"Lentamente la luz comenzó a apagarse. Recuerdo haber pensado: 'voy a morir'. Así que solo quería dejar que eso pasara".
Ese fue el momento en el que la atleta británica Beth Dobbin sufrió un ataque de epilepsia en su adolescencia tan fuerte que la dejó sin poder caminar, hablar e incluso reconocer a su padre.
Luego vinieron años de ansiedad y un severo trastorno por estrés postraumático. "Simplemente, no tenía el control", reconoció.
De allí que coronarse campeona británica en los 200 metros planos el pasado mes de junio y ganar la medalla de bronce durante la primera edición de la Copa del Mundo de Atletismo en Londres este fin de semana, tenga un valor especial.
Han pasado 11 años desde que Dobbin sufrió el ataque que puso en peligro su vida, pero ella no quiere olvidar ese momento, tal y como se lo contó a Katie Falkingham, de BBC News.
En el patio del colegio
Era el 13 de noviembre de 2007. Dobbin, de 13 años, se levantó para ir al colegio.
Si bien tuvo problemas para ponerse la base de su maquillaje por un extraño problema en su mano, el resto del día transcurría como cualquier otro.
Hasta que llegó el recreo, cuando sufrió el ataque que le cambiaría la vida.
"Estaba de pie frente a mis amigos y de repente mi cabeza comenzó a explotar y mis ojos se fueron hacia atrás", comentó.
"Recuerdo pensar: 'esto no es nada bueno', por lo que me agarré a un amigo. Todavía ahora, tanto tiempo después, tengo la imagen de su rostro en mi mente, estaba aterrada".
Dobbin perdió el conocimiento por 15 minutos y los paramédicos pensaron en un principio que había sufrido un paro cardiaco debido a que había perdido toda su movilidad del lado izquierdo.
Su madre Jean y su padre Jim, exfutbolista de segunda y tercera división, salieron corriendo de casa al enterarse de la noticia.
"Me desperté con toda esta gente a mi alrededor y no tenía idea de quiénes eran".
"No podía hablar, no podía caminar, no podía mover el lado izquierdo de mi cara. Tampoco reconocí a mis padres, no tenía memoria".
¿Microondas o armario?
Tras pasar una semana en el hospital fue recuperando su habilidad para caminar, pero sus dificultades para hablar terminaron siendo mucho más problemáticas.
"Me confundía sobre diferentes cosas y la gente no entendía por qué no podía hablar", recuerda Dobbin.
"Siempre llamaba al microondas el armario. Quería decir lo primero, sabía lo que era, pero terminaba diciendo lo segundo".
El atletismo pasó completamente a un segundo plano, obligada a tomar medicinas para recuperarse.
Con el paso de los años fue recuperando todas las habilidades de su cuerpo, lo que ella describe como "la parte más difícil de todo el viaje".
"Fue una lucha constante porque las medicinas eran mi salvación. Sabías que te funcionaban y que no sufrirías otra convulsión".
"Cuando te las quitan de las manos psicológicamente es muy difícil, porque siempre piensas que vas a tener otro ataque".
"Lo negaba"
Siguieron años de ansiedad en los que era evidente el trauma que había sufrido.
Al final de la adolescencia "me diagnosticaron trastorno por estrés postraumático, pero lo venía sufriendo desde mucho tiempo antes. Simplemente negaba la realidad".
"Al principio se me venía continuamente el recuerdo de lo que pasó aquel día en el colegio. Era algo más bien físico, que yo no veía en la mente".
"Comenzaba a sentir cómo mi mano se doblaba como aquel día, o que mi cabeza retumbaba. La verdad es que daba mucho miedo".
"Al principio no quise hacer frente a lo me había pasado. Regresé lo más rápido que pude al colegio, era adolescente y mis emociones eran una montaña rusa. La gente no lo entendía y sentía que no podía expresar lo que me pasaba".
Tras asumir lo que le ocurría, Dobbin logró controlar la ansiedad y no alarmarse cuando llegaban los peores días.
"En aquella época nadie hablaba de los problemas mentales en el deporte. Se asumía que si eras deportista tenías que ser fuerte, valiente. Ahora se habla más".
Camino por recorrer.
Pese a su triunfo en Londres, Dobbin todavía está muy lejos de ser una atleta profesional.
"Soy simplemente una recepcionista", dijo sobre su trabajo en el área de deportes de la Universidad de Loughborough, Reino Unido.
Ella volverá a correr el próximo mes en Berlín, con el único sueño de llegar a participar en unos Juegos Olímpicos.
"Siempre he dicho que quiero llegar a las Olimpiadas, pero solía pensar que sería como parte de los relevos", explicó.
"Ahora también quiero hacerlo en las prueba individuales, y no hay razón para pensar que no puede pasar".
Con 24 años, Dobbin solo quiere mirar al futuro. Aunque sabe que la convulsión que sufrió hace 11 años estuvo cerca de costarle la vida, también le ayudó a ser la atleta que es hoy, campeona británica de los 200 metros planos.