Una de las marcas más famosas de champaña tiene nombre de mujer, pero por muchos años las mujeres tuvieron un rol muy pequeño en esta industria. Ahora eso está cambiando. Juliet Rix, de la BBC, habló con algunas representantes de la nueva ola femenina que está marcando tendencia.
Estoy sentada en una moderna terraza hecha de madera natural mirando una vista mucho más tradicional.
Frente a mí se extiende una suave pendiente con un viñedo perfecto y detrás un chateau francés de cuento de hadas, con una fachada color crema y un techo con torrecillas y agujas.
Fue construido por la Viuda Clicquot -Veuve Clicquot en francés- un nombre más asociado con una famosa champaña que con una mujer.
Pero ella realmente existió. En 1805, cuando tenía 27 años, su marido enólogo falleció.
Y en contra de lo esperado en el siglo XIX -y a pesar de mucha oposición- la joven viuda decidió hacerse cargo del negocio de su marido.
Éxito
Ella lo adaptó y lo mejoró y llevó su producto efervescente por todo el mundo, convirtiéndolo en uno de los maisons de champagne más exitosos.
Clicquot fue la primera mujer que produjo champaña.
Hubo otras, todas viudas, las únicas mujeres a las que la sociedad francesa de esa época les permitía asumir un rol tan público.
Hicieron un trabajo extraordinario.
De hecho, las Viudas de la Champaña fueron tan exitosas que algunas casas de champaña sin viudas ¡agregaron Veuve a sus etiquetas de todos modos!
Pero esto no fue exactamente una toma de poder femenino.
Más bien era un grupo de mujeres que estaba allí "por accidente".
Dominio masculino
La mayor parte de la industria de la champaña estaba firmemente en poder de hombres.
Hasta ahora.
Sentada frente a mí en una de las sofisticadas mesas de esta terraza está Charlotte Le Gallais.
Su tatarabuelo -un comerciante de diamantes armenio- compró el chateau Clicquot y sus tierras hace casi un siglo.
Cinco generaciones más tarde no es el hijo sino la hija la que toma las riendas del negocio.
Ella forma parte de una nueva ola de mujeres que están cambiando no solo cómo se vende la champaña sino también cómo se cultiva y se produce.
En la actualidad hay tres organizaciones dedicadas específicamente a mujeres que trabajan en esta industria.
Y el 60% de quienes estudian enología en la región de Champagne son mujeres.
Intuición, aroma y gusto
Pero ¿existe alguna diferencia cuando la champaña es hecha por mujeres?
"¡Por supuesto!", se ríe Francoise Peretti, directora de la Agencia de Champaña del Reino Unido, que se dedica a promocionar y educar sobre este espumante.
"(Las mujeres) son más intuitivas y le prestan más atención al aroma y al gusto. Y quizás también son más curiosas y más atrevidas", opina.
Otras líderes de la industria coinciden.
"Las mujeres son más conscientes de los sabores delicados de la champaña", afirma Sophie Signolle, presidenta de la Comisión de Mujeres Enólogas de Champagne.
"Sus narices y paladares son más finos y más sutiles", señala.
Para las amantes
Una de las pocas maestras bodegueras en una casa de champaña grande, Floriane Eznack, dice que "hay amor" entre las mujeres y la champaña.
"La champaña al comienzo era comprada para las amantes de los reyes de Francia", cuenta.
"E incluso hoy, para seducir a una mujer un hombre no compraría vino tinto, ¡compraría champaña!", afirma.
Debe señalarse que Eznack no es ninguna flor delicada. Su primera elección de carrera fue ser piloto de combate. Solo cuando eso no funcionó se dedicó a la producción de champaña.
Charlotte Le Gallais no se considera superior a los productores de champaña masculinos.
Pero cuando me muestra los brillosos tanques plateados que reciben el jugo exprimido de las uvas y me explica los detalles del cuidadosamente regulado proceso de producción, me revela que su parte favorita es el blending.
Es cuando se mezclan y prueban vinos hechos de diferentes uvas, tierras y años para hallar la combinación de gustos perfecta.
Mansión Clicquot
El surgimiento de las mujeres enólogas ciertamente cambiará a la champaña afirma Eznack, aunque aún no es claro de qué manera.
Los blends creados hoy recién llegarán al mercado en cuatro o cinco años, y la cantidad de mujeres que trabajan en la industria sigue creciendo.
Le Gallais señala hacia una de las torres del chateau Clicquot.
"Esa era su habitación", me dice.
Hoy en día está vacía. La familia Le Gallais se mudó de allí durante la Segunda Guerra Mundial y ahora viven en una mansión del siglo XVI que los Clicquot usaban para alojar a sus sirvientes.
La mansión no tiene calefacción, algo duro para las personas pero perfecto para las botellas de champaña que descansan en la bodega.
Sentada en la terraza calentita, tomo un sorbo de mi vaso burbujeante lleno del dorado espumante de Le Gallais y tengo que darle la razón: esta mujer hace una excelente champaña.