"Elegimos ir a la Luna, no porque sea fácil, sino porque es difícil", declaró el presidente de Estados Unidos John F. Kennedy en septiembre de 1962.
La frase fue una de las que quedaron en la memoria de su generación y las siguientes relacionadas con el histórico evento.
Pero aquella meta iba acompañada de un plazo: llevar un hombre a la Luna y traerlo de vuelta a la Tierra debía lograrse antes de que terminara esa década.
Kennedy, asesinado en 1963, nunca supo si su país ganaría esa "carrera espacial" contra su archirrival, la Unión Soviética, que ya había marcado dos hitos al poner en órbita el primer satélite (el 'Sputnik', en 1957) y, más grave aún, al enviar al primer hombre al espacio (Yuri Gagarin, el 12 de abril de 1961).
En plena Guerra Fría, EE.UU. necesitaba que su primer paso en ese escenario fuera de tal magnitud que igualara o sobrepasara los que había dado Moscú.
Y poco antes de que expirara el plazo que Kennedy había establecido, la NASA lo logró: el 20 de julio de 1969 el astronauta Neil Armstrong hizo historia al convertirse en el primer hombre en pisar la Luna.
La frase que pronunció al apoyar el pie izquierdo en la superficie de nuestro satélite natural se convirtió en una de las citas más conocidas de toda la historia: "Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad".
Pero Armstrong no iba solo. En la arriesgada misión Apollo 11 lo acompañaron Michael Collins y Edwin "Buzz" Aldrin.
Aunque Collins no estaba en el módulo lunar que aterrizó en la Luna (pues solo había espacio para dos astronautas), Aldrin, el piloto, sí estaba ahí y también se bajó a admirar el paisaje.
¿Qué dijo él cuando pisó la Luna?
Ese es uno de los detalles no tan conocidos pero interesantes y divertidos de la misión que hace 50 años realizó un sueño compartido desde el inicio de los tiempos.
1. Por si acaso I
A pesar de que los seguros nacieron para indemnizar a quienes se arriesgaban a emprender viajes por los mares del mundo, las firmas aseguradoras se mostraron reacias a brindarle sus servicios a otros viajeros: los del espacio.
La aventura les pareció demasiado peligrosa.
NASA les dio a los astronautas un seguro de vida básico, pero Armstrong, Aldrin y Collins seguían preocupados por el futuro de sus familias en caso de que ocurriera un desastre.
Así que idearon una estrategia: firmaron sobres conmemorativos de la misión Apollo 11, que estaban adornados con imágenes y estampillas sobre el tema.
Los llamaron "coberturas de seguro" pues, si morían en el intento, sus familias podrían vendérselos a coleccionistas.
2. Por si acaso II
Por supuesto, los astronautas no fueron los únicos en planear el peor de los escenarios.
Si todo fallaba, quien tendría que hablarle a los estadounidenses y al mundo era el presidente, que en ese momento era Richard Nixon... y ese no sería un momento indicado para improvisar.
Así que el jefe de redacción de discursos del mandatario, Bill Safire, tuvo que preparar un discurso que nadie quería escuchar: aquel que lamentaba la muerte de los astronautas.
Habiendo hablado con funcionarios de la NASA, Bill sabía que había una alta probabilidad de que sucediera tal fatalidad.
El texto titulado "En caso de desastre lunar" elogia, con palabras finas y edificantes, la valentía, el sacrificio y el espíritu de exploración de los hombres.
"El destino ha querido que los hombres que fueron a la Luna a explorar en paz se quedaran en la Luna a descansar en paz. Estos valientes hombres, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no hay esperanzas de que los rescatemos. Pero también saben que existe esperanza para la humanidad en su sacrificio.
Los dos dieron sus vidas en el más noble objetivo de la humanidad: la búsqueda de la verdad y la comprensión.
Serán llorados por sus familiares y amigos. Serán llorados por la nación. Serán llorados por la gente del mundo. Serán llorados por una madre Tierra que se atrevió a enviar a dos de sus hijos hacia lo desconocido.
En su exploración, concitaron a la gente del mundo a sentirse como uno; en su sacrificio, atan más estrechamente la hermandad del hombre.
En la antigüedad, los hombres miraban a las estrellas y veían a sus héroes en las constelaciones. En la actualidad, hacemos lo mismo, pero nuestros héroes son hombres de carne y hueso.
Otros los seguirán, y seguramente encontrarán su camino a casa. La búsqueda del hombre no será negada. Pero estos hombres fueron los primeros, y seguirán siendo los primeros en nuestros corazones.
Todo ser humano que mire a la Luna en las noches venideras, sabrá que en algún rincón de otro mundo, estará para siempre la humanidad".
3. A bordo con una bomba nuclear
Un cohete gigante Saturn V fue el que disparó al espacio al Apollo 11 y a su tripulación. Con tanto poder, era como pilotar una bomba nuclear.
Saturno V pesaba más de 2,8 millones de kilogramos. Su altura era de 111 metros, 18 más que la Estatua de la Libertad.
Funcionaba en tres etapas y cada una se separaba de la nave después de que realizar su trabajo.
