Por Nancy Castillo
Tiene sentido del humor el sociólogo Eugenio Tironi. Esa capacidad de reírse de sí mismo. Y esta semana la ha aplicado, luego de que diera dos entrevistas en que vaticinó que como iría poca gente a votar en las primarias, los triunfadores estarían en el lado de quienes no participaron de ese proceso electoral, es decir, de los candidatos de la Nueva Mayoría. Nada de eso pasó: cerca de un millón 800 mil personas fueron a votar y la derecha salió fortalecida, al concentrar más de tres cuartos de esos sufragios.
A días de esas elecciones, él piensa que la sociedad está más impredecible porque “se crean movimientos de opinión muy rápido. Este que llevó a la primaria multitudinaria fue una cuestión que se formó de manera mucho más subterránea”. Y cuando uno cree que Tironi se jubilará de la predicción política, sentencia: “Y este mismo fenómeno puede ocurrir, quizás no tanto en la primera vuelta, como en la segunda. No se han agotado las sorpresas. La derecha tiene que tener presente que no se ha clavado la rueda del futuro. Los que proyectan el resultado de primarias a la presidencial, yo creo que están hiper equivocados”.
Beatriz Sánchez no salió fortalecida. En el correr de la primaria ella fue perdiendo lo más valioso que tenía: la novedad y la frescura
-¿Recibió mucho bullying por el pronóstico errado?
Mucho… pero no es primera vez que a uno le ocurre, es el riesgo que tiene uno al estar emitiendo opiniones. Pero, este fue un vaticinio que se hizo justo el día de la elección, con resultados muy sorprendentes y poco esperado. Yo tomé una estimación y de ahí sacaba una conclusión, que era que si había pocos votantes, los triunfadores serían los que no participaran. Pero no se dio la premisa (...) Ese juicio tampoco es mío, tenía un fundamento, que es la experiencia francesa y la americana. Hillary (Clinton) quedó herida de muerte con Bernie Sanders y la primaria del Partido Socialista en Francia liquidó a ese partido y a su candidato, y la del partido de los republicanos liquidó a (Francois) Fillon. En Francia hay mucho debate sobre el efecto electoral de las primarias y sobre la naturaleza democrática del mecanismo. Hasta qué punto éste no consagra una personalización extrema, donde emergen figuras frente a las cuales la institución partido político pierde toda autoridad. Ese era el contexto de mi reflexión.
Los que creen que Piñera salió incólume, o vacunado respecto de los temas que le persiguen en su relación política-negocios, se equivocan
-Pero en estas primarias, más allá del debate de Chile Vamos que tuvo violencia verbal, no se experimentó el grado de desgaste de los ejemplos internacionales.
Pero hubo algo, hubo algo. Los que creen que Piñera salió incólume, o vacunado respecto de los temas que le persiguen en su relación política-negocios, se equivocan. Ossandón se dio el lujo de enrostrarle cuestiones que nadie le había enrostrado frente a mucha audiencia y en torno a eso fundó su campaña. Y sacó cerca de un tercio de los votos (de Chile Vamos).
No creo que de las primarias el ganador salga fortalecido. Ninguno salió derrotado, desde luego
-¿Y por el lado del Frente Amplio?
Para ellos fue un éxito desde el punto de vista institucional, de haber creado una coalición que era algo que uno dudaba que ese tipo de aproximación a la política fuera capaz de llegar a hacer, porque son demasiado principistas, demasiado asambleístas, intransigentes, dogmáticos. Entonces se pensaba: no van a llegar jamás a un acuerdo... Llegaron. Organizaron una primaria. No tuvieron un resultado espectacular, pero lo anterior es bien destacable. Sin embargo, sus candidatos, particularmente Beatriz Sánchez, no salió fortalecida. En el correr de la primaria ella fue perdiendo lo más valioso que tenía: la novedad y la frescura, y fue mostrando falencias en materias de conocimiento y consistencia (...) Digámoslo así: no creo que de las primarias el ganador salga fortalecido. Ninguno salió derrotado, desde luego. El gran derrotado son los que pertenecen al campo de la Nueva Mayoría, pero tampoco salieron santificados. Así como yo me hice eco de una premisa de la cual saqué una conclusión que fue errada, tampoco cometería el pecado opuesto, que a partir de los resultados, Sánchez y Piñera entraron al olimpo.
