Todos los años se premia a los científicos más destacados de las diferentes áreas de la ciencia por sus contribuciones a la humanidad. Sin embargo, ¿te habías parado a pensar que pasaba con los que no califican para el Nobel?
Para esto se crearon los premios Ig Nobel de la ciencia, uno de los galardones más disparatados del mundo que, calificados por la revista de humor científico Annals of Improbable Research (Anales de Investigaciones Improbables), se han convertido en una parodia de los ansiados premios suecos, premiando a las investigaciones más absurdas.
Debido a la situación sanitaria que afecta a todo el mundo por la pandemia del Covid-19, este año los Ig Nobel no pudieron llevarse a cabo en la tradicional sede de la Universidad de Harvard, pero de todas formas se sacó adelante con una ceremonía vía online.
Los ganadores de 2021 tienen estudios muy variados, que van desde el análisis de chicles encontrados en el pavimento hasta la obesidad de los políticos como síntoma de corrupción de un país.
Otros premios destacados fueron el orgamos como medicamento descongestionante nasal, la utilidad de las barbas como protección y amortiguación de golpes en el rostro o la insólita forma de comprobar la seguridad de transportar a un rinoceronte en el aire amarrado desde sus extremidades.
La celebración de los Ig Nobel cumple 31 años este 2021, honrando descubrimientos científicos que son catalogados como curiosos, extraños y divertidos. El ganador recibe un trofeo de papel y un billete de 10 billones de dólares de Zimbabwe.
El diario El País de España tuvo acceso a entrevistar a uno de los ganadores, Manuel Porcar, quién estudió las bacterias de los chicles pegados en la calle, quién aseguró que al ser notificado como ganador “no le vi la gracia”, ante lo que el jurado Marc Abrahams le respondió “nadie lo hace. Les pasa a todos”.
Todos los ganadores:
Biología: Susanne Schötz, por analizar variaciones de los ronroneos, gorjeos, parloteos, trinos, murmullos, maullidos, gemidos, chillidos, silbidos, aullidos, gruñidos y otros modos de comunicación entre gatos y humanos.
Ecología: Leila Satari y colegas, por utilizar el análisis genético para identificar las diferentes especies de bacterias que residen en chicles desechados pegados en las aceras de varios países.
Química: Jörg Wicker y sus colegas, por analizar químicamente el aire dentro de las salas de cine, para probar si los olores producidos por una audiencia indican de manera confiable los niveles de violencia, sexo, comportamiento antisocial, uso de drogas y malas palabras en la película que están viendo.
Economía: Pavlo Blavatskyy, por descubrir que la obesidad de los políticos en un país puede ser un buen indicador de la corrupción en esa nación.
Medicina: Olcay Cem Bulut y colegas, por demostrar que los orgasmos sexuales pueden ser tan efectivos como los medicamentos descongestionantes para mejorar la respiración nasal.
De la Paz: Ethan Beseris y sus colegas, por probar la hipótesis de que los humanos desarrollaron barbas para protegerse de los golpes en la cara.
Física: Alessandro Corbetta y sus colegas, por realizar experimentos para aprender por qué los peatones no chocan constantemente con otros peatones.
Cinética: Hisashi Murakami y sus colegas, por realizar experimentos para comprender por qué los peatones a veces chocan con otros peatones.
Entomología: John Mulrennan Jr y colegas, por su estudio "Un nuevo método de control de cucarachas en submarinos".
Transporte: Robin Radcliffe y sus colegas, por determinar mediante un experimento si es más seguro transportar un rinoceronte en el aire boca abajo.