"Emergí del conflicto como un agente que ha alcanzado su plena madurez al servicio de los soviéticos".
La frase es del británico Kim Philby, quizás el agente doble más importante del siglo XX, y el conflicto es la guerra civil española (1936-1939).
Philby fue reclutado por la Unión Soviética a principios de la década de 1930 y envió información vital a Moscú durante la segunda Guerra Mundial y los primeros años de la Guerra Fría.
Aunque su caso ha inspirado películas y libros -por ejemplo, el personaje de George Smiley en la famosa novela "El Topo", de John Le Carré- su paso por España es un aspecto menos conocido de su asombrosa vida.
El periodista y gestor cultural español Enrique Bocanegra se sumergió a investigar cómo fueron sus comienzos y plasmó su reconstrucción de ese periodo en la obra "Una espía en la trinchera", ganadora del Premio Comillas de biografía.
BBC Mundo habló con él en el marco del Festival Hay, que se celebra entre el 22 y el 24 de septiembre en Segovia.
Philby nació en 1912 en Ambala, en el Raj británico de India. Su padre, St. John Philby, era un oficial del ejército y diplomático.
Tuvo una educación privilegiada y, como parte de ella, hizo sus estudios universitarios en el elitista Trinity College de Cambridge.
Allí empezó a sentir fascinación por el comunismo, algo que no era inusual en aquella época.
"Había probablemente cientos de simpatizantes en Cambridge", le dice Bocanegra a BBC Mundo.
Hacía poco se había producido la estrepitosa caída de la bolsa de Wall Street y comenzaba la Gran Depresión, mientras que en Gran Bretaña y otros países emergía la política de apaciguamiento frente a Hitler que dictaba no responder a las crecientes agresiones nazis.
Pero Philby no se conformó con el apoyo ideológico y acabó siendo reclutado por el servicio secreto soviético tras encontrarse con un agente en Regent's Park, en el corazón de Londres.
Aquel día de junio de 1934 "la vida de Philby cambia para siempre", relata Bocanegra en su libro.
Junto con Duart McLean, Guy Burgess, Antony Blunt y posiblemente un quinto miembro, nacía el Círculo de Cambridge, un grupo de estudiantes reclutados por el NKVD (futura KGB) para infiltrarse en los servicios de inteligencia británicos y en lo más alto de la administración.
La carrera de espía de Philby empezó con dificultades, ya que no conseguía ningún puesto que pudiera ser interesante para los soviéticos.
"Se sabe por los cables que se intercambiaban con Moscú que Philby estaba un poco acomplejado, porque McLean, por ejemplo, había logrado entrar en el Foreign Office (Servicio Exterior) y estaba sacando documentos todos los días en una maleta para que fueran fotografiados por su mentor soviético", dice Bocanegra.
Pero a mediados de 1936 le llega su primera gran oportunidad.
Los soviéticos le piden que se vaya a España, pero no al bando republicano, sino al insurgente, del que se tenía poca información y que era, además, donde Philby podía explotar mejor su coartada de británico conservador de clase alta.
En ese primer viaje a España se queda tres meses, y al volver logra que el diario The Times le publique un reportaje, In Franco's Spain ("En la España de Franco"), que le abrirá las puertas para que el diario le ofrezca la corresponsalía para cubrir la guerra desde el bando franquista.
Una serie de circunstancias hará que los periodistas extranjeros que hasta ese momento eran vistos con recelo por parte de los militares insurrectos pasen a ser una pieza importante de su estrategia propagandística.
El bombardeo de Guernica
Según Bocanegra, para este cambio de actitud fueron cruciales dos cosas: la primera es el escándalo internacional que provocó el bombardeo por parte de la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana, aliados de Francisco Franco, sobre la ciudad vasca de Guernica el 26 de abril de 1937 -plasmado en la famosa obra del mismo nombre de Pablo Picasso-.
La segunda es que Franco y sus generales se dieron cuenta de que no iban a ganar la guerra pronto, lo cual hizo que su estrategia cambiara y empezaran a valorar el papel de los periodistas.
"Philby es mimado por la oficina de prensa extranjera. Él y otros periodistas anglosajones", afirma Bocanegra.
Pero en diciembre de 1937, cuando los reporteros informaban desde el frente de Teruel en el pueblo de Caudé, situado a pocos kilómetros, un obús cayó a menos de dos metros del coche en el que viajaban.
Murieron todos menos Philby, que resultó prácticamente ileso. Y no solo se salvó de morir, sino que a principios de marzo de 1938 fue condecorado en persona por Franco con la Cruz Roja al Mérito Militar, lo cual acabó de darle un acceso privilegiado a las tropas insurgentes y la información sobre la guerra.