Las ceremonias son importantes, algo que les devuelva mística, pero no se ve eso, porque no se ve liderazgo político. Y se ve la ausencia del gobierno también
-¿Cuál fue el gatillante para que se movilizara tanta gente en la derecha?
Básicamente, el enojo con el Gobierno y con cualquier cosa que huela a continuidad, y un enojo que tiene algo de agobio. Un cierto sentimiento de que el país se le escapa de las manos, que va en una dirección amenazante. Y que esto hay que detenerlo, y movilizarse para detenerlo. Yo creo que La Parva se vació ese domingo, por decirlo así (...) Esto va de la mano de un sentimiento de amenaza por Ossandón, pero lo es en tanto pavimente el camino a la continuidad del estado actual de la política. La premisa del pueblo de derecha es que Piñera derrota a Guillier, pero no Ossandón. Entonces correr el riesgo de quedarse en la casa y no ir a votar, y permitir que Ossandón -que tiene un bolsón de votos propios en la zona sur de Santiago- terminara ganando la primaria o con un resultado muy espectacular, era hacerse cómplice de la continuidad más que de este Gobierno, de su mirada, de su ethos y de sus políticas.
-Eso habla de un votante súper informado y que entiende las herramientas de la democracia, las toma y las usa.
Ese es otro punto importante. En otros momentos de la historia, el pueblo de derecha se ha movilizado. Hay que recordar a Allende. Se movilizó fuerte con Lavín el '99, cuando vio el triunfo cerca y creo que de ahí en adelante no se había movilizado hasta este domingo, que lo hizo para sorpresa de sus propios líderes.
Uno habría imaginado que en los días siguientes al mazazo de las primarias hubiese algún gesto, algún acto y lo único que ha habido fue alegar contra los notarios
-¿Esta lectura de lo que sucedió el domingo -que el pueblo de derecha se movilizó para cambiar el rumbo- debieran tomarla Guillier y Goic?
Desde luego.
-¿Ves ahí liderazgo para tomarla y aplicarla?
No. No hay liderazgo para tomarla. Pero, además esta no es una cuestión que debieran analizar Guillier y Goic solamente, es una lectura que debiéramos evaluar los cientistas sociales, los sociólogos y expertos en políticas públicas: el plan de reformas de Bachelet provocó una reacción social, y particularmente del mundo de derechas, que ha sido contundente. Y es un movimiento social que ha mostrado más capacidad de movilización, de lejos, que la capacidad de movilización que ha mostrado el movimiento pro-reformas. Lo del domingo es el equivalente a las marchas de protesta del 2011. Pero el pueblo de derecha no se moviliza en las calles, se movilizó a través de un mecanismo que son las primarias y, en ese sentido, sí, benditas primarias.
-Ahora, ése es el pueblo de derechas…
Sí, pero las primarias tienen la característica de que el 1,8 millón que votó está en contra del Gobierno. Uno por motivos de derechas y otros por motivos de izquierda, fueron muchos más los primeros que los segundos, pero todos contra el Gobierno. Las fuerzas pro-Gobierno no fueron capaces de armar lo mismo...
-Estaban ausentes y no se debería tomar lo del domingo como el 100% del votante. No sabemos si están hastiadas hasta el punto de no votar o, por el contrario, que ante lo sucedido el domingo, se movilicen para defender las reformas...
Es cierto, están ausentes y no hay que darlas por muerta. Y se podría producir el mismo miedo, así como hay un miedo frente a la reforma, podría surgir un miedo frente a la anti-reforma o a la regresión de la reforma. No sabemos si eso va a ocurrir o no. Hasta ahora, el liderazgo del frente pro-reforma se ve súper débil, fragmentado, sin empuje, sin energía, fatigado. Uno habría imaginado que en los días siguientes al mazazo de las primarias hubiese algún gesto, algún acto y lo único que ha habido fue alegar contra los notarios.
