En su libro de 2021 "La ropa que amas dura" (Loved Clothes Last), Orsola de Castro, fundadora de la campaña mundial Fashion Revolution, lanza una apasionada súplica.
"Pasé años hurgando en tiendas de ropa de segunda mano y vi cientos de piezas perfectas abandonadas simplemente por una cremallera rota", dice.
"Después de todo, ¿por qué gastar tiempo y dinero arreglando una cremallera rota cuando es más rápido, más barato e infinitamente más divertido comprar un nuevo atuendo con una cremallera que funciona?"
"Pero, ¿podemos detenernos y analizar qué estamos haciendo cuando despreciamos una prensa por la cremallera que se rompió? ¿Qué pasaría si decidiéramos reemplazarla?", pregunta.
El cuestionamiento de Castro es uno de los muchos a los que se enfrenta la industria de la moda en el siglo XXI.
Cada vez es más difícil ignorar el daño social y ambiental causado por la fabricación de ropa.
Las tasas de consumo de recursos naturales son estratosféricas, sin mencionar los niveles de contaminación y desperdicio, mientras que las cadenas de suministro globales están marcadas por la explotación.
Y el sector también es responsable de entre el2% y el 8% de las emisiones globales totales de gases de efecto invernadero, según el estudio.
Productos no esenciales
Estas son cifras impresionantes considerando que, hasta cierto punto, esta es una industria de productos no esenciales.
Muy pocas personas en las capitales de consumo de moda de todo el mundo realmente necesitan más ropa.
Aun así, se producen entre 80.000 y 100.000 millones de prendas al año, y esta estimación es conservadora.
La industria de la moda está luchando para enfrentarse a este desafío con planes y minuciosas investigaciones que incluyen una variedad de proyectos que van desde aumentar la eficiencia energética en las cadenas de suministro, cambiar a materiales renovables, invertir en innovación de materiales para evitar los sintéticos, promover iniciativas de justicia social o combatir la crueldad a los animales
Pero aunque estos esfuerzos tienen buenas intenciones, se enfrentan a una industria que ya tiene un impacto ambiental masivo.
Basta decir que la mayoría de estos 80.000 y 100.000 millones de prendas terminan siendo incineradas o arrojadas a los vertederos con muy poco uso.
Cuida para durar más
La pandemia ha sacudido las ventas mundiales de ropa.
Ahora, están en camino de volver a alcanzar niveles ligeramente superiores a los de 2019, según los informes "State of Fashion" de la consultora estadounidense McKinsey & Company.
Cada vez más activistas argumentan que una de las maneras más fáciles de reducir el impacto de la industria de la moda es comprar menos.
O incluso mucho menos.
Solo tres prendas nuevas al año, según el grupo activista británico Take the Jump, y hacer que la ropa que ya tienes dure más.
La idea básica es que la industria de la moda necesita reducir sustancialmente su tamaño.
Prolongar la vida útil de una prenda
Para una generación de compradores alimentados por deseos construidos artificialmente y gratificación instantánea, este puede ser un objetivo difícil de imaginar, pero los números son irrefutables.
Una investigación realizada por la organización ecologista británica Wrap indica que prolongar la vida útil de una prenda en tan solo nueve meses podría reducir su impacto medioambiental hasta en un 10%.
Imagina lo que podríamos conseguir durante décadas.
Los factores que contribuyen a lograr este objetivo incluyen la compra de ropa de buena calidad, la disposición de los usuarios a usar la misma ropa muchas veces y su capacidad para cuidarla.
Puede sonar fácil, pero si eso fuera cierto, ya lo habríamos hecho.
Es solo que, en este momento, los riesgos parecen demasiado abrumadores como para no intentarlo.
Ha pasado poco más de una generación desde que perdimos el arte del mantenimiento de la ropa.
Mientras que la vida de nuestros abuelos era de ahorro y reparación, la mayoría de los consumidores de hoy se han acostumbrado al sistema de usar, romper y tirar.
Las prendas perfectas de Castro con cremalleras rotas son síntomas de una profunda falta de conexión con la forma en que se hacen las prendas.
Pero ahora es más importante que nunca preguntarse por qué tanta ropa está hecha con materiales derivados del petróleo.
Hay que preguntarse si la viscosa de esa camisa fue extraída de bosques milenarios, si hay piel de animal en ese pompón o por qué solo una pequeña fracción de los trabajadores de las industrias de la confección gana salarios decentes.
Y también si todavía queremos seguir provocando caos.
El subtítulo del libro de Castro es "cómo la alegría de remendar y ponerse la ropa puede ser un acto revolucionario".
Es un hecho. Necesitamos una revolución.
¿Qué hacer?
El primer paso es visitar tu guardarropa.
En 2019, la organización británica TRAID lanzó la campaña "23 Percent" (23 por ciento) para resaltar la proporción de prendas que los londinenses guardan sin usar en el armario.
