El hallazgo fue hecho por el estudiante Tyrone O'Doherty como parte de un equipo de investigación de la Universidad de Curtin, en el Centro Internacional para la Investigación de Radioastronomía (ICRAR).
El equipo liderado por la astrofísica Natasha Hurley-Walker se encontraba mapeando las ondas de radio en el universo, identificando una monumental explosión de energía a 4 mil años luz de distancia.
Lo llamativo de la explosión de energía es que provenía de un objeto giratorio, en un principio lo atribuyeron a una supernova. Pero con los minutos notaron que esta ocurría exactamente cada 18 minutos.
Preocupaciones al momento del hallazgo
La explosión cada vez daba más muestras, por su aspecto y la exactitud de los tiempos, de ser una señal o un mensaje más que una explosión. "Me preocupaba que fueran extraterrestres", le explicó Natasha a News Science and Nature.
Una vez descubierta la señal, comenzaron a analizar su frecuencia, “Allí la fuente estaba otra vez exactamente en el mismo lugar y exactamente en la misma frecuencia", explicó la doctora, quien añadió: "No se parece a nada que los astrónomos hayan visto antes. En este punto me quedé helada".
Durante la observación los astrónomos y estudiantes estaban nerviosos pues podía ser un gran descubrimiento, pero los nervios sobre la magnitud del descubrimiento era difícil de disimular hasta que dieron un “suspiro de alivio”.
Con las horas observaron que la señal se estaba detectando en una amplia gama de frecuencias, de esta forma concluyeron que una cantidad así de energía no podía provenir de una fuente artificial. “La energía que se necesitaría para generarla solamente podría provenir de una fuente natural"
En base a las evidencias es más probable que el equipo se encontrara ante una estrella de neutrones o una enana blanca, ambos colapsos del núcleo de los planetas.