La productividad no depende solo de cuán duro trabajemos, sino de cuánto valor obtenemos por cada hora que pasamos en el trabajo.
En Francia, los trabajadores pueden dedicar menos horas al trabajo y tomarse más vacaciones que en otros países y, sin embargo, sus niveles de productividad son cercanos a los de lugares como Alemania y Estados Unidos.
La productividad francesa también es mayor que la de su vecino al otro lado del Canal de la Mancha, Reino Unido.
"Según los últimos datos, Francia es alrededor de un 30% más productiva que Reino Unido", asegura John Van Reenen, profesor de economía en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).
"Esto implica que por cada hora que trabajan los franceses, obtienen un 30% más de resultado que un británico medio", dice Van Reenen.
Pero, ¿cómo logra Francia ser tan productiva?
El programa de la BBC In Business investigó recientemente este tema. Estas son las principales causas de la elevada productividad francesa, y no todas son buenas.
1. Alta inversión en tecnología y maquinaria
El sector minorista es uno de los más productivos de la economía francesa.
Sus empresas se han visto beneficiadas por una laxa regulación, que ha permitido construir enormes hipermercados a las afueras de cada ciudad.
Pero las economías de escala no son la única causa de esta productividad, según el profesor Philippe Askenazy, de la École Normal Superieure de Paris, quien ha estudiado los supermercados franceses porque son los más productivos de la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos), el club de las economías más ricas, con base en París.
"Probablemente tenemos más vacaciones que muchos países de la OCDE, pero cuando trabajamos, trabajamos duro", asegura Askenazy.
"Cuando ves el ritmo de trabajo de los cajeros de supermercado, por ejemplo, es mucho mayor en Francia que en otros países. ¿Por qué? Para empezar, son vigilados de cerca", explica.
Este control se hace a través de la tecnología: los gerentes saben exactamente cuántos clientes ha servido cada uno de los cajeros.
"Saben exactamente cuál es el desempeño de cada cual", asegura el profesor.
Esta información se utiliza luego para establecer sistemas de incentivos para premiar a los trabajadores más productivos.
2. Una buena infraestructura
Pero los supermercados y el resto de los sectores económicos se benefician también del hecho de que las infraestructuras en Francia son muy buenas.
Si uno viaja en tren por el país se da cuenta de que aunque no toda la red de infraestructuras es perfecta, es claramente mejor que en otros países.
La mayor parte de las ciudades principales están conectadas por tren de alta velocidad, y esto no sucede solo en París y sus alrededores.
Debido al poder de la política regional en Francia, la infraestructura es buena en todo el país.
Esto ayuda a empresas como Saint Gobain, un enorme grupo de fabricación de materiales de la construcción que produce un cuarto de todas las placas de escayola que se utilizan en Francia.
La fábrica que tiene a las afueras de París es muy eficiente. Está situada al lado de una mina que produce su materia prima, el yeso.
El material entra en la planta a través de una cinta transportadora, y en los últimos años la fábrica ha pasado de tener dos líneas de producción a solo una que no solo es más rápida, sino que necesita menos trabajadores para funcionar.
Pasar a tener una sola línea de producción también ha implicado una reducción de puestos de trabajo debido a que el proceso de descarga al final de la cinta se hace de forma automática.
"Con un sistema manual tendríamos 15 o 16 personas trabajando. Ahora no hay nadie", asegura Jacques Moronvalle, gerente de la planta.
3. Trabajadores aplicados
Las empresas francesas invierten en soluciones de alta tecnología como ésta porque tienen que hacerlo: los trabajadores franceses son caros.
No pueden ser obligados a trabajar más de 35 horas a la semana sin que se les paguen horas extra o se les dé compensación.
Como explica el director de recursos humanos de Gobain para Francia, Régis Blugeon, esto significa que cuando trabajan, lo hacen duramente.
"Tienen que hacerlo, la semana es muy corta, son 35 horas. Pero lo gente lo acepta: es parte de la negociación colectiva [entre sindicatos y empresarios]", dice Blugeon.
4. Las universidades de élite
Escuchando al gerente de la planta de Gobain, Jacques Moronvalle, queda claro que al igual que muchos otros en la cima de la industria francesa, es graduado de una de las Grandes Écoles, una de las universidades de élite cuyos licenciados dominan la sociedad y la economía.
Una de ellas es CentraleSupélec, a las afueras de París.
En uno de los laboratorios, el investigador Bertrand Davis lleva a cabo una investigación puntera.
"Estoy trabajando en el campo de ingeniería de tejidos. Quiero producir huesos artificiales", explica.
Davis muestra una pequeña incubadora en una esquina, con aspecto de una pequeña nevera.
Dentro hay dos botellas de vidrio con dos tubos que comunican con dos vasos de precipitación, que están siendo constantemente agitados.
Parece algo sencillo, pero lo que están intentando hacer es generar huesos.
