Fue una suerte de déjà vu. Sebastián Piñera y Mario Desbordes, en los últimos días, recordaron una de las crisis más grandes de la derecha chilena: la renuncia, en 2004, de los presidentes de la UDI y RN en medio del caso Spiniak. Pablo Longueira y Piñera, respectivamente, en ese momento, fueron forzados por el candidato presidencial Joaquín Lavín para dejar sus cargos dada la tensión entre ambos. “El Presidente tiene muy claro ese recuerdo”, dice el timonel de RN. 

Pese a eso, cuenta el diputado, el mandatario no le ha pedido “jamás” su renuncia. La duda, en ese sentido, surgió luego de la dimisión —el domingo pasado— de Hernán Larraín a la presidencia de Evópoli. 

Esta no fue la primera vez que Piñera y Desbordes hablaron de una eventual renuncia de Desbordes.

A fines de 2019, el diputado afirmaba en El Mercurio que Chile Vamos vivía la peor crisis luego de que la UDI anunciara congelar relaciones. Esa decisión se había desatado porque RN y Evópoli apoyaron en el Congreso la paridad para una eventual Convención Constitucional. 

Allí, Desbordes comentó que él le había planteado al mandatario poner su cargo a disposición. Pero, dijo entonces, Piñera lo declinó, porque, le contestó, sabía muy bien de su “amplio” respaldo en RN.

Ahora, la crisis parece ser más grave en Chile Vamos. “Esta es la más profunda de esta nueva coalición”, asegura en esta entrevista. Y continúa: “Quizás en las antiguas coaliciones de centroderecha era normal, pero nosotros habíamos logrado mantenernos ajenos a lo que había sido la tradición del canibalismo del sector”.

¿Volvió ese canibalismo? ¿Qué pasó?

—Se juntaron muchas cosas. En los últimos meses ha habido varios conflictos, algunos creados a propósito, con la idea de diferenciarse a costillas del socio; y otros que tienen que ver con la dinámica que hemos tenido en términos legislativos y políticos. Parto por la insistencia sobre los proyectos inadmisibles que levantó Evópoli y algunos UDI. Curiosamente gente de Evópoli, que ha presentado proyectos inconstitucionales —su proyecto estrella era inconstitucional—, se permite apuntar con el dedo a los demás. Después tuvimos el tema del posnatal de emergencia, donde se criticó duramente a nuestras parlamentarias por una cuestión que el gobierno debió haber acogido rápido. Luego tuvimos el veto a la no reelección de alcaldes, donde Evópoli tomó palco, pero casi burlándose de la situación de la UDI y RN. Fueron muy desafortunadas las frases de Felipe Kast y de Hernán Larraín Matte haciendo gárgaras con la necesidad de ventilar las democracias, en circunstancias que ellos no tienen alcaldes. Finalmente, este tema del retiro de fondos terminó por tensionar al máximo a la coalición. El gobierno cometió un error y algunos en la coalición también al plantear este proyecto como de vida o muerte, como si fuera un proyecto en donde Chile Vamos quedaba en una posición -si se aprobaba- poco menos de disolverse. Como si hubiésemos estado legislando por terminar por la república o la democracia.

—¿Hay algún partido más responsable que otro de esta crisis?

—En el conflicto de los proyectos inadmisibles no hay duda de que hay una responsabilidad de Evópoli. En el posnatal de emergencia nuestras parlamentarias presentaron un proyecto que se declaró admisible, pero generó polémica y lo mantuvieron hasta el final, porque entendieron que era una necesidad y ahí uno puede debatir. En el veto, la responsabilidad es de RN y la UDI que, primero que todo, votaron a favor de que quedaran inhabilitados los alcaldes y muchos de nuestros parlamentarios. Y, luego, no fuimos capaces de conseguir los votos en nuestras bancadas para que se aprobara el veto. Lamentablemente nuestros socios de Evópoli aprovecharon el minuto pese a que se los pedí formalmente: no hagan cuestión pública de esto, porque se iba a interpretar como una maniobra de Evópoli que complicaba al ministro del Interior, que estoy seguro que hizo todo lo que estaba a su alcance por conseguir los votos.

—El senador Felipe Kast reconoció que le dijeron a su ministro del Interior, Gonzalo Blumel, que no apoyarían el veto...

—Claro. A raíz de ese veto no apoyado surge la declaración de la comisión política de la UDI pidiéndole la renuncia al ministro del Interior, algo que yo no había visto en 30 años de democracia. 

