Me llevó apenas unos segundos detectar una. Y luego otra. Era mediodía y las ratas se contaban de a decenas, corriendo en todas las direcciones.
Entraban y salían de las madrigueras, esparcidas entre las plantas. Se deslizaban con seguridad entre los arbustos y los contenedores de basura, donde encontraban una mezcla heterogénea de alimentos. Saltaban de arriba a abajo de los bancos de plaza desocupados.
Las ratas de Churchill Square habían regresado.
Estudio ratas urbanas, pero este pequeño parque en la ciudad de Nueva York, en la intersección de la calle Bleecker y la 6ta Avenida, en Greenwich Village (Manhattan), se ha convertido en una curiosidad personal.
La primera vez que visité la plaza, llegué buscando un lugar para sentarme durante unos minutos durante una excursión familiar.
Pero un ecologista urbano nunca está desconectado de lo que sucede en la ciudad. Y la verdad es que nunca había visto tantas ratas en un área tan pequeña.
Además, las ratas en general son nocturnas, por lo que la alta actividad durante el día sugería que la infestación era severa, aumentando el riesgo de transmisión de enfermedades a las personas y daños a la infraestructura urbana, e incluso pudiendo afectar la salud mental de los residentes de la zona.
El impacto sanitario, económico y social de la infestación de ratas puede ser significativo.
Enemigo público número uno
Si bien las ratas (Rattus norvegicus, para ser específicos) no son seres desconocidos para los residentes de la ciudad de Nueva York, las de Churchill Square se habían vuelto demasiado cómodas. Demasiado estables. Demasiado numerosas.
Al año siguiente, alrededor del parque aparecieron trampas para roedores. Se trata de unas cajas negras llenas de cebos comestibles que contienen compuestos para matar roedores (rodenticidas), que los técnicos pueden reemplazar fácilmente en horarios establecidos.
Pareció funcionar notablemente bien. Al fin y al cabo, durante mis visitas de ese año no vi una rata en Churchill Square.
Sin embargo, las ratas están increíblemente adaptadas a buscar comida con eficiencia y reproducirse con frecuencia, generando suficiente progenie para repoblar rápidamente.
Entonces, a pesar de los millones de dólares gastados anualmente para combatir a las ratas, su número parece estar aumentando en ciudades de todo el mundo.
A su vez, la mayoría de las poblaciones de ratas se recuperan rápidamente después de que termina una campaña de control de plagas, un fenómeno conocido como el "efecto boomerang".
Churchill Square es un ejemplo de este efecto: cuando las estaciones de rodenticidas fueron retiradas, las ratas regresaron.
Volvieron pero diferentes
Si bien el regreso de las ratas está casi siempre asegurado, con mis colegas encontramos que los animales que llevan a cabo esas repoblaciones son esencialmente diferentes a los que estaban presentes antes de ejecutar el control letal de pestes.
Por ejemplo, una campaña de erradicación intensiva llevada a cabo en 2015 en partes de Salvador (Brasil), logró reducir la población de ratas a la mitad, pero también disminuyó en un 90% la variación genética contenida en esas poblaciones.
Esto incluyó la pérdida de muchas de sus variantes genéticas más raras. ¿Por qué esto es un problema?
En el mundo natural se cree que una amplia variedad de información genética es esencial para que los organismos respondan y sigan siendo viables en entornos cambiantes.
Además, debido a que los sobrevivientes estaban más estrechamente relacionados entre sí, también había un mayor riesgo de endogamia entre las ratas restantes.
Todos estos impactos observados en las ratas de Salvador constituyen lo que los científicos llaman un "cuello de botella genético" que, en este caso, era particularmente severo.
Los cuellos de botella genéticos suelen ser estudiados en el contexto de poblaciones vulnerables cuya conservación resulta preocupante. Es que se teme por la supervivencia a largo plazo de una población en peligro de extinción.
Pero cuando se trata de especies consideradas pestes, como las ratas, ratones, cucarachas y chinches, justamente se los somete a repetidos intentos intencionales de agotar sus poblaciones a través del control letal.
El problema es que rara vez se realiza una coordinación entre el personal de manejo de plagas que trabaja con las ciudades o los propietarios, y los científicos interesados en rastrear la viabilidad a largo plazo de las especies de plagas urbanas.
Como coordinadora de salud ambiental para la ciudad de Somerville, Massachusetts (EE.UU.), Georgianna Silveira está en la primera línea de los esfuerzos para integrar el manejo de plagas y las decisiones políticas con una perspectiva científica sobre las tendencias a largo plazo.
