Cuando dos botánicos realizaban una caminata por un bosque en Nueva Zelanda se detuvieron de repente ante algo extraordinario.
Un tocón de árbol, la parte del tronco que queda en el suelo después de que el árbol haya sido talado, tenía señales de vida.
"Siendo un ecólogo de plantas, si veo una de ellas con vida aunque no tenga hojas enseguida me llama la atención. ¿De dónde obtiene sus carbohidratos?", relató a BBC Mundo uno de los botánicos, Sebastian Leuzinger, de la Universidad Tecnológica de Auckland, en Nueva Zelanda.
"Muy pocas plantas pueden sobrevivir si no tienen hojas verdes para la fotosíntesis, así que ese tocón de árbol que claramente mostraba tejidos vivos nos desconcertó cuando caminábamos en un bosque".
Leuzinger y el otro científico que lo acompañaba, el también botánico Martin Bader, decidieron estudiar ese tronco misterioso.
Y descubrieron algo sorprendente que describen en un nuevo estudio: el tocón se mantiene vivo gracias a otros árboles de su misma especie, con los que comparte agua en una increíble sincronía.
El majestuoso kauri
El tocón hallado por los botánicos es de una especie icónica y endémica (que no existe naturalmente en otro sitio) de Nueva Zelanda, el kauri (Agathis australis).
El más célebre de los kauris sea tal vez el famoso árbol conocido como Tane Mahuta, un término que designa en la mitología maorí al dios de los bosques y las aves.
Tane Mahuta es el kauri más alto conocido. Tiene una altura de 51,2 metros y una circunferencia cercana a 14 metros. Nadie sabe su edad, pero se cree que el árbol nació hace entre 1.250 y 2.500 años.
Nadie sabe tampoco cómo era el kauri que fue derribado y dejó el extraño tocón estudiado por Leuzinger y Bader.
La sincronía del agua
El tocón y los kauris a su alrededor están sincronizados hidráulicamente, según descubrieron los botánicos.
Y el flujo del agua varía. Si la savia de los vecinos fluye más rápido, la del tocón fluye más lento.
Pero si el flujo de los vecinos se reduce, por ejemplo durante la noche, la savia del tocón se acelera.
Los científicos creen que los árboles deben estar conectados a través de sus raíces, que llegan a fusionarse, según se ha documentado en muchas especies.
Se sabe que los árboles están conectados de forma subterránea y tienen relaciones simbióticas o de mutuo beneficio con hongos llamados micorrizas (término que significa "hongo de raíces").
Esos hongos en simbiosis con las raíces aportan nutrientes a los árboles y obtienen a cambio azúcares de ellos. Los hongos conectan a los árboles en vastas redes, un fenómeno conocido popularmente como Wood wide web o "el internet de los árboles".
"Ya sabíamos que hay un intercambio de carbono y nutrientes entre los árboles, fundamentalmente a través de las micorrizas", explicó Leuzinger.
"Pero la verdadera novedad del estudio es el descubrimiento del intercambio de agua".
El misterio del agua
"De nuestras mediciones del flujo de agua en el tejido del tocón y en los árboles vecinos pudimos concluir que los tejidos que conducen agua deben estar fusionados bajo la superficie", explicó Leuzinger a BBC Mundo.
Para tener una prueba directa de eso habría que excavar y llegar a las raíces.
La gran pregunta es cómo el tocón logra que fluya agua en su interior.
El agua en los árboles sube cuando el líquido se evapora de las hojas y más agua es extraída desde las raíces. Se trata de un fenómeno conocido como transpiración.
El caso del tocón "es un verdadero misterio", según Leuzinger.
"Ya que aquí no puede tener lugar ese mecanismo de transpiración porque no hay hojas".
¿Cuáles son las ventajas?
Leuzinger y Bader tienen muchas preguntas que querrían responder.
¿Cómo se determina cuánto contribuye cada árbol individual y cuánto obtiene de la comunidad? ¿Cuán comunes son estos tocones vivos? ¿Cómo se fusionan las raíces? ¿Qué significa esto en términos ecológicos para el funcionamiento del bosque y la mortalidad en caso de sequía?
Otro gran interrogante es por qué mantienen los árboles enteros vivo a su vecino moribundo. ¿Cuáles son las ventajas desde el punto de vista evolutivo?
Los botánicos describen varias explicaciones posibles en su estudio publicado en la revista Science.
"Una posibilidad es que los árboles enteros tienen de esa forma acceso a un sistema de raíces más grande, lo que reduce el riesgo de derribos en casos de fuertes vientos", señaló Leuzinger.
"Otra razón puede ser que al ocuparse más espacio a nivel de las raíces se previene el establecimiento de otras especies".
"O tal vez sea difícil para los árboles identificar cuál de ellos en la red ya no está proveyendo carbono".
Superorganismos
Leuzinger señaló en declaraciones a medios estadounideses que "probablemente sabemos más sobre la superficie de la Luna que sobre cómo funciona un árbol internamente".
Es probable que las conexiones entre los árboles ya existan antes de que uno de ellos se convierta en un tocón, afirmó el botánico.
"Y debemos asumir que la mayoría de los árboles, al menos de esta especie, 'se dan la mano' bajo tierra".
"Es poco probable que un árbol moribundo, sin hojas para la fotosíntesis, le toque la puerta a su vecino para decirle '¿me puedes dar un poco de carbono y agua? Estoy muriendo'"
Leutzinger cree por ello que probablemente los árboles enteros no detectaron que el tocón sin hojas ya no contribuye a la red subterránea.
El estudio plantea preguntas profundas sobre qué es en realidad un bosque.
Si otras especies operan con redes similares y mantienen vivos a tocones como el del kauri, "eso significa que no debemos ver a un bosque como un conjunto de árboles individuales", afirmó Leuzinger a BBC Mundo.
"Más bien, los bosques deberían ser vistos como superorganismos".