Por Tomás Martínez y David Muñoz

Era el 8 de agosto de 2016 y Gerardo Varela (54) exponía en el 80 aniversario del Colegio Saint George. Ante unos 400 ex alumnos, entre ellos el entonces ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, Varela –designado esta semana como titular de Educación por Sebastián Piñera- se quejó de lo enredada que le parecía la Reforma Tributaria del gobierno de Michelle Bachelet.

-Ministro-, dijo dirigiéndose a Valdés, “estas son como las ideas del Chavo del 8, pero redactadas por Nostra Damus”.

El auditorio aplaudió entre risas al abogado formado en la Universidad de Chile y la escena se repitió en varios de los pasajes de la exposición que realizó por 10 minutos.

“Cuando me invitaron (a dar esta charla) pregunté: ¿por qué yo? Me dicen tú eres abogado, empresario, los empresarios están cuestionados. Sería bueno que te defiendas y defiendas a los Georgian empresarios, porque también han estado cuestionados. Tú sabes, eres momio, escribes en El Mercurio, eres presidente de una compañía grande. Eres como el niño símbolo de los abusadores”, contó Varela ante los asistentes.

La sorpresa del gabinete

La noche del lunes 22 de enero, previo al anuncio del gabinete, la nómina de ministros se había filtrado prácticamente por completo. Sólo quedaban dos o tres sorpresas por conocer, una de ellas, y que comenzó a sonar esa misma noche, fue la de Varela, socio del estudio de abogados Cariola, Diez Pérez-Cotapos y Compañía.

Entre los nombres que sonaron con fuerza durante semanas para el Mineduc estuvieron Raúl Figueroa y Sylvia Eyzaguirre, expertos en el área e integrantes del equipo programático ad hoc de Sebastián Piñera, pero que finalmente podrían llegar a la cartera como subsecretarios.

Varela, quien no venía en las listas de ministeriables que entregaron los partidos, era hasta antes de su nombramiento prácticamente un desconocido. Pero minutos después de designación, ese panorama cambió de manera radical. Ya al mediodía del martes, el nombre del abogado aparecía entre los más mencionados en redes sociales y era blanco de críticas desde el Frente Amplio, un sector con el que está lejos de comulgar.

“El FA se parece a las garotas de Río de Janeiro. Desde lejos, todas se ven jóvenes y estupendas, pero una vez que uno se acerca no todas son tan estupendas ni tan garotas”, escribió en una columna en El Mercurio el 25 de noviembre del año pasado sobre el bloque de izquierda. 

Sus columnas en el matutino dan cuenta de su pluma directa, mordaz e irónica, estilo que  aplica a todas las dimensiones de su vida: en su experiencia como abogado en el área de gobiernos corporativos, pero también entre su familia, amigos y colaboradores. 

Sus dichos aún están frescos en la memoria del Frente Amplio, donde recibieron como una provocación su designación por sus escritos contra la gratuidad en la educación superior. Y la bienvenida que le dieron no fue la mejor. “Compañeros, a preparar las asambleas…”, escribió poco después de su nombramiento el diputado Gabriel Boric en su cuenta de Twitter.

En el entorno de Varela están conscientes de que con el FA tendrá una relación compleja, y sin luna de miel. “Lo va a pasar pésimo, espero que sepa en lo que se metió”, dice alguien que lo conoció en sus años en el Saint George y luego en Derecho en la Universidad de Chile.

“Cualquiera que esté ahí va a tener la pista pesada”, reconoce un integrante del equipo de Piñera, quien resume que se eligió a Varela más por sus habilidades negociadoras que por su experiencia en educación. De hecho, en el ‘piñerismo’ admiten en privado que el abogado no es un especialista en el área que se le encomendó.

El foco de su gestión en el Mineduc, dicen el equipo del mandatario electo, será la calidad y “poner a los niños primero”.

“Varela no tiene aspiraciones políticas, tiene poco que perder”, comentan en Chile Vamos al abordar una de los nombramientos más controvertidos del gabinete. Incluso hay quienes le auguran un corto paso por el Mineduc, y que lo sindican desde ya como el fusible del equipo ministerial.

Las redes del nuevo ministro

Dos semanas antes de entrar al gabinete, los planes de Varela estaban tan lejos de la política que un fin de semana de enero jugaba tenis en Cachagua. Uno de los jugadores que lo acompañaba era Sebastián Piñera.