"La mayoría de las partes no están pensando en las poblaciones de ratas a largo plazo", señala Silveira.
"En un sentido práctico, se trata de apagar incendios con soluciones rápidas", a menudo porque hay muy poca comunicación sobre objetivos sostenidos entre los residentes, las agencias del gobierno de la ciudad, los profesionales de control de plagas y los científicos.
Supervivencia de la rata más apta
Para las ratas urbanas que sobreviven al control letal, hay dos posibles resultados a largo plazo que nuestro equipo de investigación está analizando.
La primera y más preocupante posibilidad está estrechamente relacionado con la idea de "supervivencia del más apto".
Una campaña de control de ratas exitosa elimina a muchos, quizás incluso a la mayoría, de los ejemplares de la población.
Es probable que los sobrevivientes tengan ciertos rasgos que los hacen capaces de evitar la avalancha de exposición a rodenticidas, trampas y otras fuentes de mortalidad. Estos sobrevivientes producen más crías, que heredan los mismos rasgos tan útiles.
Si solo las ratas más aptas logran superar la campaña de control, las sobrevivientes pueden estar incluso mejor adaptadas para aprovechar el campo minado de altos recursos que son las ciudades modernas, dejando espacio para que una nueva población de "superratas" se reproduzca y repueble.
De hecho, los científicos han identificado versiones específicas de algunos genes que hacen que los rodenticidas comunes sean ineficaces. Estas variantes genéticas beneficiosas se han observado en algunas poblaciones naturales de ratas expuestas regularmente a estos venenos.
Ratas enfermizas
El segundo posible resultado a largo plazo está vinculado a lo que los biólogos saben desde hace tiempo: puede haber consecuencias negativas severas para las poblaciones que carecen de diversidad genética, tal como sucede con los riesgos de la endogamia en humanos.
Nuestros datos de Salvador sugieren que las ratas pueden perder la mayoría de sus variaciones genéticas muy rápido durante una campaña letal de control.
Esta variación es la clave por la cual las especies pueden responder a los entornos cambiantes a través de la selección natural. Y los entornos de la ciudad pueden cambiar rápidamente.
Por lo tanto, las ratas sometidas a programas de control reiterados podrían sufrir una reducción gradual de la supervivencia, la reproducción y otros rasgos relacionados con la aptitud evolutiva.
Esto se observó en cuervos, donde la endogamia se asoció con una menor supervivencia y una función inmune más débil.
Las ratas progresivamente más débiles y enfermizas son sin duda el escenario preferido cuando se trata de una infestación persistente de ratas.
El futuro de las ratas
Entonces, ¿qué pasará con las ratas de Churchill Square, Salvador de Bahía y otros lugares donde frecuentemente son blanco de control letal?
Para entender si las ratas urbanas están evolucionando hacia el conjunto de rasgos "súper" o "enfermizo", nuestro equipo de investigación está estudiando poblaciones antes y después de las campañas de control de ratas para determinar cómo cambian la supervivencia, la reproducción y otros rasgos beneficiosos.
Pero es un desafío muy grande estudiar estos aspectos de la biología de ratas en poblaciones silvestres, especialmente en entornos urbanos.
Los conocimientos genéticos pueden proporcionar la forma más práctica de evaluar los impactos de los esfuerzos de control y de establecer formas estandarizadas de medirlo para ciudades de todo el mundo.
De todos modos, sabemos que el control de ratas urbanas necesita progresar más allá de solo tratar de envenenarlas.
El control integral de roedores deberá centrarse en objetivos sostenibles y a largo plazo, reduciendo las poblaciones a números tolerables utilizando herramientas variadas como rodenticidas, hielo seco e incluso aplicando anticonceptivos para reducir la fertilidad.
Y, por supuesto, se debe incluir el enfoque de baja tecnología, pero más efectivo, de reducir la disponibilidad de basura y la instalación de tachos de desechos a prueba de roedores.
Mientras tanto, la investigación arrojará luz sobre el efecto que todo este dinero y esfuerzo está teniendo en las plagas urbanas: ¿está erosionando su viabilidad o está virando los engranajes evolutivos para crear súper organismos no deseados?
*Jonathan Richardson es profesor asistente de biología en la Universidad de Richmond, Estados Unidos.
Este artículo apareció originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons. Lee el artículo original en inglés aquí.