—Además de estos hechos que menciona, esta semana se dio renuncia de Hernán Larraín a la presidencia de Evópoli. La comisión política RN dijo que rechazaba operaciones que buscaran desestabilizar a los partidos oficialistas, ¿a qué se refería?

—A las operaciones de Evópoli. Fue muy desafortunado lo que hizo el presidente de Evópoli, tuvo poco efecto, obviamente. No debió haber hecho esto si es que él tenía problemas internos en su partido, porque parece que se le pasaron todos al Rechazo. Fue lamentable porque puso en la mira a sus propios ministros, cosa que supongo no previó.

—¿El Presidente Piñera le pidió a usted en algún momento de estas semanas dar un paso al costado?

—No. Jamás me lo planteó. Recordamos cuando le hicieron esto a él, gente incluso que hoy se opone a mí en RN participó de esa operación que terminó con la renuncia de Sebastián Piñera y Pablo Longueira a la presidencia de los partidos en 2004. El Presidente tiene muy claro ese recuerdo. La crisis que vivía en ese momento la coalición era infinitamente más grande que la de hoy día; era el caso Spiniak. Lo comentamos con el Presidente, pero no me ha pedido jamás que renuncie. 

Retiro del 10% de los fondos de pensiones: “No es un triunfo”

Esta semana para Chile Vamos y el gobierno quedará en la historia: el sector coronó su desorden con el apruebo del retiro anticipado —y excepcional— del 10% de los fondos de las AFP. Fueron tres semanas de discusión en el Congreso en que La Moneda no logró ni una vez convencer a su parlamentarios de rechazar la iniciativa ni tampoco entró al debate con indicaciones. Desbordes está molesto con esa elite —minoritaria y con poder, dice— que los han descalificado por apoyar esta iniciativa.

—Usted abrió la puerta a discutir el retiro anticipado al 10% de fondos de AFP. ¿Toma como un triunfo su despacho?

—No, no es un triunfo. Siempre pensé que el ideal era no llegar a esto. Los expertos transversalmente coinciden en que esta no es la medida que uno quisiera, por lo tanto, uno no puede estar contento de que la gente termine sacando sus propios fondos. Pero no había otra opción pese a todo el esfuerzo que ha hecho el gobierno, en todas mis intervenciones lo he reconocido. El fisco tiene limitaciones en términos presupuestarios y no había capacidad para llegar a todos. Ese gran esfuerzo fiscal dejó fuera a miles de hogares y ha dejado fuera a miles de pymes. Con ellos había que tener sí o sí una alternativa. Hasta el martes no había duda de que —y el jueves en la votación— no teníamos respuesta para miles de hogares y miles de pymes. Yo estoy muy tranquilo por el resultado, pero insistiendo en que ojalá no se hubiese llegado a eso. 

—Tampoco se logró aunar a la coalición a que llegaran al Tribunal Constitucional, como lo impulsó Andrés Allamand y Jacqueline van Rysselberghe. Usted se había opuesto a eso...

—Les dije que le íbamos a ahorrar eso consiguiendo los votos suficientes para que fuera innecesario al TC, porque la principal discusión era si estaban los quorum. Finalmente trabajamos para que hubiese 2/3 en el Senado e intentamos superar los 2/3 en la Cámara y se logró con creces, se llegó a 3/4 partes, por tanto, ya no tenía mucho sentido ir al TC. 

—Políticamente, ¿cómo lo ve? El senador Allamand terminó pidiendo al gobierno que promulgara la ley de manera expedita…

—Es un error plantearnos en términos de disputa derechas e izquierdas. La izquierda pedía avanzar a un sistema de fondo común, de sistema de reparto, en donde todos los fondos van a un pozo colectivo y hoy la izquierda reconoce que hay derechos por sobre las pensiones por parte de los trabajadores, por tanto, reconoce la capitalización individual como un elemento central del sistema de pensiones. Y eso es un triunfo para nosotros. Todo este conflicto respecto a si este era o no un tema de principios parte de la premisa equivocada: los que cruzaron la línea roja fueron los de la oposición.

—¿Alguien lo llamó de La Moneda para impedir que votara a favor del proyecto de retiro de pensiones en esta última instancia?

—No, porque anuncié públicamente lo que iba a plantear, expliqué las razones, conversé con algunos ministros y punto. 

—¿La Moneda nunca intentó hacerse parte del proyecto; o en esta última semana de discusión, de aunar a la coalición?

