Quienes creen que Sebastián Piñera y la centroderecha tienen que mostrar un rostro más humilde en su segundo mandato esperan que no se olviden de la jornada que vivieron el 19 de noviembre. Esa noche de los resultados de la primera vuelta fue la primera vez que algunos de los asesores del ahora Presidente electo lo vieron “irse a negro”, como señala unos de sus más cercanos colaboradores. Antes de que se abrieran las urnas, Piñera vaticinaba que obtendría un 42% y que cualquier resultado debajo de 40% sería “un desastre”. La magnitud del golpe fue lo que llevó a su familia a tomar un papel más protagónico en los primeros días de la campaña de segunda vuelta. El ánimo solo tuvo un cambio sustancial tras el debate con Alejandro Guillier.
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