Las primarias tienen la característica que el 1,8 millón que votó está en contra del Gobierno
-¿Faltó un acto en el Caupolicán o uno político, como una reunión Goic-Guillier?
Exactamente. Me acuerdo que cuando Lagos empató con Lavín en el '99, algo que nadie esperaba -tanto así que estaba la champaña servida en el Hotel Carrera-, la conclusión de Carlos Montes, alguien que sabe de estas cosas, fue ‘en esta semana tenemos que armar un acto en el Caupolicán. ¡Ahora ya!’ Y movilizó todo lo que había a mano, lo que no era fácil, porque la gente estaba muy frustrada y cabizbaja, y se hizo ese acto. Las ceremonias son importantes, algo que les devuelva mística, pero no se ve eso, porque no se ve liderazgo político. Y se ve la ausencia del Gobierno también. Quién pensaría que este frente pro-reformista, que se ve tan deprimido, tiene su mano en el Gobierno. Un Gobierno que tiene mucho poder e influencia en Chile y que además debiera estar interesado en que este frente se configure. Hay un silencio del Gobierno que llega a ser ensordecedor.
-¿Cómo interpretas que Lagos haya respondido ‘paso’ cuando esta semana le preguntaron por Goic o Guillier? Él ha estado muy prescindente.
Después de esta experiencia que fue para él dolorosa, tiene claro que se retiró definitivamente de la escena política y va a buscar preservar su figura, sacándola de la contingencia y de la contienda electoral que además enfrenta a dos figuras de su mismo sector histórico. Y sin planes ulteriores de jugar un papel futuro. ¡Si la gente se tiene que retirar, nos tenemos que retirar!
-Pero si falta liderazgo, como planteas, él podría ordenar…
Eso creyó Lagos y lo intentó y no le resultó. No va a tropezar dos veces. Lo que sí yo creo es que a este sector político que se denominó Nueva Mayoría se le abre una oportunidad por el hecho de tener dos candidatos. ¡Que se enfrenten entre sí en la primera vuelta! Eso le permite actuar un poco como ha funcionado la política alemana en el último tiempo. Con un Guillier que en cierto modo agrupa la centroizquierda laica, y una Goic que agrupa a la centroizquierda cristiana, que son dos ethos y dos culturas distintas, ellos podrían ampliar el abanico y el arco de votos a atraer.
-¿Qué condiciones se requieren para llegar a una primera vuelta, y en los 21 días que quedan para la segunda vuelta reconciliarse cuando las heridas siempre quedan tan abiertas?
Yo creo que es factible. Si Marco Enríquez-Ominami hubiese apoyado abiertamente a (Eduardo) Frei en 2009, Piñera no hubiera sido nunca Presidente de la República. Siempre me he preguntado por qué él no dio ese paso. No es tan difícil.
Y la virtud que tiene este mundo de la centroizquierda es que entre la primera y segunda vuelta tiene a mano un acto que cambia el escenario, el cambio en la correlación de fuerzas. En cambio, la centroderecha no cuenta con eso. (Felipe) Kast ya está dentro y Ossandón va a estar adentro, entonces, a quién más van a recurrir.
Además, quien gane de la centroziquierda puede genuinamente dar por descontado que tendrá los votos del Frente Amplio, como en la época de la Concertación se confiaba en que se tendrían los votos del Partido Comunista.
La ventaja que tiene hoy la Nueva Mayoría es que puede acercarse al centro de un modo dramático, lo que el otro día llamé el abrazo de Maipú: el abrazo Goic-Guillier. Contando que Goic no será MEO, que Sánchez tampoco será MEO... Restándole a esto que soy malo para las premisas (y se ríe).
-Desde el punto de estrategia política ¿Guillier y Goic no deberían separarse de las reformas de Bachelet, porque el voto de la derecha no lo van a tener?
Sí, ellos no tendrán el voto de los antireformas. Pero ellos lo han matizado, Goic ha dicho que está por mejorar las reformas. Y lo mismo vale para Guillier, quien además es por carácter más moderado, menos impaciente, más pragmático y desde luego mucho menos doctrinario que Bachelet. El no entra a esta carrera sintiendo que tiene una misión, como Bachelet, que tiene que cambiar la cultura y la naturaleza del país.