El cine está de luto.

Milos Forman, el reconocido director de cine checo, murió el viernes a los 86 años tras una "breve enfermedad", según un comunicado familiar.

"Su partida fue tranquila y estuvo rodeado todo el tiempo por su familia y sus amigos más cercanos", escribió en el texto su esposa Martina.

Nació en la ciudad checa de Caslav en 1932, Forman vivió en carne propia los horrores de la Segunda Guerra Mundial, primero, y, luego, de la represión soviética sobre su país.

Contestatario por naturaleza, obsesionado con el lugar del hombre en una sociedad que lo niega, desmitificador e iconoclasta, Forman tuvo el raro privilegio de encajar en Hollywood y ser, a la vez, considerado un autor de culto.

Sus películas ganaron un total de 14 Oscars y muchas de ellas han resistido el paso del tiempo y sobrevivido como arquetipos de individuos atormentados por sus circunstancias.

En BBC Mundo lo recordamos con tres películas que marcaron su carrera y que siempre quedarán en el recuerdo de sus más fieles cinéfilos.

Alguien voló sobre el nido del cuco

Filmada en 1976, es quizás su película más conocida y la que marcó su consagración como director.

Ganó ocho premios Oscar y muchos listados posteriores la incluyen como una de las 100 mejores cintas del siglo XX.

De hecho, fue el segundo filme en la historia en obtener los cinco principales premios de la Academia: a mejor película, director, actor, actriz y guion adaptado.

Algo así no se había visto en Hollywood desde 1934, con Sucedió una noche y no se volvería a lograr hasta 1991, con El silencio de los corderos.

En ella, Forman no solo destacó por la genialidad con la que recreó la historia original, basada en una novela de Ken Kesey, sino en la dirección de actores, que ayudó a diseñar el admirable personaje protagónico de Jack Nicholson.

Amadeus

Devoto de la ópera y admirador de Mozart, Forman cumplió con esta película de 1984 el anhelado sueño de incursionar en un musical.

La película narra la atormentada vida del genio vienés, su ascenso y decadencia, desde la retorcida mirada de su principal rival: el también extraordinario músico Antonio Salieri.

Música, actuaciones y decorados se combinan en una cuidadísima recreación de época que revivió para muchos el encanto del barroco europeo.

Ganó un total de 40 premios, entre ellos: ocho Oscars, cuatro Globos de Oro e igual número de preseas de la Academia de Cine Británico.

Los fantasmas de Goya

Fue una de sus últimas películas y, tal vez, la mejor de las que terminó en el siglo XX, aunque no se comparaban en gloria con sus producciones anteriores.

El mismo Forman escribió el guión junto al genio francés Jean-Claude Carrière y juntos crearon una intrigante historia de época, ubica a finales de la inquisición española, con otro artista atormentado como protagonista.

En este caso, fue el genio de la pintura española Francisco de Goya y, nuevamente, el director enfrenta a su personaje con los prejuicios, los radicalismos y la intolerancia de una sociedad que no es capaz de comprender las dimensiones del arte.

La película pasó sin penas ni glorias y, para muchos, fue síntoma de la decadencia y la vejez creativa de Forman.

Sin embargo, las obras de su juventud y madurez creativa seguirán siendo por años un testimonio del poder del cine para reflejar los conflictos más trascendentales de la naturaleza humana.

Y, también, la posibilidad de hacer pensar desde la risa, la inteligencia, la denuncia y la poesía.

Publicidad