—El jueves hicieron un esfuerzo para evitar que se aprobara, pero ya temprano en la mañana quedó en evidencia de que los votos estaban y de sobra. Nos había golpeado mucho que no se haya podido llegar con ayudas a las pymes; que el Fogape no haya cumplido el objetivo completo que se planteaba. Mucha gente me ha dicho: ‘Mira diputado, la única alternativa de salvar mi emprendimiento es recurriendo a estos fondos’. Eso permeó fuerte en los parlamentarios de Chile Vamos. 

—¿Por qué en la derecha se ha catalogado esa cercanía con la gente como populismo?

—El populismo es una muletilla que usan algunos para descalificar la posición de otros. Cuando se nos tilda de populistas por un proyecto como este es porque no se quiere llegar a la discusión de fondo. Se niegan y dicen que nos guiamos por las encuestas, en circunstancias que leer las encuestas es escuchar lo que opina la gente. Cuando todas las encuestas consideran algo, de manera tan abrumadora, lo único que uno puede concertar es que la gente está mayoritariamente de acuerdo. Ahora, se podrá pensar que la gente es ignorante, y que uno tiene que decidir por ellos, es una posibilidad; pero la otra es al menos ponerle atención a eso. Nos hemos formado la convicción —tenemos miles de casos— de que hay gente que está quedando fuera de todo beneficio, entonces, la verdad, estas acusaciones de populismo o de irnos a la izquierda no tienen ningún asidero. Son penosas y solo muestran la poca capacidad de diálogo. 

—Usted ha dicho que a los expertos les importa un rábano cómo se las arregla la gente y que recalcan que el retiro de fondos es una monstruosidad. ¿El gobierno le tomó más peso a esas posturas que a la de sus propios parlamentarios?

—Mi frase es muy dura, porque de verdad estoy molesto con quienes nos han tratado de cobardes, inmorales, gente que se cree dueña de la verdad. Hay una elite minoritaria, pero con poder que, en columnas de opinión, editoriales, descalifican brutalmente. Todos estamos de acuerdo en que la medida no es buena, pero la respuesta a la ciudadanía cuál es, no había otra. Nuestro gobierno se convenció de que esto era malo y también hizo un gran esfuerzo por encontrar una alternativa. El gobierno no consideró los otros factores, porque después de la votación recién aparece la información de que esta inyección de recursos a la economía podría enfrentar la reactivación económica. ¡Sorpresa! Ahora nos enteramos de que estos recursos van a permitir una recaudación fiscal por la vía del IVA. Estos recursos, además, van a permitir al menos mitigar la mitad de la caída del crecimiento en Chile. Quiero agregarle que hoy (viernes) la bolsa de Santiago no solo no bajó; subió. Esta campaña del terror parece que no tenía mucho sustento.

—Ha dicho que confía en la palabra del ministro de Hacienda, Ignacio Briones, de que no se pudieron otorgar más recursos. ¿El gobierno es el responsable de que se haya llegado a este punto?

—El gobierno hizo lo que podía, lo creo de buena fe. Punto.

—¿Y al menos debió haberse hecho parte del debate?

—Se lo planteamos al gobierno al inicio de esta discusión, ¿por qué no arreglar este proyecto? Haber propuesto fórmulas de retiro, incluso que tributaran los que retiraban los mayores montos. Logramos que no se aprobara el fondo solidario, pero por decisión de los propios parlamentarios, porque el gobierno tampoco intervino en eso.

—¿Siente que usted va a pagar costos con el electorado duro de Chile Vamos?

—No lo sé. El tiempo lo dirá. Yo estoy actuando por convicción y con la conciencia tranquila de estar haciendo lo correcto. Yo seguiré haciendo lo que me parece correcto, más que preocuparme qué piensa un sector.

Su optimismo frente al futuro de Chile Vamos

¿Qué tan dividida está la derecha? Desbordes no avizora un quiebre y pide ver como algo complementario las dos almas de la derecha, una social y otra economocista, como las han llamado. 

—¿Están en cuestionamiento los principios de los partidos de Chile Vamos?

—No. En RN tenemos muy claros nuestros principios. La Segunda hizo un ejercicio de preguntarle a los centros de pensamiento si el retiro de fondos era un tema de principios y salvo Horizontal —que tuvo que darse una vuelta bastante larga para tratar de vincular esto con los principios— respondieron que no. Hasta Libertad y Desarrollo reconoce que esto no es un tema de principios. 

