Solo tenía 25 años cuando llegó a una conclusión que cambiaría para siempre la forma en la que observamos el Universo.

Cecilia Payne-Gaposchkin fue una de las grandes astrónomas de la historia y la primera en determinar de qué se componen las estrellas.

Sin embargo, su carrera nunca fue fácil y tuvo que luchar contra los prejuicios de una época en la que ni siquiera se otorgaban títulos universitarios a una mujer.

"Mujeres computadora de Harvard"

Payne-Gaposchkin nació en 1900 en Inglaterra.

A principios de la década de 1920, Payne completó sus estudios de Física y Química en la Universidad de Cambridge, universidad que consentía la presencia de mujeres, pero sin darles un título oficial.

Pero eso no la detuvo. Buscando desarrollar su carrera en astronomía decide irse a estudiar a Estados Unidos, donde creía que, como mujer, tendría más oportunidades.

En 1923 llegó al Observatorio de Harvard College.

Entre 1885 y 1927, el Observatorio empleó cerca de 80 mujeres para estudiar fotografías en vidrio de las estrellas. Se las conocía como mujeres "computadora" de Harvard e hicieron grandes descubrimientos astronómicos.

Descubrieron galaxias y nebulosas, y crearon métodos para medir distancias en el espacio.

Un descubrimiento revolucionario

Mientras Payne trabajó en el Observatorio, usó los últimos aprendizajes de la física cuántica para llegar a un descubrimiento revolucionario: determinar la composición de las estrellas.

Durante la investigación para su doctorado, que obtuvo en 1925, la astrónoma llegó a la conclusión de que las estrellas están compuestas de hidrógeno y helio.

Sin embargo, esa conclusión fue disputada, e incluso ridiculizada, en su época -aunque luego se terminó comprobando-.

El resultado entraba en conflicto con la creencia de ese momento de que las estrellas tenían una composición química similar a la Tierra.

Por ello, el famoso astrónomo Henry Norris Russell le recomendó quitar esa idea de su tesis, afirmando que esos resultados eran "claramente imposibles".

En 1929, el propio Russell reconoció que Payne tenía razón.

Los astrónomos Otto Struve y Velta Zebergs calificaron su tesis como "la más brillante jamás escrita en astronomía".

La tesis fue publicada más tarde como un libro: "Stellar Atmospheres!".

La carrera en Harvard

Pese a ello, a Payne le costó hacerse con un lugar en Harvard.

Entre 1927 y 1938 se desempeñó como asistente técnica del entonces director Harlow Shapley, pero no le adjudicaron un puesto oficial.

"Esto se debía a los puntos de vista misóginos del presidente de Harvard, Abbott Lowell, quien se negó a nombrarla y juró que nunca ascendería a una cátedra de Harvard mientras él estuviera vivo", escribió Amy Davy, curadora del museo de Ciencia de Londres.

En 1938, con otro presidente, le dieron un puesto oficial, aunque aún no de profesora.

Finalmente, fue en la segunda mitad de la década de los 50 cuando se convirtió en profesora y en la primera mujer en dirigir un departamento en Harvard, el de Astronomía. Se retiró en 1966.

"Sin embargo, a pesar de su éxito, a Payne aún se le pagaba menos que sus equivalentes masculinos en Harvard. Un problema de brecha salarial de género que todavía existe hoy", dice Davy.

"Su carrera es un recordatorio aleccionador de que la razón por la que no había más mujeres científicas en la historia no se debía a la falta de talento o pasión, sino a la misoginia sistemática de la sociedad", agregó la curadora.

"El trabajo de Cecilia Payne fue innegablemente importante para nuestra comprensión de las estrellas y la astronomía. Sin embargo, debido a su género, tuvo que trabajar mucho más para luchar por el reconocimiento que merecía".

La propia Payne se describió a sí misma como "una rebelde contra el rol femenino" y declaró que su verdadera rebelión "estaba en contra de ser pensada y tratada como inferior".

 

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