Daniel Mansuy, columnista de Tele13 Radio, analiza por qué se han ido alargando los tiempos políticos para concretar el llamado diálogo constitucional 2.0, luego de que el 4 de septiembre el Rechazo se haya impuesto de manera apabullante.
El doctor en Ciencias Políticas y académico de la Universidad de los Andes, en conversación con T13, afirma que es positivo que ya se vayan sincerando las posturas en la negociación y, desde ahí, pone un punto sobre la mesa: ¿qué ocurre si un partido oficialista se resta de adherir este acuerdo? "Sería gravísimo", dice tajante.
—¿Por qué el acuerdo no se ha podido abrochar en estos tres meses?
—Bueno, ya es un problema, porque obviamente hay una expectativa de que se termine este proceso, pero naturalmente se perdió el impulso del momento, hay un hastío de la ciudadanía y, por otra parte, las fuerzas políticas han tenido muchas dificultades para llegar a un acuerdo que sea válido para todas, es natural también. Yo siempre sospeché que este acuerdo no iba a ser fácil lograrlo, pero, claro, se ha demorado bastante, sobre todo si pensamos que tiene que haber una elección en abril; los tiempos están muy, muy acotados. Basta recordar que la ministra del Interior decía en septiembre que quería bailar cueca con un acuerdo, del 4 de septiembre al 18 de septiembre, o sea, se llegó a pensar en un minuto que un acuerdo se podía construir en diez días, claramente eso no es viable. Fíjate, ahora estamos pensando en el viejo pascuero...
—¿Qué tan complejo sería, tanto políticamente como ciudadanamente, que no se logre construir un acuerdo?
—La clase política quedaría en deuda por no saber construir un acuerdo y quedaría con una grave falla, parecida al acuerdo de pensiones, donde después de muchos años, no se ha podido construir. Que las urgencias sociales vayan en otra dirección no significa que se deba postergar indefinidamente este tema.
—¿Cuánto entrampa la conversación los cálculos electorales que realizan los partidos de cara a una eventual elección de convencionales?
—Muchísimo, los sectores políticos obviamente miran eso; no quieren repetir la experiencia de la convención anterior, que fue una convención muy distinta a la composición parlamentaria. Por un lado, la derecha tiene al Partido Republicano y al Partido de la Gente, que les podrían comer bastante electorado. Y, por otro lado, la izquierda y el oficialismo tiene otro problema: enfrentar elecciones en este estado podría ser un desastre. Hay mucha gente aquí mirando calculadora y hay mucha gente que quiere atenuar una elección.
—Esta semana, el Presidente Gabriel Boric se involucró en la discusión pública y pidió no seguir dilatando el tema. Y, justamente, apurar este acuerdo significaría, de manera inédita que, en un año y un mes, un gobierno viva dos elecciones...
—Ese es el problema: el gobierno, al margen de que tiene que operar en las sombras -porque, en esto, Boric personalmente se juega mucho-, al mismo tiempo tiene que mantenerse alejado, porque si al oficialismo le va mal en esa eventual elección de convencionales, sumado al 4-S, puede ser un golpe muy letal para este gobierno. Yo le recomendaría al gobierno y al Presidente, en particular, tomar distancia, porque ya no puede arriesgar más. Ya arriesgó mucho en el plebiscito de salida.
—Se dice que la propuesta de Amarillos por Chile de esta semana -de que el Congreso designe al órgano redactor de una nueva Convención- vino a sincerar posturas...
—Sí, era algo que uno escuchaba hace semanas y semanas, cosas que uno escucha cuando conversa con dirigentes, con personas que están en las negociaciones y que nadie había querido sincerar. Pienso que es bueno que se ponga arriba de la mesa, no porque yo sea partidario de ella, sino porque esta negociación no va a salir si es que las cartas no se ponen arriba de la mesa y no nos sinceramos. El diputado del PS Tomás de Rementería también ha jugado un papel importante en sincerar esta discusión, que dice que la verdad es que hoy día no hay viabilidad para un órgano 100% electo y partamos, desde esa base, conversando cómo seguimos.
—Así como también cada día se van descolgando más dirigentes oficialistas, de un órgano 100% electo, ¿se inclinará, cree, este acuerdo, por un órgano mixto?
—Esa es la discusión hoy: ¿En qué medida salimos del órgano 100% electo? ¿En qué medida podemos transitar hacia un órgano mixto? Esto, tomando en cuenta que la Convención fracasó y fue 100% electa y entendiendo que, además, para ponernos de acuerdo, todas las partes tienen que ceder. Yo creo que es un error que Apruebo Dignidad plantee como línea roja eso, porque entonces la pregunta es: ¿entonces usted no quiere que haya acuerdo constitucional? ¿usted prefiere morir con las botas puestas, por sus principios? ¿o usted prefiere acuerdo aunque no sea el que más a usted le haya gustado?
—En ese sentido, ¿ve a algún sector trancando más la pelota?
—Todos los sectores políticos están trancando la pelota por algún motivo. La derecha tiene un problema porque, por un lado, tiene un compromiso y, por otro lado, tiene a sus bases que son muy reticentes a un nuevo proceso. La izquierda le teme a una elección y sabe que otra elección puede ser peligrosa. Y aquí, además, hay un punto más sensible: no todo el oficialismo está de acuerdo con esto, porque una posición es la de los parlamentarios del PS y otra es la posición de Apruebo Dignidad, y son bien distintas. La pregunta es: ¿es posible llegar a un acuerdo que no incluya a todo el oficialismo así como el PC se restó el 15 de noviembre de 2019? Es muy difícil para una coalición oficialista, o estas dos coaliciones, no estar de acuerdo en un tema tan importante, quizás el más importante de todos.
—¿Qué significaría políticamente para el gobierno que uno de sus partidos oficialistas se salga de la mesa?
—El PC ya no estuvo en noviembre y para aprobar este acuerdo se necesitan 4/7, que es mucho menos que los 2/3 anteriores. Ahora bien, para el gobierno sería un gran problema que no todas sus fuerzas concurrieran al acuerdo, sería un problema político gravísimo, porque el PC, cuando hizo eso, estaba en la oposición. No sé si se puede permitir ese lujo estando en el gobierno.