El proyecto Más Agua de Alto Tarapacá, que inició en 2013, se propuso recuperar 200 hectáreas de bofedales y vegas que son clave en el desarrollo cultural y económico de los pueblos originarios que habitan en la precordillera y cordillera andina. Estos vegetales producen suelos orgánicos y actúan como esponjas capaces de retener y almacenar agua, lo que mitiga fluctuaciones climáticas entre períodos secos y húmedos.

Por esta razón, el proyecto de Fundación Avina, Coca-Cola y Corporación Norte Grande se trazó como prioridad incluir al pueblo aymara en su implementación. En las cuencas de los ríos Huatacondo, Cariquima, Sacaya, además del salar del Huasco, estas comunidades indígenas emplean la técnica ancestral del “champeo” para retener el agua y poder recuperar los bofedales.

La historia de Eulogia

Eulogia Quispe cocina el almuerzo para los comuneros que llegan de trabajar en el rescate de las vegas andinas en la zona de Huaitane, un poblado a 4.000 metros de altura en la Región de Tarapacá.

Pero hacer la comida para los comuneros, entre ellos su esposo y tres de sus hijos, no es su única tarea. Acto seguido, toma las herramientas y con los pies en el barro se incorpora al trabajo que apunta a recuperar las fuentes de agua para las próximas generaciones. Para eso, trabajan en la canalización, limpian las vertientes, retiran la vegetación muerta y construyen los diques. Eulogia fue de las primeras habitantes que vislumbró la importancia del Proyecto Alto Tarapacá para su comunidad. 

“Doña Eulogia ha sido un gran soporte, con ella hemos tenido un gran aprendizaje y hasta hoy sigue apoyándonos cuando llevamos voluntarios para trabajar en el territorio”, explica Diego Araníbar, encargado de la iniciativa para la Corporación Norte Grande.

El trabajo que empezó en 2013 superó la meta que se había propuesto y ya van 230 hectáreas recuperadas. Además, estos trabajos  beneficiaron indirectamente a otras 1.640 personas de las nueve comunidades aymaras comprometidas.

La mayor disponibilidad de agua en las hectáreas intervenidas también impactó en la producción de forraje más nutritivo para 4.800 cabezas de ganado. Otro aporte relevante para las comunidades fueron los talleres dirigidos a jóvenes voluntarios, donde comuneros más experimentados en el rescate de las fuentes de agua de las vegas transmiten sus conocimientos sobre las técnicas ancestrales utilizadas.

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