema inmunológico.
Y ahí está también el japonés Shinya Yamanaka, vencedor en 2012 del Premio Nobel de Medicina y quien en 2010 ya se había llevado a casa un Balzan por sus trabajos en el campo de las células madre embrionarias.
Los Premios Nobel fueron creados por el químico, ingeniero, inventor y fabricante de armas sueco Alfred Nobel, quien al morir en 1896 dejó estipulado en su testamento que su fortuna se invirtiera en valores mobiliarios y seguros y que los intereses que produjera se dividieran en cinco partes iguales a repartir entre cinco figuras destacadas por sus trabajos en cinco campos (física, química, fisiología o medicina, literatura y paz) a las que se unió en 1968 una nueva categoría: la de economía.
¿Quién está detrás de los Premios Balzan?
Tras estos galardones se encuentra un italiano con una vida de novela, un hombre que creó un imperio de la nada: Eugenio Balzan.
Balzan nació en 1874 en Badia Polesine (una localidad de la provincia de Rovigo, en el noreste de Italia), en el seno de una familia terrateniente que de la noche a la mañana se vio en la ruina a causa de unas fuertes inundaciones que se registraron en 1882 y que hicieron que el río Adigio rompiera sus diques y se desbordara.
Desde muy joven tomó la senda del periodismo y comenzó a escribir para el "Arena", un periódico de la localidad de Verona, como corresponsal local.
Con 23 años se trasladó a Milán y allí fue contratado por el Corriere della Sera, uno de los principales diarios italianos. Comenzó desde abajo, como corrector, pero no tardó mucho en subir en el escalafón y convertirse en redactor.
En 1901, con 27 años, ya firmaba su primera portada en el Corriere: era un reportaje sobre las lamentables condiciones de los italianos que emigraban a Canadá.
La llegada de Mussolini
Los hermanos Luigi y Alberto Albertini llevan entonces las riendas del Corriere della Sera, en calidad de directores y copropietarios. Y enseguida se percataron de la brillantez y sus dotes como organizador. Le fueron dando cada vez más responsabilidades a ese jovencito, que a los 28 años se había convertido ya en el poderoso director administrativo del periódico y, posteriormente, en copropietario al adquirir una pequeña cuota del rotativo.
Fue uno de los principales responsables del fabuloso aumento de ventas que registró el Corriere en aquella época, que pasó de 75.000 ejemplares en 1900 a 600.000 en 1920.
Pero, en estas, llegó Benito Mussolini y en 1923 Italia se convirtió en un Estado fascista. Y Eugenio Balzan se convirtió en un personaje profundamente incómodo. Los fascistas, y en particular Roberto Farinacci (uno de los principales asesores de Mussolini) le señalaban como un traidor, le acusaban de ser contrario al Duce. También los hermanos Albertini, que se habían convertido en abiertos opositores al régimen de Mussolini, comenzaron a tener problemas.
La presión de la dictadura fascista sobre el Corriere era cada vez más fuerte, hasta el punto de que en noviembre de 1925 Luigi y Alberto, puestos contra la espada y la pared, decidieron renunciar a dirigir el periódico y vendieron su participación.
Balzan aguantó algunos años más, pero en 1933 también tiró la toalla ante el acoso que sufría por parte del régimen y, después dejó el diario. Y no solo eso: abandonó Italia, autoexiliándose en Suiza, donde a lo largo de los años había acumulado una pequeña fortuna. Vivió allí, a caballo entre Zúrich y Lugano, hasta 1950, cuando regresó a Italia, aunque ya nunca volvió a vivir allí de manera estable. De hecho, murió en 1953 en Lugano.
Un homenaje
Tras la muerte de Balzan e inspirándose en sus ideas su hija, Angelan Lina Balzan, decidió destinar el enorme patrimonio que había heredado de su padre a crear unos premios en su honor.
Se constituye así una fundación que, desde 1956, trabaja para promover en el mundo la cultura, las ciencias e iniciativas humanitarias y que es la que, siguiendo las recomendaciones de un comité compuesto por personalidades del mundo académico y científico, concede los premios Balzan.
"En estos 50 años la Fundazione Balzan, con más de 200 premiados, ha sabido dar a su obra de mecenazgo su propia personalidad, reconocible a nivel internacional. Su prestigio se deriva del valor de sus premiados y de su capacidad de dar vida, a través de su ejemplo, a un círculo virtuoso de estímulo a la investigación y la elaboración de conceptos y de experiencias capaces de estimular al mundo de la cultura, las ciencias y las más meritorias iniciativas humanitarias", señala Salvatore Veca, presidente del Comité General de Premios de la Fundación Balzan.
Este año, los galardonados con el Balzan han sido los alemanes Aleida y Jan Assman por sus estudios sobre la memoria colectiva, la india Bina Agarwal por sus estudios de género, los estadounidenses James P.Allison y Robert D. Schreiber por sus investigaciones sobre los resultados inmunológicos en la terapia contra el cáncer y el belga Michaël Gillon por sus estudios sobre el sistema planetario solar. La entrega de los premios (que un año se realiza en Roma y otro en Berna) se realiza este viernes en la capital suiza.