Las cifras son elocuentes, coinciden en el oficialismo. De acuerdo a la encuesta Cadem divulgada este fin de semana, la aprobación del Presidente Sebastián Piñera cayó de 16% a 12% -completando 15 puntos en cuatro semanas- “el nivel más bajo desde el inicio de la crisis del Coronavirus, volviendo de esta manera al promedio que tuvo durante los 6 meses post crisis 18-O”, según aseguró la encuestadora.

Los números se conocieron tras una semana dura, en que La Moneda enfrentó dos derrotas importantes en el Congreso: primero, la aprobación definitiva del retiro anticipado de ahorros previsionales, con 35 diputados oficialistas alineándose con la oposición; y segundo, el rechazo en la Cámara Baja al veto presidencial a la ley de servicios básicos, también con dos decenas de diputados de Chile Vamos plegados en votación a la vereda del frente. La semana cerró con partidos divididos y tensionados, un comité político debilitado, el que se incluye en una cada vez más recurrente conversación sobre un posible cambio de gabinete.

La caída es más dolorosa, dicen en Chile Vamos, porque si se revisan las cifras desagregadas de Cadem, el desplome se produjo por la derecha. Según el sondeo, entre el 26 de junio y el 24 de julio, en quienes se definen de derecha la aprobación al Presidente bajó de 56% a 28%. Y entre los que dijeron haber votado por Piñera, pasó de 48% a 27%.

¿Por qué se produjo esta caída en la propia base de apoyo?

Según el gerente de Asuntos Públicos de Cadem, Roberto Izikson, hay dos elementos en juego. Primero, señala que con la llegada de la pandemia, el gobierno de Piñera experimentó un fenómeno que también se instaló a nivel internacional, llamado “rally around the flag” (reunirse en torno a la bandera, en español). Esto quiere decir que, ante el miedo provocado por la crisis sanitaria, el gobierno y otras instituciones que habían estado a la baja comenzaron a recuperar la confianza de los ciudadanos. 

“La aprobación del Gobierno subió durante este período. Pero tal como ha empezado a ocurrir en otras partes del mundo, el fenómeno comenzó a bajar, la gente hizo cotidiana la pandemia y la aprobación del gobierno empezó a disminuir”, explica.

El segundo, que se cruza con lo anterior, es que “el gobierno no leyó bien a su electorado”. De acuerdo a los datos de la misma Cadem, el proyecto de retiro anticipado de pensiones tiene un 92% de apoyo y 86% dice que los pedirá a su AFP.

“Ahí está incluido parte del electorado de derecha”, sostiene, aunque agrega que no se trata sólo de coyuntura: en un estudio anterior de Cadem, en que se pidieron definiciones específicamente al electorado de derecha, este mostró un sector “menos ideologizado, con posturas mucho más cercanas al centro”.

Por ejemplo: el 61% está de acuerdo con la eutanasia, el 58% con que las parejas homosexuales puedan casarse y, ante la dicotomía Mercado-Estado, el 60% se ubica al centro. En cuanto a lo ocurrido el 18 de octubre, el 53% dice que se explica por desigualdad social y no por un estallido de violencia.

“En este contexto, el Gobierno se equivocó al enfrentar el debate por el 10% de pensiones como una definición de principios, doctrinaria. Su electorado no lo acompañó en esa pelea”, insiste Izikson.

Cayó, de nuevo, el dique

Para Francisco José Covarrubias, decano de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, el gobierno de Piñera había comenzado a recuperar el apoyo de sus bases a propósito de la pandemia, fenómeno en el que fue clave el rol del ex ministro Jaime Mañalich.

“El ex ministro simbolizaba una figura que imponía autoridad, que no dejaba pasar las críticas… esto fue potenciando un entusiasmo aglutinador en el sector, que revertía a situación que se había producido tras el 18 de octubre”, señala Covarrubias, quien agrega que durante el estallido “una buena parte del electorado de derecha rechazó la manera en que el Gobierno enfrentó la violencia, los desórdenes y la presión desde la izquierda”.

“La derecha es un sector que funciona en buena parte por la aversión a la izquierda y tras el 18 de octubre vio cómo el Gobierno era sobrepasado, vio que no fue capaz de poner un dique efectivo ante la agenda de izquierda”, dice Covarrubias, apuntando a que en la derecha se resintió que el Ejecutivo concurriera al acuerdo para una nueva Constitución.

“Ahora pasó algo parecido, ante la presión de la izquierda, el elector de derecha vio que el Gobierno no fue capaz de poner un dique y terminó entregando el sistema previsional. La derecha tampoco vio que La Moneda pusiera alternativas potentes en ayuda a la clase media… se quedaron sin alternativas”, agrega.

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