El cohete generaba 34,5 millones de newtons de empuje en el lanzamiento. Un newton es la fuerza necesaria para proporcionar una aceleración de 1 m/s2 a un objeto de 1 kg de masa.
Debido al calor que producía, Saturn V requirió una zona de exclusión de 5 kilómetros alrededor de la plataforma de lanzamiento.
Los espectadores solo escucharon los motores encendidos 15 segundos después. Para ellos, Saturno V aparentemente despegó en silencio.
4. Creada por un nazi
El director del Centro Marshall de vuelos espaciales, la sede original de la NASA, era el profesor Wernher Von Braun, un ex científico nazi y el cerebro detrás de Saturno V.
El Saturn V se basaba en la tecnología que Von Braun había desarrollado para el programa de cohete V-2 de Adolfo Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.
Más tarde, como ciudadano estadounidense, Von Braun se convirtió en uno de un equipo de físicos e ingenieros del Tercer Reich que trabajaron para NASA y era conocido por su cuidadoso enfoque científico.
Algunos críticos decían que era demasiado cauto y lo culpaban de que los soviéticos hubieran llevado primero a un hombre al espacio.
Pero Von Braun sabía que Apollo 11 podía cambiarlo todo.
5. Un fuego en la Luna
¿Quién mejor para cubrir la noticia más grande de la década o -dependiendo del punto de vista- del siglo que uno de los más famosos escritores de EE.UU., Norman Mailer?
No solo era el gran innovador del periodismo literario, sino que había estudiado ingeniería aeroespacial en la Universidad de Harvard.
La revista Life lo contrató y lo envió a Houston y al cabo Kennedy para que fuera testigo del vuelo del Apollo 11 y escribiera sobre el inédito evento.
Mailer llegó con la expectativa de verse envuelto en ambiente de emoción, intriga y magia.
Sin embargo, mientras deambulaba por el Centro de Naves Espaciales Tripuladas, le pareció que NASA era un lugar estéril y poco inspirador.
En oficinas sin ventanas, el personal comía solo mirando sus pantallas. Parecían estar enamorados de las computadoras.
Imaginó con disgusto un futuro en el que todo se hacía digitalmente, incluso las citas amorosas.
No obstante, lo arrastró la emoción del acontecimiento.
"Todo el mundo se preparó para presenciar el gran final de la semana más grande desde el nacimiento de Jesucristo (...)
A través de la electricidad estática de los altavoces llegaban frases sueltas.
'El águila está estupendamente, todo va bien', llegó a sus oídos, junto con datos sobre la altitud.
'¡Todo listo para el aterrizaje, fin!'.
'De acuerdo, listo para el aterrizaje, 900 metros'.
Así (...), se preparaban para entrar por el embudo de un acontecimiento histórico cuya importancia podría llegar a igualar la de la muerte (...)
¿Es así también la experiencia de estar a punto de nacer? ¿Esperaba uno en una estancia moderna, entre extraños, mientras se iban anunciando números?: 'Alma número 77-48-16, lista, pase a la zona CX, será concebida a las 16.04 horas' (...)
-'Houston, aquí la base de la Tranquilidad. El águila ha aterrizado'.
Era la voz de Armstrong, la voz serena del muchacho más estupendo del pueblo, el que lo saca a uno del mar cuando se está ahogando y se aleja corriendo antes de que uno pueda ofrecerle una recompensa.
(...)
La Luna hablaba de agujeros, torturas, cicatrices, quemaduras y fusiones de magma hirviente.
Embestida, destripada, descuartizada, retorcida, golpeada, una tierra de desiertos en forma de círculos de 80 y hasta 130 kilómetros a través, una tierra de anillos montañosos, algunos más altos que el Himalaya, una tierra de recovecos huecos y cráteres interminables, cráteres dentro de cráteres, que, a su vez, residían dentro de otros cráteres...".
Esas son unas de las 115.000 palabras consignadas en la obra "Un fuego en la Luna", serializada en tres números de la revista Life entre 1969 y 1970, y publicada más tarde como libro.
6. El segundo en pisar
El 21 de julio a las 02:56:15 GMT, Armstrong se convirtió en el primer ser humano en caminar sobre la Luna.
Mientras pronunciaba las 13 palabras cuidadosamente escogidas por NASA que hicieron historia, Aldrin lo filmaba desde el módulo lunar. Al cabo de 19 minutos, se unió a Armstrong en la superficie.
Cerró la puerta de la cabina con cuidado y contempló el paisaje lunar gris blanco.
Estaban a unos 380.000 kilómetros de distancia de la Tierra y esta se veía del tamaño de una canica.
"Hermosa vista", dijo Aldrin. Luego de que Armstrong asintió, agregó: "Magnífica desolación".
¿Y qué dijo el tercero?
"¡Whoopee! Hombre, ese pudo haber sido un pequeño paso para Neil (Armstrong), ¡pero fue uno grande para mi!", dijo Charles Conrad Jr, comandante de Apollo 12, al convertirse en el tercer hombre en caminar en la Luna el 20 de noviembre de 1969.