"Nuestro esposo también es maestro", me dijo mi compañera de trabajo mientras tomaba ruidosamente su sopa. Estaba sentada al lado de otra colega que hacía lo mismo.

¿La había oído mal? ¿Estaban estas mujeres casadas con la misma persona?

"Está hablando de su marido", aclaró la segunda. "En Corea, solemos decir 'nuestro' o 'nosotros' en lugar de 'mi' o 'yo'".

Las tres estábamos conociéndonos en el pequeño comedor del personal de mi nuevo trabajo, la Escuela Intermedia de Niñas Mae-hyang.

Desafío lingüista

Fue mi primera semana en Suwon, Corea del Sur, trabajando como profesora de inglés.

Acababa de salir de la universidad en el estado estadounidense de Wisconsin, era mi primer contrato de trabajo internacional y estaba emocionada.

No lo sabía en ese momento, pero Corea del Sur sería mi hogar durante los próximos cuatro años.

A lo largo de esos años, este curioso término "nuestro" o "nosotros" (en coreano, uri) surgió una y otra vez.

De todas las palabras que me explicaron, fue la que me causó mayor impresión y la que me dejó la huella más profunda y duradera.

Porque, como demostró ser, uri no es un mero término de gramática, es un canon cultural. Captura la esencia misma de una nación.

"Los coreanos usan uri cuando algo es compartido por un grupo o comunidad, o cuando muchos miembros de un grupo o comunidad poseen las mismas cosas o similares", me explicó en una entrevista Beom Lee, profesor de lengua coreana en la Universidad de Columbia.

"(Está) basado en nuestra cultura colectivista", dijo.

Valores comunales

Los valores comunales de Corea del Sur están ligados a su tamaño compacto, su población étnicamente homogénea y su ardiente nacionalismo.

Aquí, una casa, incluso una que pagas, no es tuya; es nuestra. Del mismo modo, mi compañía es nuestra compañía, mi escuela es nuestra escuela y mi familia es nuestra familia.

Solo porque puedas poseer o pertenecer a algo individualmente no significa que los demás no tengan una experiencia similar de propiedad o de pertenencia. Decir 'mi' es casi egocéntrico.

"Los coreanos siempre usan uri nara (nuestro país) en lugar de nae nara (mi país). 'Nae nara' suena raro. Parece que son dueños del país ", explicó Lee. "Nae anae (mi esposa) parece que él es la única persona que tiene esposa en Corea".

El colectivismo cultural del país es, sobre todo, un testimonio de su larga historia de confucianismo.

Mientras que Corea del Sur ha superado la jerarquía clasista de su dinastía, mantiene su ética confuciana que dicta que las personas deben acercarse a los contextos sociales (desde pedir comida y bebida a amigos hasta viajar en transporte público con extraños) con el grupo en mente.

En redes grupales, el "nosotros" es el yo coreano colectivo, según el profesor de estudios culturales Hee-an Choi de la Universidad de Boston, y es indispensable para el "yo".

"No existe un límite claro entre la palabra 'yo' y la palabra 'nosotros'", escribe Choi en su libro "Un yo poscolonial".

"Al igual que el uso de las palabras 'nosotros' y 'yo' son a menudo intercambiables, también lo es la identidad del 'nosotros' con la identidad del 'yo'. Los significados de 'nosotros' y 'yo' son negociables no solo en el uso coloquial coreano sino también en la conciencia y la inconsciencia de las mentes coreanas".

No mucho después de unirme a Mae-hyang como su única maestra nativa de lengua inglesa, también me convertí en su única alumna no nativa de lengua coreana.

Mis instructores, un grupo risueño de adolescentes con uniformes de cuadros rojos, se encontraban conmigo en mi salón de clases después de la escuela, con cuadernos, tarjetas didácticas y diccionarios en mano y sonrisas extendidas sobre sus rostros. "¡Eres un estudiante, como nosotros!", Decían. "¡Sí, lo soy!" Sonreía.