—¿Y qué hay del enfrentamiento de estas dos derechas: una economicista y otra social? ¿Pueden convivir?

—Cuando se habla de las derechas es pedir que se respete la diversidad de la centroderecha, no imponer una sobre la otra. Lamento esas intervenciones de que hay una sola derecha, porque nunca ha habido solo una. El economicismo es la primacía del criterio económico por sobre el político o sociológico. Hay que mezclarlos y esa es la diferencia entre la economía de mercado a secas que algunos defienden, y la economía social de mercado, que defendemos en RN. Ahora, no es que el de Chicago sea malo, hay destacadísimos economistas de Chicago que yo reconozco como Jaime Bellolio, que tiene una mirada social muy profunda; también Luigi Zingales, que recomiendo siempre y que tiene un libro que se llama ‘Salvando el capitalismo de los capitalistas’. En esa caricatura es donde no tenemos que caer.

—¿En estos meses se pone en jaque la proyección de Chile Vamos?

—Por supuesto que se pone en jaque. Todo lo que he pasado en estos tres meses arriesga la continuidad de la coalición en el gobierno. Somos la coalición mejor evaluada, pero la gente también tiene límites a su paciencia y una de las principales virtudes que teníamos como coalición —que era garantizar gobernabilidad— se pierde. El rechazo a un proyecto como este sin una razón técnica de peso, sin que la gente logre comprender por qué rechazas y sin que se visualice una alternativa real, también tiene un costo electoral enorme. 

—¿Dice que la derecha puede pagar más costos por haber rechazado este proyecto más que por haberlo aprobado?

—No me cabe duda. Ganamos las elecciones con el electorado de derecha más dura, pero también con un apoyo importante de electores de centro que no se identifican con ningún sector. Atrincherarse en posiciones que para algunos son doctrinarias tienen las consecuencias que tuvimos, por ejemplo, en la reforma laboral que el exministro Andrade nos metió como gol de media cancha en la elección Lagos-Lavín; ahí hizo que parte importante del electorado nos diera la espalda y terminamos perdiendo. 

—¿Se debe repensar Chile Vamos: ampliarlo o achicarlo?

—Hemos tenido diferencias con la UDI, pero no al punto de quebrar la coalición. Veo a Chile Vamos proyectándose en el tiempo.

—¿Cómo perjudica en esa proyección la figura de Sebastián Piñera? Daniel Mansuy ha dicho que el piñerismo nunca fue un proyecto auténticamente colectivo…

—Yo no soy muy dado a los ismos. Esta semana Felipe Kast nos acusaba de peronistas. Soy partidario de proyectos colectivos, institucionales, no de caudillismo. No veo la necesidad de hablar del piñerismo o competir por estar dentro de los piñeristas. Espero que la coalición se proyecte más allá del Presidente Piñera; pero él tiene un rol clave, debe liderar este proceso de reordenar a Chile Vamos con miras a este segundo tiempo. 

La salida a la crisis: ¿reforma previsional?

El diputado hace un llamado a dar vuelta la página y concentrarse en temas que los unan, como la reforma previsional. Eso sí, advierte: “Tendremos que ceder mucho”. “Es la gran reforma que va a dejar el Presidente Piñera como herencia de este país”, dice. 

—Han pasado cuatro meses de pandemia, ¿qué ha ocurrido con la gestión del gobierno?

—Hemos tenido un problema en dimensionar la profundidad de la crisis. El IFE 1.0, comparado con el 2.0, demuestra que hay un abismo de diferencia. Luego, recién a estas alturas —con iniciativa del ministro Cristián Monckeberg— estamos corrigiendo los problemas que han impedido acceder a los IFE a cientos de miles de hogares. Uno tiene que aceptar como crítica que en algunos casos hemos andado lento. Los presidentes de partido nos inmolamos en el Patio de los Naranjos diciéndole a los chilenos que $65 mil y con la cobertura que tenía el IFE 1.0 era el máximo esfuerzo fiscal, porque eso nos dijeron. Resulta que un mes después tenemos un IFE que es casi el 70% por sobre eso y abarcando miles de hogares más. Sí había recursos, pero bueno, es parte de las reglas del juego, tal vez. 

—¿Eso hace perder la confianza de la gente en el gobierno?

—Hay frustración en la gente. Muchas de las medidas del gobierno, hay que leer el anexo 1, 2 o 3 para entender quién puede y quién no, y ese es un error también. Las medidas tienen que ser sencillas y claras. Hay algunas personas en el gobierno que han insistido en la focalización, cuando incluso los países desarrollados dejaron la focalización de lado. Seguir insistiendo en eso en este minuto ha sido un error. 