"Le decimos a los estudiantes que tienen que desarrollarse en cuatro campos al mismo tiempo: el primero es el de la ciencia y la tecnología; el segundo son las empresas: tienen que entender cómo funcionan y se comportan, cómo cambian y cómo son dirigidas", explica Hervé Biausser, director de la École Centrale Paris y Supélec.
"El tercero es el mundo, tienen entender cómo funciona; y el cuarto son ellos mismos, tienen que desarrollarse ellos mismos como personas", continúa.
De hecho, todo este sistema educativo funciona en asociación con las grandes empresas francesas.
Estas escuelas son lugares impresionantes, pero entrar en ellas es muy difícil.
La competencia es grande y normalmente los aspirantes tienen que hacer dos años extra de educación intensiva en la escuela tras acabar el bachillerato.
Celine Devreaux fue una de las dos personas de su grupo de clase de 90 estudiantes que entró en una de estas universidades.
Tiene dos maestrías, una de ellas de Viena, y está haciendo ahora un doctorado.
"Trabajamos una gran variedad de temas", explica. "Lo que aprendemos es a adaptarnos muy rápido a cada nuevo tema que entra. Esta es la gran ventaja".
Así que no se trata solo de producir a los mejores científicos y académicos, sino que se enfatiza las cualidades de liderazgo también.
Nadie que sea un ratón de biblioteca que no se sepa relacionar se gradúa de una de estas universidades.
Lo cual, sumado a todo lo demás, explica por qué los graduados de CentraleSupélec están entre los mejor pagados de Francia.
Pero además de todo esto, dice Philippe Azkernazy, la geografía también es un factor, porque mantiene a Francia alerta al estar rodeado de países ultra eficientes como Suiza y Alemania y productores baratos como España.
5. Los excluidos de la fuerza laboral
Pero, si Francia es un país tan productivo, ¿por qué es percibido con frecuencia como el enfermo de Europa?
El crecimiento, de hecho, ha sido lento e intermitente. Y el desempleo es el doble que en Reino Unido.
"Hay una dicotomía: junto a esas empresas tan eficientes también hay muchas empresas pequeñas no muy productivas, y a menudo muy viejas, con dinámicas empresariales no tan vibrantes como en otros países", explica Nicola Brandt, economista de la OCDE especializada en Francia.
"Y lo que falta son empresas medianas que sean fuertes, como en Alemania", afirma.
Una razón por la que Francia no está desarrollando empresas medianas eficientes son las barreras existentes a la hora de crear y hacer crecer una empresa.
"Es más difícil entrar en el mercado, crear una empresa es pesado, la administración y los impuestos son pesados, lo cual siempre es más difícil para las empresas más pequeñas", asegura.
Y hay otra razón por la que la productividad es alta, y no es una buena razón.
Francia tiene un nivel alto de desempleo, alrededor del 10%, y una baja tasa de empleo debido a que no sale a cuenta emplear a muchos franceses, asegura Nicola Brandt, de la OCDE.
"Tengo que decir que este nivel alto de productividad está también en parte relacionado con una de las grandes debilidades de la economía: el bajo nivel de empleo", dice la experta.
"Debido a una combinación de un salario mínimo relativamente alto y de los elevados costes laborales, además del hecho de que una gran parte de la población adulta tiene relativamente bajas cualificaciones, grandes sectores de la población están excluidos de la fuerza laboral, no trabajan. Así que los trabajadores menos productivos no están en la fuerza laboral".
Esto implica que la elevada inversión de las empresas francesas se dedica a reemplazar a trabajadores caros y poco productivos por máquinas, computadoras y robots, lo cual aumenta las cifras de productividad.
En resumen, es fácil mejorar tu productividad si sacas a tus trabajadores menos productivos de la ecuación.
Una consecuencia: más trabajadores pobres
Aunque el gobierno francés ha intentado desregular algunos aspectos del mercado laboral, esto no está ayudando, asegura el profesor Askenazy.
"Con unas cifras de desempleo de dos dígitos, los políticos franceses han intentado promover medidas para aumentar el número de personas en el mercado laboral. Una de ellas es el desarrollo del autoempleo y de los contratistas independientes".
Esto es importante porque Francia es conocida por tener una fuerza de trabajo con predominancia de trabajadores asalariados y derechos muy protegidos.
Estos nuevos trabajadores independientes son más flexibles y más baratos para las empresas. Pero todo esto tiene un coste.
"Ellos aceptan salarios muy bajos, no hay salario mínimo para contratistas independientes. Así que tenemos un nuevo sector de trabajadores pobres".
Y aunque la productividad es alta en Francia, ésta no ha aumentado recientemente.
Pero a pesar de todo esto, es indudable que Francia está haciendo muchas cosas bien: está casi a la par con Alemania y Estados Unidos, dos economías comparables y entre las más productivas del mundo.
En Alemania, es el sistema de formación lo que hace una economía ganadora, mientras que en Estados Unidos la gestión es brillante.
En el caso de Francia, la poca flexibilidad de su mercado laboral se ve superada por la elevada inversión, una educación excelente y una buena gestión.