Los amantes de las teorías de la conspiración tienen un amplio repertorio. Afirman que ningún astronauta estadounidense ha pisado la superficie de la Luna. Que todo fue un engaño. Un montaje realizado en algún estudio de televisión, para colmo con mala iluminación. Una conspiración política de los estadounidenses para superar a los soviéticos en la carrera espacial. Un asunto de la Guerra Fría.
Máquinas sísmicas y reptiloides
Y ya que estamos en esto, podemos mencionar también otras teorías conspirativas: por ejemplo, la de que en Alaska existe una misteriosa instalación de investigación que puede generar terremotos. Se llama HAARP y, según esta versión, podría realizar diversas manipulaciones meteorológicas para aterrorizar al mundo.
También está la teoría de las Chemtrails. Sostiene que lo que consideramos inofensivas franjas de condensación en el cielo, son en realidad estelas químicas dejadas por aviones que por encargo de gobiernos malévolos rocían sustancias para modificar el clima y envenenar a la gente.
Otras teorías sostienen que la Tierra es plana. O que es gobernada por reptilianos o reptiloides.
Las causas de la fascinación
No se sabe con certeza cuántos seguidores tienen estas teorías conspirativas. Tampoco si su número ha aumentado. De cualquier manera, estas absurdas historias se han vuelto más visibles gracias a internet y las redes sociales. Psicólogos sostienen que sus adeptos se sienten confirmados y ya no tienen la sensación de pertenecer a una pequeña minoría.
Experimentos científicos demuestran también que estas personas están dispuestas a creer hasta las cosas más insólitas, con tal de pertenecer al supuesto círculo exclusivo de la elite del conocimiento.
Habría que investigar por qué hay tantos seguidores de la teoría de que el alunizaje nunca tuvo lugar. Pero, en todo caso, el detonante fue un curioso libro del estadounidense Bill Kaysing. Se publicó en 1976 con un claro título: "We never went to the Moon”.
Kaysing no era científico, ni técnico, ni ingeniero. Había escrito sobre diversos temas, como agricultura, cocina o cómo ahorrar impuestos. Pero su libro sobre la Luna tuvo impacto. Estas son 4 de sus tesis más populares:
1: La bandera
Argumento: en las imágenes, la bandera que Neil Armstrong y Buzz Aldrin plantaron en la superficie lunar flamea al viento. Y eso no puede ser, porque la Luna no tiene atmósfera.
La explicación científica:
La bandera no flameaba. Solo se movió cuando los astronautas la tocaron y la plantaron en la superficie lunar. En la Tierra, la atmósfera frena rápidamente tales ligeras reverberaciones. En la Luna, en cambio, las vibraciones se prolongan mucho más. Además, había una varilla que mantenía extendida la bandera, dando la impresión de que ondeaba.
2: Ausencia de estrellas
Argumento: En las imágenes captadas en la Luna no se ven estrellas; ergo, fueron hechas en un estudio.
La explicación:
Es verdad que desde la Luna, que carece de atmósfera, se tiene una magnífica vista de las estrellas. Pero cuando los astronautas estuvieron allí, era de día. Una explicación es que la superficie lunar, los astronautas y el módulo de alunizaje estaban tan iluminados por el sol que no se percibía la débil luz de las estrellas.
3: Demasiada perfección
Argumento: ¿Cómo pudieron hacer los astronautas fotos tan perfectas con las cámaras Hasselblad que llevaban a la altura del pecho?
La explicación:
No todas las imágenes eran perfectas. Hay numerosas fotos movidas que aterrizaron en los archivos de la NASA. Solo las mejores fueron publicadas. Además, los astronautas tuvieron tiempo de familiarizarse en Tierra con las cámaras Hasselblad. Un lente granangular facilitó el enfoque y permitió encuadres mayores.
4: Sombras oblicuas
Argumento: En algunas fotos se ven sombras que no discurren paralelamente. Con el sol como única fuente de luz, deberían haber sido paralelas. Pero no fue así, de modo que debe haber habido reflectores.
La explicación:
Todo es cosa de perspectiva. Las líneas paralelas en una superficie tridimensional se ven siempre oblicuas cuando se las representa en dos dimensiones. Basta con pensar en los rieles del tren, que parecen acercarse a la distancia, pese a que son paralelos.
Se esgrimen otras supuestas evidencias de que el alunizaje no tuvo lugar, pero todas han sido desbaratadas por los científicos. En suma: no existe prueba alguna de que todo haya sido una conspiración. Ni siquiera los soviéticos negaron en ese entonces la veracidad de la llegada de los astronautas estadounidenses a la Luna, lo que quiere decir mucho, tratándose de los tiempos de la Guerra Fría.