La mecánica de trabajo del equipo de Ricardo Lagos durante su pre campaña presidencial tenía cuatro estratégicas: la político-partidaria, la político-programática; el gobierno y Piñera; y la última, su propia historia. El equipo hacía propuestas y las ponía en minutas. Lagos siempre tenía la palabra final, y no siempre estaba de acuerdo con las sugerencias. Fue un proceso largo, recuerda un ex integrante, convencerlo de que debía diferenciarse de Piñera. Por el contrario, la línea programática fue la más fácil de desarrollar, ya en diciembre estaba zanjada.
Pero, hubo un punto que él mismo había establecido y que nunca quiso abandonar: el PS debía ser el eje estructural de su campaña. Tras el comité central que los socialistas realizaron el 26 de noviembre donde decidieron que el candidato sería escogido por algún mecanismo de elección interna, en la oficina de Máximo Pacheco de calle Concepción 50 quedó claro que la condición de Lagos tenía escasas posibilidades de producirse.
Entonces se hizo un ajuste en la estrategia, que el PPD nominara ya al ex Presidente. No se esperaría a la respuesta del PS por el candidato único. La nominación llegó el 14 de enero.
Parte del equipo del ex mandatario, sin embargo, consideraba que se debía dar otro giro en la hoja de ruta. Entonces, entre las minutas regulares que se confeccionaban, en enero se le hizo llegar a Lagos una donde se le hacía ver el costo que significaba mantenerse a la espera del PS, pues se supeditaba el desarrollo y despliegue de campaña a esa definición. La sugerencia clave era abandonar al PS.
Como siempre la última palabra la tenía Lagos. Fue en enero cuando él decidió que se haría una campaña hasta abril y que sería el PS el que definiría si él iba o no a primarias, pues sólo con su respaldo él seguiría adelante. Una definición que fue conocida por muy pocos y que terminó por sepultar sus aspiraciones en la interna socialista el 9 de abril con la decisión del comité central.