El misterio sobre la presencia del gas metano en Marte se complica.
Este gas, que en la Tierra lo producen en gran parte los seres vivos, fue detectado previamente en el planeta rojo por observación remota. También lo detectó en la superficie el robot Curiosity de la NASA.
Pero la búsqueda más específica llevada a cabo jamás en el planeta, realizada por un satélite europeo-ruso, fracasó.
Y eso a pesar de que este satélite en órbita, llamado Trace Gas Orbiter (TGO), es capaz de detectar metano a niveles increíblemente bajos.
Aunque la concentración de metano (cuya fórmula química es CH4) fuese de solo unas decenas de moléculas por cada billón de moléculas de aire marciano, el TGO debería poder identificar su presencia. Si es que hay.
El hecho de que el satélite no lo detectase al explorar la atmósfera, entre abril y agosto de 2018, plantea algunas preguntas complicadas y algunas posibilidades fascinantes.
Inevitablemente, algunos argumentarán que las detecciones anteriores de metano eran erróneas, pero Oleg Korablev, del Instituto de Investigación Espacial de la Academia de Ciencias de Rusia, en Moscú, no es uno de ellos.
"Preferimos no criticar los resultados de los demás. Solo podemos defender la precisión de los nuestros", dijo el científico sobre el TGO a la BBC.
Y añadió: "Nosotros solo presentamos los datos y dejamos que los teóricos intenten explicar lo que está pasando".
En 2013, las muestras que recopiló el robot Curiosity en el cráter Gale contenían picos de metano en el aire de algunas partes por billón.
Otro satélite en órbita, la nave espacial europea Mars Express, confirmó ampliamente estos datos en observaciones concurrentes.
Así, si se acepta que realmente había metano en 2013 y que actualmente el TGO es el estándar de excelencia en Marte, parece que a los científicos les toca identificar un proceso hasta ahora no conocido que pueda eliminar rápidamente el CH4 de la atmósfera en un corto espacio de tiempo.
Esta es la hipótesis de trabajo, afirma Manish Patel, otro científico del TGO de la Open University del Reino Unido.
"Si consideramos las mediciones previas, y teniendo en cuenta que confiamos en nuestros propios resultados, significa que está sucediendo algo en la atmósfera entre esos dos puntos en el tiempo, y es algo que no predecimos", explica Patel.
"Esperamos que el metano permanezca en la atmósfera de Marte durante cientos de años. La luz solar lo destruye, pero en escalas de tiempo relativamente largas en términos de observación humana. Lo que fuese que estuvo allí antes debería estar allí hoy todavía, aunque fuese a un nivel diluido", añade.
Es como si nos enfrentásemos a un doble acertijo.
Se había estado debatiendo de dónde podría surgir el metano en Marte, con la tentadora perspectiva de que la fuente pudiesen ser los microbios productores de CH4. Ahora habrá que debatir a dónde va el metano, por dónde se escapa.
Una de las respuestas podría ser una especie de interacción química, pero Håkan Svedhem, el científico del proyecto TGO de la Agencia Espacial Europea, dice que no se debería perder la esperanza de que haya vida en el planeta rojo si finalmente se determina que no hay metano.
"Nos obsesionamos un poco con el metano porque sabemos que en la Tierra más del 95% de este gas proviene de fuentes biológicas. Pero hay abundantes formas de vida que no producen metano", explicó Svedhem a la BBC.
El Trace Gas Orbiter llegó a Marte en octubre de 2016, pero necesitó un año para alcanzar su órbita, a una altitud de 400 km.
En abril de 2018, comenzó su análisis de la atmósfera utilizando los espectrómetros NOMAD y ACS.
Estos aparatos miden los constituyentes del aire de Marte mirando a través de la atmósfera hacia el Sol, ya que las diferentes moléculas absorben la luz de manera característica.
La precisión de este método de ocultación solar permite al TGO establecer un límite superior para el metano de solo 12 partes por billón. En otras palabras, si hay metano, tiene que tener una concentración más baja que esta.
El equipo de la misión informó de sus observaciones en la reunión de la Unión Europea de Geociencias en Viena.
Otros resultados que presentaron incluyen una precisa descripción del aumento de agua en la atmósfera durante la reciente tormenta global de polvo en el planeta y un nuevo mapa del agua de debajo de la superficie.
Este mapa tiene una resolución mayor que cualquier estudio anterior y, aparte del permafrost de las regiones polares, obviamente rico en agua, detecta algunas regiones "húmedas" previamente desconocidas en el ecuador.
Estos datos podrían ser importantes para los futuros robots que busquen evidencia de la vida microbiana actual en la superficie de Marte y para los astronautas que necesiten recursos hídricos locales.