Es la teoría de la conspiración que empequeñece al resto y es una mezcla de todas: asegura que los Illuminati son los supuestos amos que controlan el planeta y operan secretamente tratando de establecer un Nuevo Orden Mundial.
Esa extraña paranoia empezó con una divertida obra de ficción en los años 60.
¿Qué nos dice esto acerca de nuestra disposición a creer lo que leemos y escuchamos? ¿Y qué puede revelar el mito de los Illuminati acerca de las noticias falsas y las historias por las que seguimos siendo influenciados hoy?
Cuando la mayoría de las personas tratan de examinar la historia de la sociedad secreta, se encuentra con la Orden de los Iluminati (Iluminados) de la era de la Ilustración.
Fundada en 1776, era una sociedad secreta bávara de intelectuales que se agruparan en privado y se oponían a la influencia religiosa y elitista sobre la vida cotidiana.
Incluía a varios progresistas bien conocidos en ese momento, pero, junto con los francmasones, fueron gradualmente proscritos por los críticos conservadores y cristianos y el grupo desapareció.
O al menos esa era la historia hasta la década de 1960.
Los Illuminati de los que oímos hablar hoy están muy poco influenciados por los bávaros, como aprendí del autor y locutor David Bramwell, un hombre que se ha dedicado a documentar los orígenes del mito.
Más bien, la manía por la contracultura, el LSD y el interés en la filosofía oriental que caracterizaron la década de los 60 fueron en gran parte responsables de la encarnación moderna (y totalmente infundada) del grupo.
Teoría del caos
Todo empezó en medio del Verano del Amor de 1967 y el fenómeno hippie, cuando emergió un pequeño texto impreso: "Principia Discordia".
El libro era una parodia de una religión satírica conocida como discordianismo, invocada por los anarquistas y pensadores entusiastas que pedían a sus lectores adorar a Eris, diosa del caos.
El movimiento discordiano deseaba provocar desobediencia civil, bromas y engaños.
El texto en sí nunca llegó a ser más que una curiosidad de la contracultura, pero uno de los principios de la fe -que tales actividades podrían provocar un cambio social y forzar a los individuos a cuestionar la realidad- fue inmortalizado por un escritor, Robert Anton Wilson.
Según Bramwell, Wilson y uno de los autores de Principia Discordia, Kerry Thornley, "decidieron que el mundo se estaba volviendo demasiado autoritario, demasiado estrecho, demasiado cerrado, demasiado controlado".
Querían traer el caos a la sociedad para sacudir las cosas, y "la forma de hacerlo era propagar la desinformación", dice Bramwell.
"(El plan era) difundir la desinformación a través de todos los portales: a través de la contracultura, a través de los medios de comunicación, a través de cualquier medio. Y decidieron que lo harían inicialmente contando historias sobre los Illuminati".
En ese momento, Wilson trabajaba para la revista Playboy.
Él y Thornley comenzaron a enviar cartas falsas de lectores hablando de esta organización de élite secreta llamada Illuminati. Luego enviaron más cartas, para contradecir las que acababan de escribir.
"El concepto detrás de esto era que si usted da muchos puntos de vista en una historia, en teoría -idealista- la población comienza a examinar los temas y a pensar", explica Bramwell.
La idea era que la gente se preguntara si podía confiar en la manera en la que le estaban presentando la información, añade el experto.
"Era una forma idealista de hacer que la gente despertara. Lo que, por supuesto, no ocurrió de la manera que esperaban".
Más allá de lo esperado
El mito del caos de los Illuminati llegó realmente lejos.
Wilson y otro escritor de Playboy escribieron la trilogía "Illuminatus", que atribuyó "encubrimientos" de nuestros tiempos -como quién le disparó a John F. Kennedy- a los Illuminati. Los libros fueron un éxito y se adaptaron en una obra de teatro en Liverpool.
Hoy esta es una de las teorías de conspiración más citadas del mundo; incluso celebridades como Jay-Z y Beyoncé han asumido el simbolismo del grupo, levantando sus manos en el triángulo Illuminati en conciertos.
La facilidad para compartir y propagar rumores por internet de Illuminati, en sitios como 4chan y Reddit, ha contribuido a la fama que tiene en la actualidad.
Pero vivimos en un mundo lleno de teorías conspirativas y, lo que es más importante, de creyentes en la teoría de la conspiración.
En 2015, los politólogos descubrieron que aproximadamente la mitad del público general en Estados Unidos apoya al menos una teoría de la conspiración.
Estas incluyen desde la conspiración Illuminati a la presunta falsa ciudadanía estadounidense de Obama, o la creencia generalizada de que los ataques del 11 de septiembre fueron realizados por los servicios de inteligencia estadounidenses.
Por qué creemos
"No hay un perfil del teórico de la conspiración", dice Viren Swami, profesor de `psicología social en la Universidad de Anglia Ruskin.
"Hay diferentes perspectivas de por qué la gente cree en estas teorías, y no son necesariamente mutuamente excluyentes. La forma más simple de explicación es que las personas que creen en las teorías conspirativas están sufriendo algún tipo de psicopatología".
Otra conclusión a la que se han referido los investigadores es que estas teorías podrían proporcionar formas racionales de comprender los acontecimientos que confunden o amenazan la autoestima.
"Te dan una explicación muy simple", añade Swami, quien publicó una investigación en 2016 que encontró que los creyentes en teorías de la conspiración son más propensos a sufrir de experiencias estresantes que los no creyentes.
Otros psicólogos también encontraron el año pasado que las personas con mayores niveles de educación son menos propensas a creer en las teorías de la conspiración.
"Particularmente en el sur de Asia, las teorías de la conspiración han sido un mecanismo para que el gobierno controle al pueblo", señala Swami.
"En Occidente, es típicamente lo contrario; han sido tema de personas que carecen de poder, lo que da lugar a teorías de conspiración para desafiar al gobierno. Como con el 11 de septiembre. Si la gente carece de poder, las teorías de la conspiración pueden sembrar las semillas de la protesta social y permitir que la gente haga cuestionamientos.
"El gran cambio ahora es que los políticos, particularmente Donald Trump, están empezando a usar conspiraciones para lograr apoyo".
El presidente número 45 de Estados Unidos repitió sistemáticamente a través de los medios de comunicación que su antecesor, Barack Obama, realmente no había nacido en Hawái.
También acusó a varios estados de EE.UU. de fraude electoral después de las elecciones de 2016 y su equipo de campaña fue responsable de propagar historias ahora desacreditadas como Pizzagate y la Masacre de Bowling Green.
"La gente podría desentenderse de la política dominante si cree en las teorías de la conspiración", dice Swami. "También es mucho más probable que se involucre con puntos de vista racistas, xenófobos y extremistas".
La idea de una elite intocable y secreta hace eco en personas que se sienten abandonadas e impotentes; Trump ha dicho que quiere representar a estas personas.
"Si Wilson estuviera vivo, estaría en parte muy contento, y en parte en shock", señala Bramwell.
"Tal vez habrá más estabilidad a medida que la gente luche contra las 'falsas noticias' y la propaganda. Estamos empezando a entender cómo los medios sociales nos están ofreciendo las ideas que queremos creer. Son cámaras de ecos".
Lee la historia original en inglés en BBC Future