Philby siguió en España durante el resto de la guerra y entró con las tropas sublevadas a Madrid el 28 de marzo de 1939, a pocos días del final del sangriento conflicto.
Fue un paso "fundamental" para su carrera, asegura Bocanegra, entre otras cosas porque gracias a esta experiencia fue posteriormente contratado por el MI6 (Servicio de Inteligencia Secreto) en su sección ibérica, dedicada a España, Portugal, Gibraltar y el Norte de África.
¿Matar a Franco?
Todavía hoy queda por aclarar un episodio crucial: si fue efectivamente Kim Philby el elegido por el líder soviético, José Stalin, para intentar asesinar a Franco.
No hay constancia de un intento semejante, pero según archivos desclasificados del MI5 (Servicio de Seguridad británico) un general ruso que desertó a Gran Bretaña reveló en 1940 la existencia de la misión, encargada a un "joven inglés", posiblemente un periodista.
El documento forma parte del archivo sobre Nikolai Yezhov, el líder del comisariado del pueblo para asuntos internos o NKVD.
Yezhov fue el encargado de ejecutar las masivas purgas de oficiales del Ejército Rojo y viejos bolcheviques ordenadas por Stalin.
En su archivo figura la confesión del general Walter Krivitisky, quien huyó a Estados Unidos en 1938 y contó lo siguiente, según publicó el periódico británico The Guardian:
"A principios de 1937, la OGPU (policía secreta) recibió órdenes de Stalin para preparar el asesinato del general Franco.
"Hardt (un oficial que fue luego purgado) fue instruido por el jefe de la OGPU, Yezhov, para reclutar a un inglés.
"Él, de hecho, sí contactó y envió a España a un joven inglés, un periodista de buena familia, un idealista y fanático anti nazi. Antes de que el plan madurara, el propio Hardt fue llamado a Moscú y desapareció".
En este documento no queda claro si ese hombre era Philby, pero según The Guardian en los márgenes está escrito con tinta azul "prob Philby": probablemente Philby.
De acuerdo a Bocanegra, en documentos desclasificados soviéticos figura que Theodor Mally, el mentor de Philby, recibió la orden de Moscú de que había que matar a Franco, pero pidió encontrarse personalmente con un enviado de la URSS dada la importancia de la misión.
A comienzos de abril de 1937 "se produjo en Gibraltar un encuentro entre Philby y Guy Burgess (otro miembro del Círculo de Cambridge)", explica Bocanegra.
"No se sabe qué pasó con él ese mes. Pudo ir a Salamanca, a rondar el palacio arzobispal (donde se instaló Franco), buscando fallos en la defensa, pero no lo sabemos".
"¿Qué posibilidades tenía en realidad un estudiante sin experiencia militar que no sabía usar armas de fuego, montar explosivos? que era un intelectual, un analista, de matar a Franco?", se pregunta el periodista español.
"Realmente, mínimas".
Philby siempre negó haber recibido tal orden.
Sea como fuere, la carrera del ya convertido en espía doble no se detuvo en España: logró que lo nombraran director de la sección antisoviética del SIS (Servicio de Inteligencia Secreto o MI6), lo cual significaba que el hombre a cargo de dirigir las operaciones contra los soviéticos era, de hecho, un agente de la KGB.
En 1949, fue enviado a la embajada británica en Washington, donde su función sería actuar de enlace entre Reino Unido y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que acababa de ser creada.
Y consiguió sobrevivir a pesar de que las dudas sobre su fiabilidad fueron creciendo en los años posteriores, hasta tal punto que fue sujeto a una investigación interna, pero logró zafarse y que lo mandaran como informante a Beirut, Líbano.
En 1963, se subió a un barco ruso en esta ciudad y desertó.
Philby nunca dudó, al menos públicamente o en sus actos, de su fe comunista, a pesar de las purgas de Stalin (de las que sin duda tuvo noticia de primera mano) o del impacto que sobre él tuvo el pacto de no agresión entre Stalin y Hitler, firmado en agosto de 1939 por los ministros de Asuntos Exteriores de estos países, Joachim von Ribbentrop y Viacheslav Mólotov.
Dice Bocanegra: "McLean y Burgess murieron en la URSS pero están enterrados en Inglaterra. Philby dijo que quería ser enterrado en la URSS porque esa era su patria verdadera".
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Segovia, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad española entre el 22 y el 24 de septiembre.
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