Por María José Gutiérrez y Antonieta de la Fuente


El viernes pasado, un Whatsapp comenzó a circular con nombres del supuesto nuevo gabinete. El mensaje sugería que Cecilia Perez sería reemplazada por Gonzalo Blumel y éste por Cristián Monckeberg. Juan Carlos Jobet llegaría a Vivienda, Alfredo Moreno se trasladaba al MOP y a Energía llegaba Juan Andrés Fontaine. Hacienda, en tanto, quedaba a cargo del ex consejero del Banco Central, Sebastián Claro, mientras que Felipe Larraín se mudaba a Cancillería. Con ese borrador comenzaron las especulaciones. Tanto que TVN incorporó una foto de Claro a las imágenes que utilizaría una vez que se hiciera el anuncio. La foto alcanzó a ser exhibida, por error, unos segundos ayer durante la transmisión del cambio de gabinete en el canal nacional.

Si bien el listado no fue oficial, en La Moneda no descartan que algunos de esos nombres hayan sido considerados por el Presidente Piñera. De hecho, era casi un hecho que Cecilia Pérez dejaría la vocería. Pero hubo un problema. “Blumel no quiere ser vocero”, asegura una alta fuente de Palacio, quien agrega que nadie conoce el programa de gobierno como él, ni negocia como él. “Porque a diferencia de lo que todo el mundo dice -el famoso ‘pirquineo de votos’, es la mejor estrategia para negociar con un Congreso atomizado como el actual. Sacarlo era desvestir a un santo para exponerlo, a pesar de que podía ser un tremendo vocero”, señala la misma fuente.
Monckeberg, en tanto, tampoco quería irse a la Segpres. “Su cargo actual (Vivienda) es más vistoso. Sabe que en el gabinete político puede quemarse más rápido y no hay que perder de vista que aunque no lo ha declarado públicamente, tiene una agenda personal: ya sea para una primaria presidencial o como futuro candidato a senador”, asegura un miembro de La Moneda.
Con eso en la mira, Piñera habría optado por dejar al equipo político tal cual. A su ministro del Interior, Andrés Chadwick, jamás consideró removerlo.

Un nombre que la lista no incluía y que ya la semana pasada estaba claro que debía salir del gabinete era el del entonces ministro de Economía, José Ramón Valente.

Los problemas de Valente

“Si llegara el momento de salir, y uno sale muy rápido, uno tiene la frustración de que el proyecto se vería truncado”. Fue el comentario que el ahora ex ministro de Economía, José Ramón Valente hizo el viernes en radio Infinita.

Las declaraciones no cayeron bien en La Moneda, pero no fue eso lo que precipitó su salida. “Fue un comentario desafortunado más dentro de muchos”, dice una fuente de Palacio. El secretario de Estado no estaba bien evaluado. Se le criticaba que teniendo Economía frentes tan amplios que abordar, Valente se centró en revitalizar la inversión a través de la oficina GPS (Gestión de Proyectos Sustentables) y dejó de lado temas como Turismo, Pesca, Innovación y Emprendimiento y la creación de empleos que hoy tiene a la economía como una de las principales preocupaciones ciudadanas. Un episodio que refleja eso es el gallito que tuvo el ministro con las pymes por el proyecto Pronto Pago. La cartera de Economía empujó en el Congreso una iniciativa legal para que el plazo máximo de pago a las pymes fuera a 60 días, mientras las pequeñas y medianas empresas querían que fuera a 30. Finalmente, luego de varios meses de tira y afloja, fue el presidente quien terminó zanjando el tema: el proyecto quedó en 30 días, pero las relaciones del Ministerio con las pymes quedaron dañadas.
La relación de José Ramón Valente con el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Sebastián Sichel, nunca fue fluida. Al inicio del gobierno, el ex ministro propuso para ese cargo a Hernán Cheyre, su ex socio en Econsult, quien había ocupado ese lugar en el primer gobierno de Sebastián Piñera, pero desde La Moneda decidieron nombrar a Sichel. Quienes conocieron esa relación dicen que nunca hubo sintonía entre ambos y se critica que el ministro terminó dejando los temas relacionados al emprendimiento en esa oficina, en vez de hacerlo a través de Hacienda.

Sobre los futuros pasos del ex ministro de Economía, se especula que podría volver a recomprar su parte de Econsult, que vendió para asumir en el gabinete, o bien formar una oficina de inversiones con Michele Labbé su asesora más cercana, quien también dejó esa cartera el día de ayer.

