¿A veces sientes como si estuvieras escalando una montaña todos los días, y cada mañana, cuando te levantas, la misma montaña está frente a ti?

Lucy Hone es directora del Instituto de Bienestar y Resiliencia de Nueva Zelanda.

Resiliencia, según la RAE, es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.

En eso, Hone es una experta y no sólo por sus estudios y carrera profesional sino porque su propia capacidad de recuperación fue puesta a prueba de la manera más dolorosa en 2014.

Estas son sus palabras.

"Mi pequeña Abi, que tenía 12 años en ese momento, se fue de paseo en con su mejor amiga Ella, y la mamá de Ella, que también era una amiga mía muy querida.

En el camino de regreso, un conductor aceleró en vez de frenar ante una señal de alto, se estrelló contra ellas y las mató a las tres.

Es por eso que tengo una percepción particular sobre la resiliencia: había hecho los estudios académicos, examinado toda la investigación sobre el tema, pero, luego, tuve que probar qué funciona de una manera real y horriblemente personal.

Y puedo decir que ahora me siento muy afortunada, porque gracias a todo ese entrenamiento, al menos tenía algunas herramientas a la mano cuando lo peor sucedió.

Pero quiero dejar claro un punto muy importante aquí.

Muy a menudo la gente piensa en la resiliencia como algo personal pero de hecho sabemos que es mucho, mucho más grande que eso.

¿Por qué es importante que un país sea resiliente?

Porque nos permite movilizar nuestros recursos más rápidamente. Y en eso, me refiero a todo, desde inodoros portátiles hasta la confianza.

Piensa en cuán cambiantes son los entornos en los que todos vivimos hoy en día, producto de las tragedias que provocan eventos naturales como covid-19, incendios forestales o terremotos.

El cambio y la adversidad llegan profusamente, y las sociedades y las naciones resilientes son mucho más capaces de responder en esos momentos, para poder proteger a su gente vulnerable y a la economía, y así resistir lo que venga de una manera mucho mejor.

En ese sentido, sabemos que no verse representado en la sociedad -ya sea por motivos de raza, sexualidad, capacidad o enfermedad mental- es potencialmente perjudicial para la capacidad de recuperación.

Cualquier forma de prejuicio como ese, ese sentimiento de que no perteneces, no eres visto y escuchado, es hiriente y reductor cuando se trata de resiliencia.

Magia ordinaria

Desde esa perspectiva personal, la buena noticia es que la investigación muestra que lo que realmente se requiere para soportar la adversidad es lo que llamamos "magia ordinaria".

No es un rasgo esquivo que solo está disponible para unos pocos; podemos enseñarle a las personas a ser más resilientes.

Las tres estrategias en las que confié cuando las niñas murieron, y para ser honesta, de las que dependo todavía ahora, sobre todo en la situación en la que hemos estado viviendo todos, son:

1. Entiende que el sufrimiento es parte de la vida

Ya sea por divorcio, despido o la pérdida de un ser querido, a todos nos suceden cosas realmente difíciles de sobrellevar.

Al vivir esas terribles experiencias, estar consciente de que la adversidad y el sufrimiento era algo común, realmente marcó la diferencia porque impidió que me sintiera apartada, casi como discriminada por la vida.

2. Sintonízate con lo bueno

En esas situaciones nos puede absorber lo que en psicología llamamos sesgo de negatividad.

Los humanos somos muy buenos para fijarnos en todas las cosas malas. Pero no somos tan buenos para sintonizarnos con las cosas buenas.

Es realmente muy importante que elijas enfocar tu atención en algunas de las cosas buenas para contrarrestar el impacto de una desgracia.

Las personas resilientes se cuidan mucho al elegir en qué centran su atención.

3. "¿Esto me está ayudando o perjudicando?"

Pregúntate: "La forma en que estoy pensando o en que estoy actuando en este momento, ¿está ayudando u obstaculizando mi esfuerzo para superar esto?".

Con demasiada frecuencia, la gente piensa que ser fuerte, digno, resiliente significa soportar la adversidad ocultando lo que se está sintiendo, pero eso es absolutamente falso.

En realidad, ser resiliente también es poder aceptar tus vulnerabilidades, saber cuándo necesitas buscar ayuda y comunicarte.

Los estudios han demostrado que tener relaciones sólidas y de apoyo es probablemente lo más importante que podemos hacer para desarrollar la capacidad de soportar y superar las adversidades.

Mi pareja y yo tuvimos mucha suerte cuando nuestra hija murió. Contamos una comunidad realmente solidaria, que nos ayudó. Y eso es todo lo que necesitas cuando navegas por el trauma y la adversidad.

Nadie lo logra solo.

Uno de los investigadores clave en el campo, Chris Peterson, resumió en tres palabras sus décadas de investigación: "Otras personas importan".

 

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