—Quedan dos años de gestión y el gobierno no logra imponer una agenda política. ¿Cómo se sale de la crisis?

—Poniendo los énfasis en los temas que nos unen; ordenándonos en los temas que nos desordenan. En la bancada RN ya tenemos conversado con los parlamentarios que votaron a favor, y están todos dispuestos a buscar un mecanismo de consensos que haga que todos nos cuadremos finalmente por una decisión colectiva. Espero también que tengamos cierta flexibilidad para aquellos casos en donde tendrá que haber libertad de acción. 

—¿La reforma previsional los puede unir, por ejemplo?

—Esa es una reforma clave. Lo más probable es que tengamos que ceder mucho, pero tenemos que estar unidos, porque creo que es la gran reforma que va a dejar el Presidente Piñera como herencia de este país.

—En su momento, se acordó rechazar la reforma de pensiones de Bachelet y hoy la promueven...

—Se acordó rechazarla, porque era una reforma 'de izquierda' y hasta hoy me cuesta hacer entender a gente de nuestro sector que el sistema mixto no es una idea de izquierda, eso lo promueven las derechas en Europa. 

—¿La discusión del impuesto a los súper ricos amenaza con profundizar sus divisiones aún más? ¿Cuál será su posición?

—Es un muy mal proyecto el que se está planteando. Es un bonito eslogan, pero yo no lo voy a apoyar. Tenemos que buscar alternativas mejores que las que el gobierno ya planteó para al menos por una vez lograr un impuesto a los que más tienen. Pero esta no es la fórmula.

—¿Le va a pedir que mejore ese proyecto al gobierno o que presente otro en paralelo?

—Tenemos que cerrar de una vez por todas los temas tributarios que siguen dando vuelta. Es posible zanjar lo que quedó pendiente de la anterior reforma tributaria. No modificar las cosas que se acaban de acordar. No sería partidario de eso.

—¿Ve voluntad del gobierno para eso?

—Hemos estado tan concentrados en otras cosas que ni siquiera hemos hablado de esto. 

“Este comité político se fogueó”

Al continuar con el análisis de la salida a la crisis —a diferencia del análisis que ha sonado por estos días—, el diputado dice que el Presidente debiese mantener este equipo político y desde ahí enfrentar este segundo tiempo. 

—¿Por qué no es partidario del cambio de gabinete?

—Este comité político, más que salir debilitado, se fogueó. Es injusto atribuirle la responsabilidad a que se aprobara el proyecto; creo además que está bien balanceado. Me inclino por convocar a este comité político, a los presidentes de partido, con el Presidente, a una reunión a puertas cerradas para que conversemos de manera franca y directa qué es lo que pasó, cómo nos reordenamos y salgamos fortalecidos de cara a lo que se nos viene, que e mucho. Se viene el desconfinamiento, la reactivación económica —fundamental para millones de chilenos—, la reforma previsional y se nos viene un verdadero tobogán de elecciones donde tenemos que estar unidos. Espero que esa sea la decisión del Presidente. Si opta por otra alternativa y finalmente quiere hacer un cambio de gabinete, espero que lo haga pronto, porque la incertidumbre le hace un daño a sus ministros y un gran daño a la coalición. 

—Se dice que hay poco dirigente o líder de Chile Vamos dispuesto a asumir en un gabinete en este momento...

—Me imagino que si el Presidente le pide a alguien ingresar al gabinete, aunque uno no quiera, por Chile, por la coalición y por el propio Presidente, uno debería contestar que sí. Se dice que quizás los ministros no tienen el peso que se necesita, pero es que a lo mejor no necesitamos un Alexis Sánchez o a un Messi, sino a diez jugadores parejos que jueguen bien en equipo, y eso es lo que podemos hacer presidentes de partido, comité político, liderados por el Presidente. 

—¿Y una salida de Cristián Larroulet, por ejemplo, o hacer una cirugía mayor al Segundo Piso de asesores?

—Hace rato opté por no opinar del Segundo Piso. Si el Presidente confía en ese Segundo Piso, ok. Lo que sí espero es que haya más flexibilidad y se escuche más la voz de los partidos. Tenemos harto que decir y muchas veces sentimos que se nos termina solo notificando de las medidas. 

—¿No le han consultado nombres de posibles reemplazos?

