Es considerada como una de las armas homicidas más famosas del mundo y el año próximo verá la luz por primera vez en décadas.

El 20 de agosto de 1940, León Trotski fue herido en la cabeza con un picahielos por Ramón Mercader, un agente estalinista de origen español que se había infiltrado en la residencia del antiguo líder bolchevique en la calle Viena de Coyoacán, en Ciudad de México.

Mercader sería detenido en el lugar por los guardaespaldas de Trotski, quienes lo entregarían a los funcionarios de la Policía de México.

Malherido, Trotski fallecería al día siguiente.

Sería entonces cuando las autoridades mexicanas exhibirían por primera y única vez el picahielos que había sido tomado por los agentes como parte de la evidencia del crimen.

"A partir de ese momento, quedó en la oscuridad", comentó H. Keith Melton, un coleccionista privado residente en Florida, al programa World Update de la BBC.

Melton, aficionado a los objetos relacionados con historias de espionaje, dedicó 40 años a intentar ubicar el tristemente célebre picahielos que ahora forma parte de un conjunto de más de 5.000 objetos que acaba de donar al Museo Internacional de Espionaje, ubicado en Washington, donde el año próximo será puesto en exhibición.

"El crimen del siglo"

"Quizá (el asesinato de Trotski) sea el crimen político del siglo. Es una historia increíble. Implicó, quizás, amor; sin duda, seducción, intriga y traición en una medida tal que para la gente que no está familiarizada con el mundo del espionaje resulta difícil de comprender lo bien concebido y bien ejecutado que estuvo durante años", dijo Melton.

"Trotski era probablemente el último oponente importante de (el líder soviético José) Stalin. Estaba en el exilio y viajaba mucho por el mundo porque la Unión Soviética le hizo difícil quedarse en cualquier lugar. No tenía dinero y se ganaba la vida escribiendo libros y artículos criticando a Stalin, quien estaba harto de él", indicó.

"Fue un plan de asesinato muy largo y complejo, que requirió de varios años y de la participación de varias personas", agregó.

El ataque de Mercader fue, de hecho, el segundo intento de asesinar a Trotski ese año pues ya en mayo su vivienda había sido atacada por una veintena de personas armadas, entre las que se encontraba el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros.

"23 hombres con ametralladoras entraron en la casa, aislaron a los guardaespaldas de Trotski, rodearon su habitación y dispararon más de 200 veces con ametralladoras y armas semiautomáticas contra ese pequeño cuarto pero milagrosamente fallaron", explicó Melton.

"Cinco días después del suceso, activaron el plan B, cuyo nombre código era Madre", añadió.

Fue entonces cuando se puso en marcha el plan de ataque de Mercader, quien era hijo de Caridad Mercader, una simpatizante de la Unión Soviética que había tenido una participación destacada durante la Guerra Civil española.

"La inteligencia soviética se fijó en ella cuando estuvo herida en un hospital. Fue seducida por un Leonid Eitingon, quien sería el comandante operacional responsable del asesinato. Él la reclutó para esta operación y ella entregó a su hijo", narró Melton.

Mercader fue condenado a 20 años de cárcel en México y su madre tuvo que abandonar el país rápidamente, a través de Cuba, en dirección a la URSS.

Pero, ¿y qué pasó con el picahielos?

Décadas en la oscuridad

Según le explicó Melton a la BBC, el arma usada por Mercader contra Trotski estuvo archivada como evidencia por la Policía de México hasta 1946, cuando fue remitida a una suerte de museo de criminalística que estaban creando, una institución didáctica para la formación de los agentes policiales.

En la década de 1960, cuando el jefe de ese museo se retiró, sus colegas le obsequiaron el picahielos como regalo de despedida.

"Él se lo llevó a su casa y durante los 40 años siguientes lo mantuvo bajo la cama de su hija, quien lo recibió como parte de su herencia", relató Melton.

Indicó que hace casi una década, la mujer ofreció una rueda de prensa anunciando que tenía el picahielos en su poder y que estaba dispuesta a deshacerse de él.

Fue entonces, cuando Melton vio su oportunidad. Viajó a México en tres ocasiones e hizo las pruebas correspondientes para verificar que se trataba del arma utilizada en el asesinato de Trotski.

Su búsqueda había concluido.

Publicidad