Con el mandatario electo, el futuro ministro de Educación no tiene una relación de larga data, sin embargo, estrecharon vínculos en las conversaciones que Piñera organiza periódicamente con columnistas del sector. Estos encuentros comenzaron hacia el final de su primer gobierno y continuaron durante los años que estuvo fuera de la contingencia. Ahí, dice uno de los invitados que ha participado de dichos encuentros, Varela comenzó a tejer su relación con el hoy presidente electo. 

Las amistades del abogado, en todo caso, radican en círculos empresariales, donde es cercano a Nicolás Ibáñez –por la Fundación por el Progreso- y también tiene amistad con el futuro ministro de Economía, José Ramón Valente, con quien forma parte del directorio de Soprole.

Su círculo más cercano, sin embargo, proviene del mundo del derecho. Su gran amigo fue Felipe Cubillos, fallecido el 2011 en el accidente aéreo de Juan Fernández. A Cubillos lo conocía desde inicios de los ’80, cuando estudiaron en la Universidad de Chile y formaron juntos el Movimiento Universitario Autónomo (MUA).

Quienes conocieron al recién designado ministro, en todo caso, sostienen que nunca se involucró directamente en política y que se hace difícil encasillarlo, pese a que “en sus columnas parece ser más de derecha de lo que es”. Hay quienes lo describen como un libertario.

Los flancos de Varela

La carta de presentación de Varela en el Mineduc fue recibida como una provocación tanto en los movimientos estudiantiles, como en el Colegio de Profesores y el Frente Amplio.

“La solución para la educación no es la gratuidad ni la prohibición del lucro –y menos de la selección y el copago-, sino que el desafío es cómo seguir atrayendo inversiones, competencia y talento a un sector que la requiere con urgencia”, planteó en una oportunidad.

En otra ocasión, aseguró que “lo peor es lo que ha hecho este gobierno: negar a la educación su naturaleza de bien económico, limitar la autonomía universitaria, impedir su correcto financiamiento, desincentivar competencia y regalar plata a los universitarios, que serán los privilegiados de la sociedad”.

Planteamientos tan categóricos como estos son los que generan molestia en el Frente Amplio, además de su rol como director de Educa UC, a cargo de establecimientos subvencionados, pero también su trayectoria cerca de los empresarios.

Consejero de la Sofofa y presidente de Soprole, Varela es un abogado con amplias redes en el mundo privado, donde se ha especializado en fusiones y adquisiciones. Sus cercanos, en todo caso, contraponen eso con su rol social, como asesor de Escuelas Para Chile, proyecto para la reconstrucción del terremoto de 2010.

El nuevo ministro no se guarda nada: habla directo, con ironías rápidas que esconden ácidas críticas. En 2015 ante los empresarios en Icare atacó al gobierno por las reformas en curso. Dijo no creer que la "buena política" cambie la vida de las personas, sino más bien que "la mala política es capaz de arruinarla en muy corto plazo".

“Qué bueno que estén grabando esto”, dijo en esa misma intervención, justo antes de vincular el financiamiento irregular de la política con las reformas que Michelle Bachelet ponía en discusión en el Congreso. “Quiero hacer una autoevaluación de la presidencia de Soprole, que encuentro que ha sido extraordinariamente exitosa la mía: no tenemos ninguna boleta, no hay boletas de políticos, somos totalmente prescindentes del proceso político”, pronunció en esa ocasión. 

Sin ningún tipo de filtro, Varela marcó distancia del mundo político, e hizo ver que la reforma tributaria, acordada y negociada en la casa de uno de sus futuros compañeros de gabinete, el designado ministro del MOP Juan Andrés Fontaine, terminó beneficiando a sus competidores directos.

Mientras prescindíamos de aportar a la política, se aprobaba una reforma tributaria. Una reforma que eximió de impuestos a nuestro principal competidor, a Colun. Porque las cooperativas ahora no pagan impuestos. No sé cómo, en el tecito en la casa de Juan Andrés Fontaine quedó una norma, de la que nadie reconoce autoría, es huérfana, pero dice, se eximirán de impuestos las cooperativas. Nuestro principal competidor que compra los mismos 500 millones de litros de leche no paga impuestos. Pero nosotros no contribuíamos a la política", dijo en su particular estilo. 

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