El regreso de Fontaine

Ayer en la mañana Sebastián Piñera hizo dos llamadas a Milán: a Juan Andrés Fontaine, hasta entonces titular del MOP, y a Juan Carlos Jobet, presidente del Fondo de Infraestructura. Ambos habían viajado tres días antes con destino a Londres, Berlín y Milán -junto a su jefe de gabinete, Francisco López- para reunirse con potenciales inversionistas del fondo. Tras la llamada del mandatario, Jobet cambió su pasaje -originalmente para el sábado- y tomó el avión de vuelta a Chile. Hoy aterriza en Santiago, directo en su nueva oficina en el ministerio de Energía donde reemplazará a Susana Jiménez. La economista estaba mal evaluada por Piñera: se le criticó fuertemente su manejo en el conflicto de los medidores inteligentes.

Fontaine, por su parte, decidió terminar con su agenda y regresará el fin de semana a Chile. El lunes llega a una cartera que conoce: Economía, la misma de la que fue removido en el primer gobierno de Piñera para ser reemplazado por Pablo Longueira. El enroque es parte de una estrategia que el Mandatario habría calculado minuciosamente. Según altas fuentes de La Moneda, Fontaine habría llevado a cabo una importante gestión -aunque silenciosa- durante su primer año en Obras Públicas. “En ese ministerio, todo el primer año es básicamente burocracia, obtener y tramitar permisos para luego ejecutar obras”, explica un experto. Con esa labor terminada, la cartera estaba lista para ejecutar 4 mil millones de dólares este año y 20 mil millones de dólares hasta que termine el gobierno. “El Presidente consideró que Fontaine podía sacarle más punta a Economía, y que Alfredo Moreno, que es un cañón para ejecutar, podría explotar una cartera que es clave para el crecimiento, además de ser una potente señal para el empresariado”, asegura una fuente de Palacio.

El viaje de Moreno y los croissant

El miercoles, a petición de Piñera, Alfredo Moreno canceló un viaje a Estados Unidos que tenía planeado con su familia para asistir a la graduación de su hijo Felipe en la Universidad de Chicago, la misma donde el ministro estudió años atrás. Dado que había suspendido todas sus actividades en Desarrollo Social para el jueves, a las 10 de la mañana se dirigió directo a La Moneda a la reunión del comité político. Se quedó con el Presidente hasta pasadas las 11:30. En su equipo nadie se enteró que dejaría la cartera hasta que lo oyeron de la boca del subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla.

Luego del mensaje, las autoridades de gobierno -ministros y subsecretarios, además de Magdalena Díaz, jefa de gabinete presidencial y María José Torrealba, encargada de Producción- subieron al segundo piso a un cóctel. Comieron sandwich en croissant con queso roquefort y salmón, galletas y tomaron bebidas. Algunos se felicitaban y otros se despedían. En reemplazo de Juan Carlos Jobet, el nuevo ministro de Energía, asistió su mujer, Luz María Díaz de Valdés, y el ministro de Salud, Jaime Mañalich, llegó acompañado de su señora, María Cristina Raffo.

Tras el almuerzo, Alfredo Moreno se dirigió donde su equipo. Cuentan los presentes que las subsecretarias Alejandra Candia y Carol Bown lloraban. “Le dieron las gracias, fue muy emotivo”, cuenta un presente. A la hora, Moreno se fue al MOP a dejar sus cosas y se dirigió luego al aeropuerto para tomar el vuelo a Estados Unidos a celebrar a su hijo. El lunes, a las 9 de la mañana regresará directo a su nuevo escritorio.

Su jefe de gabinete y de prensa, Juan Pablo Longueira, partirá con él a Obras Públicas. Ayer, él fue el encargado de hacer el traspaso al equipo de Sebastián Sichel. Dado que el ex titular de Corfo está en Corea del Sur hasta el sábado, sus asesores de comunicaciones y gabinete, Hernán López y Victoria Paz Machuca, se hicieron cargo del proceso.

Los otros

Dicen que Piñera no lo quería sacar. Nombrar a Roberto Ampuero en Cancillería fue una apuesta personal del Mandatario y hasta la fecha asegura que su gestión no tuvo errores. A su juicio, los cuestionamientos al escritor por su mal desempeño en Relaciones Exteriores, se deben solamente a un tema político: la izquierda no perdona a los conversos, tal como lo hizo con el ex ministro de Cultura, Mauricio Rojas.
Ampuero aseguró que regresará a lo suyo: los libros, y tras despedirse de su equipo se trasladó solo a su casa a comer con su mujer Ana Lucrecia Rivera.

El ex ministro de Economía, José Ramón Valente, en cambio, citó a sus amigos a su casa a las 7 de la tarde para pasar las penas.

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