Las personas con sobrepeso se enfrentan a un montón de dificultades en muchas facetas de su vida: desde tener menos probabilidades de que les ofrezcan un trabajo hasta ser prejuzgadas como holgazanes o débiles de voluntad.

En las tiendas, por ejemplo, los vendedores tienden a mirarles menos a los ojos o a sonreírles con menor frecuencia.

Un experimento clandestino de compras ahora acaba de mostrar que los prejuicios se extienden incluso hasta la forma de los productos que le recomiendan a los consumidores: a aquellos clientes con mayor peso se les sugiere adquirir productos más redondos.

Cuando una actriz con un índice de masa corporal (IMC) que se encuentra dentro del rango saludable fue a comprar relojes o perfumes, los vendedores le ofrecieron una variedad de productos.

Dos investigadores encubiertos siguieron a la actriz sin el conocimiento de las vendedoras, para registrar cuán angular o redondos eran los productos que les ofrecían.

Luego, la actriz se colocó unas prótesis corporales creadas por profesionales para hacerla lucir obesa. Vistiendo la misma ropa que antes pero de una talla mayor regresó a las tiendas, seguida de nuevo por los investigadores.

En total hubo 37 encuentros con vendedores.

En cada uno de ellos recibió hasta tres recomendaciones sobre la compra de relojes o perfumes. Tras analizar los resultados, los investigadores descubrieron que cuando la actriz usaba las prótesis le recomendaban adquirir tanto relojes como frascos de perfume más redondeados.

"Creemos que estos sutiles prejuicios que llevaron a estos resultados se basan en algo más que en un combinación de formas hecha de forma superficial", dice Beth Vallen, investigador de la Universidad de Villanova, en Estados Unidos, y autor del estudio.

Más allá de las ventas

Experimentos en internet realizados con personas que no trabajaban como vendedores confirmaron la existencia de este tipo de sesgo detectado por Vallen y su equipo de investigación.

A los participantes en este segundo estudio les mostraron fotografías de clientes potenciales y se les pidió que recomendaran productos para ellos, escogiendo entre pares de imágenes que eran redondas o de forma angulada.

"Queríamos demostrar que este es un prejuicio que se refleja en los pensamientos y en los procesos de toma de decisión de todas las personas, no solamente de los vendedores", dijo Vallen.

Y así fue: encontraron el mismo efecto de intentar emparejar productos más redondos con personas con un mayor índice de masa corporal.

Los resultados además se repitieron con distintos tipos de productos: desde relojes hasta espejos, pasando por lámparas y velas. Y eso se produjo independientemente de que el cliente imaginario fuera hombre o mujer.

Formas amigables

Los investigadores creen que el sesgo va más allá de la necesidad de combinar a la gente que tiene un particular tipo de cuerpo con un determinado tipo de producto. En lugar de eso, creen que lo que está en juego son los estereotipos asociados con el producto y con las personas.

Un estereotipo concreto, por ejemplo, es que las personas con sobrepeso son más amigables. Las formas redondeadas también son vistas como más amigables.

Los investigadores también intentaron determinar si este estereotipo fue el que llevó a la recomendación de los productos, diseñando otros experimentos en los cuales los actores se comportaban de una forma amigable o poco amigable.

Y, de hecho, hallaron que a los actores les recomendaban productos más redondeados cuando sonreían que cuando tenían una expresión facial más severa. Este último efecto se producía incluso si ellos estaban o no usando la prótesis corporal.

"No encontramos ninguna evidencia de que la gente con sobrepeso prefiera productos redondeados o que la gente de peso normal prefiera productos angulados", señala Vallen.

Como resultado, este sesgo puede significar que la gente termine recibiendo de forma sistemática recomendaciones sobre productos que no les gustan o que no se les recomienden nunca cosas que les gustarían.

Vallen advierte que es posible que prejuicios similares puedan existir en otras áreas más allá del tema del peso corporal.

"Puedes mirar al género, a la discriminación racial, a las personas con cara de niño. Creo que hay muchas características físicas en las que podrías indagar para ver si existe este tipo de tendencia en otros contextos", apunta.

¿Y cómo se puede salir de este problema? Vallen sugiere darle entrenamiento a los vendedores para que vayan más allá de las apariencias para que así puedan descubrir lo que a la gente realmente le gusta en lugar de actuar guiados por prejuicios basados en factores irrelevantes como el tamaño corporal.

Obviamente, este descubrimiento se encuentra entre las implicaciones más inofensivas de los prejuicios sobre el peso corporal.

Tener una lámpara ligeramente más redonda o más puntiaguda de lo que quizá habrías querido probablemente no le causará problemas a nadie. Pero es un reflejo de cuánto los prejuicios sobre tu tamaño corporal permean las experiencias en tu vida cotidiana.

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