No fueron solo mis alumnas quienes deseaban ser mis maestros.

También fueron mis compañeros de trabajo, jefes, vecinos, propietarios e incluso ocasionalmente taxistas, dependientes o cantineros.

Todos aprovecharon la oportunidad para enseñarme una o dos cosas sobre esta lengua que alguna vez me perteneció, pero que de repente dejó de hacerlo cuando fui adoptada cuando era niña y llevada a Estados Unidos de Corea del Sur. "Usted es coreana", me decían, "así que es importante que hable el idioma que hablan los coreanos".

Ser coreano significaba saber coreano. Entenderme a mí misma era darle sentido al país. Tales nociones eran entonces borrosas para mí, pero eventualmente llegarían a ser una sola y la misma, al menos basadas en las actitudes tradicionales de la unión coreana.

Hangeul

En Corea la época de 1400 fue la edad de oro de su dinastía Joseon, que reinó durante cinco siglos y que cuenta el alfabeto coreano entre sus numerosos legados científicos y culturales. Antes de eso, el reino, carente de un alfabeto propio, tomaba prestados caracteres chinos para escribir en coreano.

Pero el sistema clásico chino era demasiado difícil para ser democrático, su naturaleza logográfica no se adecuaba a la compleja gramática coreana. Al ver que grandes sectores de la sociedad no podían expresarse adecuadamente, el rey Sejong encargó la invención del alfabeto Hangeul en 1443.

Hangeul, una de las pocas escrituras del mundo que fue diseñada deliberadamente, que no evolucionó orgánicamente, estaba destinada a ser fácil para todos.

Hoy en Corea del Sur, la escritura Hangeul es celebrada con un feriado nacional cada 9 de octubre. (En Corea del Norte, la celebración es el 15 de enero).

El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, conmemoró el Día Hangeul 2017 en una publicación en Facebook. "Lo mejor de Hangeul es que es para la gente y piensa en las personas", escribió. "El objetivo que tenía el rey Sejong con Hangeul está en línea con la democracia de hoy".

Con Hangeul, dijo Moon Jae-in, es posible que los coreanos de todos los orígenes se unan como uno solo, con una cultura e identidad propia. "Hangeul es un gran recurso comunitario que conecta a nuestra gente".

En la cultura estadounidense, el 'mi' y 'yo' existen como una entidad autónoma, pero en la cultura coreana no, según el profesor de idioma y lingüística coreana de la Universidad de Hawai, Ho-min Sohn.

"Si bien los estadounidenses en general tienen una conciencia igualitaria e individualista, valorando enormemente la autonomía personal, las relaciones interpersonales coreanas están, en general, fuertemente ligadas a la jerarquía social y a los ideales colectivistas, valorando la dependencia interpersonal", escribió Sohn en su libro "El idioma coreano en la cultura y la sociedad".

Kyung-hwa Martin, traductor profesional e intérprete, puede atestiguar que captar los pronombres posesivos singulares y plurales es uno de los mayores desafíos para los coreanos que estudian inglés y viceversa. En definitiva, aprender otro idioma requiere aprender otra perspectiva.

"El lenguaje y la cultura están integrados el uno en el otro. El lenguaje refleja la cultura y la cultura refleja el lenguaje ", dijo Martin, quien se mudó de Seúl a Virginia.

"Cuando aprendes un idioma diferente, tienes que pensar de manera diferente".

Para mí, pensar diferente no fue fácil.

Si se suponía que la mitad de mi identidad idealizada era la independencia estadounidense y el excepcionalismo, entonces la otra mitad era el colectivismo coreano.

Era una dicotomía que no sabía cómo conciliar. Y las consecuencias pesaron mucho.

Pero me di cuenta de que la desilusión que percibí de manera tan rutinaria por parte de mis compañeros no era la condena por la que la confundía, sino un anhelo innato de unidad.

Es una lección que a veces olvido, pero sé que puedo confiar en que uri me lo recordará.

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