Anestesiada, Adele Bellis descansa sobre una mesa operatoria en el Centro de Saint Andrew del Hospital Broomfield, en el este de Inglaterra. Más de una docena de trabajadores se preparan para la cirugía.
Ha pasado por tantas en los últimos cuatro años, desde que su exnovio le pagó a un hombre para que le tirara encima ácido sulfúrico, que ya perdió la cuenta.
ADVERTENCIA: ESTA PIEZA CONTIENE IMÁGENES QUE ALGUNOS PUEDEN CONSIDERAR PERTURBADORAS.
Un creciente número de personas están siendo hospitalizadas tras haber sido víctimas de ataques de ácido en Reino Unido y el programa Victoria Derbyshire de la BBC tuvo acceso único a la unidad de quemados más grande de Europa para ver cómo los sobrevivientes de estas agresiones se están recuperando.
Adele es una de ellos.
Esta vez, los cirujanos le realizan una serie de cortes diagonales a lo largo de la cicatriz que tiene al lado derecho de su cuello antes de volver a coser esa zona.
El objetivo es aliviar la presión y ampliar su rango de movimiento, ya que le era difícil girar la cabeza.
Con un láser CO2, le hacen múltiples agujeros pequeños a lo largo de la cicatriz para ayudar a mejorar su apariencia.
Después de una hora en el quirófano, la operación resultó exitosa. Aunque solo es una etapa más de un camino muy largo.
La agresión sucedió en agosto de 2014.
Adele estaba sentada en una parada de autobús hablando por teléfono con una de sus amistades, cuando se fijó en un hombre en ropa deportiva.
"Estaba envuelto con una chalina que le cubría la boca. Trotaba ligeramente sacudiendo una botella", explica.
Así sucedió el ataque que le dejó quemaduras en la parte derecha del cuerpo y la cara que cambiaron su vida.
"A partir de ahí, todo se puso borroso yo corría hacia dentro y fuera de la pista", recuerda.
Adele fue llevada rápidamente a un hospital en Suffolk para ser tratada de emergencia antes de ser trasladada a la unidad especializada en quemaduras, el Centro para Cirugía Plástica y Quemaduras de Saint Andrew, en Essex.
Para entonces, el consejo era simple: "sigue lavando y lavando".
El tratamiento
Solo una vez que la herida haya alcanzado un nivel de pH normal, se puede realizar un tratamiento más elaborado.
Con una tira de papel para medir el pH, se determinó la acidez o alcalinidad de la herida y el mejor tratamiento. Cuando llegó el momento, los cirujanos le extirparon toda la piel quemada y la reemplazaron con piel donada.
"Luego me hicieron injertos", cuenta Adele. "Los sacaron de mi muslo y los pusieron en un lado de mi cabeza, mi mano, mi brazo y mi pecho".
Después de la cirugía, las cicatrices requirieron cuidado continuo durante las 24 horas del día, con prendas especiales para hacer presión constante sobre ellas y evitar que se produzcan bultos en la piel.
"Durante mi recuperación, tuve que ponerme una máscara 12 horas al día, era grande y de plástico", explica Adele.
"Luego, tuve que usar prendas a presión alrededor de toda mi cabeza mientras dormía. Así constantemente durante 18 meses".
En la unidad de quemados no hay espejos, así que Adele no pudo ver bien cómo lucía hasta que salió de ahí seis meses después.
"La percepción que un paciente tiene de su propia imagen es muy fuerte y cuando han pasado por un trauma puede que no estén preparados para cómo se ven", explica el cirujano Quentin Frew.
Adele es una de los muchos pacientes que están siendo tratados en el Centro de Saint Andrew, que cuenta con 24 camas dedicadas a víctimas de quemaduras y un quirófano para esta especialidad abierto las 24 horas del día.
La demanda de sus servicios está creciendo.
En los últimos cinco años, más de 500 pacientes fueron ingresados en hospitales de toda Inglaterra tras haber sido agredidos con sustancias corrosivas, según nuevos datos obtenidos por el programa de Victoria Derbyshire.
"En realidad, la gente que vemos aquí son solo la punta del iceberg", dice Frew.
"Puede que muchos pacientes no vengan a emergencias", explica.
"Puede que se traten a sí mismos debido a la vergüenza o la preocupación por las repercusiones que tendrían en las pandillas o los miembros de su familia".
"Tú visión del mundo cambia"
Esta unidad médica no solo busca tratar las consecuencias físicas, sino también las cicatrices mentales.
Maria Lawford, una consejera de alto rango del Servicio de Terapia Psicológica de esta unidad explica que "un trauma significa que todo salta por los aires, sobre todo con un ataque de ácido".
Añade: "Toda tu visión del mundo cambia muy rápidamente, inmediatamente, y tu sentido de la seguridad en el mundo se ve comprometido".
Adele asegura que su terapia le ayudó a decidir que no dejaría que su exnovio le "arruinara" la vida.
Había sido víctima de violencia doméstica, explica.
"Básicamente, él me controlaba, me manipulaba y cuando ya no quise estar con él, terminé con eso".
"Simplemente no creo que él quisiera que nadie más me tuviera, así que en su mente -y al atacarme con ácido- nadie me querría. Así que por eso le pagó a ese hombre para que lo hiciera".
Su antigua pareja está ahora en la cárcel.
Adele afirma que juró tener una "vida normal otra vez", pero ella no es la única afectada.
Si bien el ataque la ha acercado a su familia, dice que su padre es "ahora como un hombre destrozado".
Sin embargo, ella continúa siendo optimista.
"Cada vez que vengo al hospital es algo positivo porque sé que es un paso adelante para ayudarme a mí y a mis cicatrices", asegura.
"El ataque con ácido siempre estará conmigo. Siempre formará parte de mi pasado, sin importar lo que suceda".
"En realidad, no puede imaginarme sin cicatrices", añade.
De hecho, como testimonio de su continua recuperación, ha empezado a aceptarlas.
"Mis nuevas cicatrices representan a mi nueva yo", afirma. "La nueva yo fuerte".