El diseñador de moda estadounidense Sam Weir es el fundador de Lotte.V1, un servicio personalizado de combinación de ropa y accesorios que tiene como objetivo revitalizar nuestra relación con la ropa.
Weir tiene una amplia experiencia en campañas de alto perfil y dice que "muchos de nosotros no usamos lo que tenemos porque nos han enseñado a encontrar soluciones para combinar la ropa según el consumo".
"Combinar ropa permite que las personas se expresen y se diviertan con la ropa, sin comprar [piezas] nuevas; fuerza la creatividad y [hace] que las personas realmente usen su ropa. Implica aprender a interactuar con la moda, sin consumismo, y establecer una relación con nuestras cosas", explica Weir.
¿Por dónde podemos empezar?
"Reserva dos horas y abre tu guardarropa", enseña.
"Busca piezas que no hayas usado en meses o más. Una de ellas podría ser una camisa de vestir. Aquí es donde la ropa a juego puede ayudar".
Weir continúa: "Póntela con unos jeans casuales, algo que solo usarías el fin de semana. Agrega un par de zapatos de tacón bajo y un blazer. Al combinar la ropa, has convertido una pieza que solo usaste en un ambiente en algo para usar en innumerables ocasiones".
"Con la combinación creativa, los vestidos pueden convertirse en faldas o tops, lo viejo vuelve a ser nuevo. Es como si acabaras de ir de compras, sin haber salido nunca de tu guardarropa", concluye.
Las buenas compras son un buen punto de partida, según Mikha Mekler, profesora de gestión de producción en el London College of Fashion. Para ella, "la forma en que compramos es el problema. Si compramos calidad, [la ropa] durará más".
Empieza por evitar las marcas de moda de consumo, con sus gigantescas campañas publicitarias, llenas de celebrities.
Busca marcas con conducta ética que se enorgullezcan de ser artesanales.
Y aún así, compruébalo tú mismo: el peso del producto y la calidad de sus detalles pueden decir mucho.
"Pruébate la ropa", aconseja Victoria Jenkins, tecnóloga de ropa y fundadora de la marca de ropa ajustable Unhidden.
"Tira, tira, examina la costura. ¿Está limpia y ordenada o llena de hilos sueltos? ¿Puedes ver líneas visibles en los puntos de tensión de la costura? ¿La camisa tiene tiras sobre los hombros para que no se deforme cuando se cuelga? ¿El dobladillo es fuerte o puede desprenderse con facilidad? ¿La tela tiene puntadas descoloridas o más defectos de impresión de los esperados?", dice.
El siguiente paso es tener cuidado.
Lavar menos la ropa
En su estudio de 1954 titulado "Jabones en polvo y detergentes", el semiótico francés Roland Barthes escribió sobre el uso de espuma, que no es estrictamente necesaria en el proceso de limpieza, en la publicidad del detergente.
Para él, "lo importante es el arte de disfrazar la función abrasiva del detergente con la deliciosa imagen de una sustancia, a la vez profunda y aireada, que puede controlar el orden molecular del material sin dañarlo".
Persiste la idea de que el lavado de alguna manera renueva y refresca, pero en realidad es muy destructivo, como señala Barthes.
La mayoría de los expertos en ropa sostenible están de acuerdo: lava menos la ropa y lávala con detergentes naturales suaves.
Hazlo del revés para evitar que los colores y estampados se desvanezcan.
La diseñadora Stella McCartney dijo en una entrevista con el periódico británico The Observer en 2019: "La regla es no limpiar. Dejas que la suciedad se seque y la cepillas. Básicamente, en la vida, la regla general es: si realmente no necesitas limpiar algo, no limpies".
"No me cambio el sostén todos los días y no tiro las cosas en la lavadora solo porque han sido usadas. Soy increíblemente higiénica, pero no soy una fanática de la limpieza en seco, o cualquier tipo de limpieza, en realidad", añadió.
Para Mekler, "cuidar la ropa sigue siendo algo que la gente hace mal a diario. Yo lavo mucha ropa, especialmente la más fina e incluso los jeans, en el ciclo de lavado de prendas delicadas, a menos que estén muy sucias".
Considera colgar la ropa ligeramente sucia en el baño mientras se ducha y deje que el vapor haga el trabajo de limpieza. Evita el secado en secadora.
Agita la ropa y cuélguela para que se seque. Y celebra los beneficios ambientales de tus nuevas rutinas.
Según Energy Star, el programa de eficiencia energética de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), una lavadora promedio usa más de 93.000 litros de agua al año.
Es decir, aproximadamente la mitad de lo que una persona bebe en su vida.
Además del agua, cada vez que lavamos la ropa, arrojamos productos químicos y microfibras de telas sintéticas a cursos de agua ya sobrecargados.
Y finalmente, la mayoría de las emisiones producidas durante el período de uso del ciclo de vida de una prenda se generan durante el lavado y secado a máquina.
Reduce este proceso y estarás a la moda de forma sostenible.
Puedes leer este texto publicado originalmente en inglés en BBC Future.