—No me han consultado por ningún nombre. 

Internas de RN: “Pese a que la mayoría del partido está por el Rechazo, la gente me sigue apoyando”

Para noviembre están planificadas las elecciones internas de RN, donde Mario Desbordes busca la reelección. Esta semana, además, quedó en evidencia el confrontamiento interno con el senador Andrés Allamand. 

—¿Qué se juega RN en la elección interna?

—Se juegan distintos estilos de conducción. Algunos queremos conducir mirando lo que siente o piensa la mayoría de los chilenos y la clase media, con más disposición al diálogo. Usted entrevistó al senador Allamand al mismo tiempo que yo proponía dialogar a la oposición para llegar a acuerdos en pandemia y el senador le respondió que no estaba por los acuerdos. Usted sacó esa entrevista un domingo y al día siguiente el Presidente anunció que convocaba a la oposición para convocar a estos acuerdos. Algunos pretenden instalar en RN la disputa entre los que estamos por el Apruebo y por el Rechazo. Pese a que la mayoría del partido está por el Rechazo, la gente me sigue apoyando, porque está de acuerdo con la bajada social que estamos haciendo; en cómo hemos enfrentado los temas a partir del estallido; está de acuerdo con la votación de esta semana. Me interesa el electorado de centroderecha y de centro. No tengo ningún interés en disputarle el electorado a José Antonio Kast. 

—¿Qué pasó que ahora hay mayoría por el Rechazo?

—En el mejor de los momentos estábamos 45-55, pero hoy fácilmente el 70% o el 65% del partido está por el Rechazo. Eso sí o sí desde hace mucho rato, porque le tienen temor a lo que desencadena el proceso constituyente. No confían en los otros actores que van a tener que construir esta Convención Constitucional, porque asocian el Apruebo con la violencia, creo que esa campaña ha permeado en algunos sectores. 

—¿Y eso no lo hace repensar su postura?

—No. Mantengo mi posición a favor del Apruebo. No nos van a ganar la Constituyente, esa es una campaña del terror que no tiene ningún asidero. Yo no creo en que hay una ola en contra nuestra; vamos a ser mayoría en la Constituyente.

 

—¿Cómo ve su reelección sin el apoyo esta vez de Carlos Larraín ni de Andrés Allamand, es más complejo?

—Con todo el respeto por Carlos Larraín, él no participó apoyándonos en la última elección. Tengo capital político propio hace mucho rato y él va a estar abiertamente en mi contra. Lo mismo Andrés Allamand. Ojalá ellos se integren a la directiva que va a competir, porque así zanjamos de una vez por todas a quién quiere nuestros militantes conduciendo RN.

—Andrés Allamand en 2017 le puso condiciones para asumir la presidencia, y ahora usted ha tomado vuelo propio, nadie lo condiciona. ¿Les cuesta admitir ese escenario?

—A estas alturas ya lo admiten, pero no les agrada. 

—¿Por qué?

—Por distintas razones, pero da lo mismo, uno no le puede caer bien a todo el mundo. Allamand me exigía que fuera diputado para ser presidente y pensó que no lo iba a lograr, y me inscribí el último día y hoy soy diputado. Todas las encuestas me instalan al menos como el parlamentario mejor evaluado. En el partido eso se valora y reconoce. Me molesta eso sí anticipar la discusión, porque es de una frivolidad infinita estar discutiendo sobre la interna en medio de la pandemia. 

—Con esa popularidad, ¿no aspira más a ser senador?

—Sí, me dan muchas ganas de ser candidato al Senado. Sería feliz diputado de nuevo, creo que es importante el desafío de una reelección. Es una opción bien real ser senador, creo que tengo las posibilidades, el nivel de conocimiento, evaluación positiva y si se mantiene eso, cuando corresponda, espero poder ser candidato a senador.

—¿Ya ha explorado alguna circunscripción?

—No. En su minuto se verá.

—Pablo Ortúzar valoraba su esfuerzo por acercarse a la clase media, pero decía que su riesgo es una falta de “músculo técnico” que termine en populismo y no en una conducción responsable. ¿Qué responde?

—Tiene toda la razón Pablo Ortúzar. No basta la conexión con la clase media, hay que darle musculatura. Nos íbamos a abocar a eso este año, pero la contingencia no lo ha permitido. Yo respeto mucho a los intelectuales, a los economistas y ese es el proceso es el que viene ahora, en eso me están ayudando algunas personas, pero falta construir equipo.

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