El 24 de noviembre de 2021, en plena campaña para la segunda vuelta presidencial entre Gabriel Boric y José Antonio Kast, el diputado recién electo Johannes Kaiser, militante del Partido Republicano, decidió renunciar a esa colectividad. En ese entonces, se difundieron videos y tuits en el que, entre otras cosas, señalaba que “las mujeres dejan de ir al parque a trotar, porque tienen miedo a inmigrantes que las pueden violar, pero siguen votando por los mismos partidos que están trayendo a esa gente y tú realmente te preguntas si el derecho a voto fue una buena idea”.
El ‘youtuber’ pidió disculpas y consideró que debía dejar la colectividad por las críticas que le salpican al candidato Kast, sobre todo, porque, en paralelo, se le cuestionaba al exparlamentario plantear, en su programa de gobierno, la eliminación del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género. No se avecinaba entonces una convivencia fácil para la futura bancada del Partido Republicano, que había alcanzado 15 diputados, y a la que Kaiser se sumó en condición de independiente.
Han pasado casi diez meses de ese episodio y Kaiser hoy es reconocido por sus pares como uno de los diputados que influyen más en los arduos debates que se dan dentro de la bancada.
Estas dos semanas, por cierto, la salida de Gonzalo de la Carrera y de Gloria Naveillán, dicen en el partido, son una señal de que la colectividad está terminando ese periodo de asentamiento. El regreso de Kaiser, así, a la militancia del Partido Republicano, es parte del cierre de ese ciclo, reconocen. El diputado, en entrevista con T13.CL, afirma que “el Partido Republicano es una organización que me representa políticamente; era un buen momento para hacerlo”.
—¿Por qué?
—Son estos los momentos en los cuales se requiere dar señales de institucionalidad, se requiere de los partidos políticos para poder dar gobernabilidad a este país.
—¿El Partido Republicano está terminando de asentarse con su regreso y la salida de Gonzalo de la Carrera y Gloria Naveillán? De usted se esperaba que al menos fuera un díscolo…
—Primero quiero referirme a las acusaciones de sectarismo que hizo la diputada Naveillán: yo soy testigo presencial y a mí nunca me han mandado a votar de ninguna manera específica. Nosotros debatimos democráticamente y luego votamos en bloque. Eso no significa que a uno siempre le tenga que gustar la decisión que se tome, pero cuando se trata de algo que no es de principios, nosotros nos hemos comprometido a someternos al voto democrático, como corresponde. Cuando uno no se alinea al equipo, hay sanciones, eso es en el fútbol, en el béisbol, es en todas partes, y más importante aún es cuando uno quiere dar una pelea cohesionada y sólida en un lugar donde uno es minoría, como ocurre en el Congreso. Mi amiga Gloria Naveillán tiene todo el derecho a percibirlo de esa manera, pero el Partido Republicano no es Renovación Nacional, Republicanos no es una montonera. Ella no lo entendió.
—¿Le fue difícil alinearse a la decisión de expulsar de la bancada a De la Carrera luego de que golpeara al diputado Alexis Sepúlveda? Ustedes dos vivieron situaciones similares en la campaña presidencial...
—Gonzalo de la Carrera no puede decir que se hizo alguna cosa a sus espaldas. Y Gonzalo ya llevaba una serie de intervenciones que habían sido conflictivas, me acuerdo del tema de (Daniel) Manouchehri. Tomamos la decisión que consideramos que era correcta, especialmente porque no queríamos que el caso De la Carrera tapara el ciclo noticioso sobre qué es bueno o qué es malo sobre la propuesta de la nueva Constitución. Dijimos también ‘esta cuestión es impresentable’, la bancada del Partido Republicano no puede andar ofreciendo o repartiendo combos. Gonzalo compartió la decisión. Entonces cuando él sale a retarnos, es porque no está haciendo su autocrítica, que es necesaria para volver a los equipos. Uno puede volver, pero si uno no hace la autocrítica no es tan fácil.
—¿Y usted, hizo su autocrítica?
—Mi actuar, que fue considerado conflictivo, es muy anterior a mi militancia republicana, estamos hablando de 7 u 8 atrás. Ahora, del otro lado, dicen que unos tuits de un subsecretario (Nicolás Cataldo) ya no son relevantes, porque han quedado en el pasado y las personas tienen derecho a cambiar de opinión. Mis tuits y videos no solo eran antiguos sino que uno era sacado de contexto y los otros tuits, bueno, cualquiera que tiene una cuenta de Twitter y usted le revisa los tuits del año 2010, a ver cuántos quedan parados. Cuando uno anda chacoteando y tratando de provocar por supuesto que quedan rastros electrónicos que a uno lo persiguen. Y, en ese momento, yo hice lo que consideré necesario: a mí nunca me pidieron renunciar al Partido Republicano, yo renuncié porque era necesario en medio de un ciclo presidencial, donde yo creía que mi renuncia le servía más a Chile que seguir siendo miembro del Partido Republicano.
—Sus electores, sus seguidores de su canal de YouTube.... ¿entienden esta decisión de militar?
—Hay quienes lo entienden y otros que no, pero esta es una decisión personal, no la tomo a título de la gente que me sigue en mi canal de YouTube. Yo busco mandar una señal de que el Partido Republicano también está abierto a aproximaciones a la política que son menos tradicionales y que son libertarias, como yo, y muchas veces irreverentes.
—¿Qué principios serán intransables para usted en este regreso a militar?
—Imagínese el Partido Republicano un día dice ‘votemos a favor del aborto libre’... yo estaría en contra. Si el Partido Republicano dijera ‘ignoramos el voto del último plebiscito’... tendría que estar en contra. La democracia no es transable, la soberanía popular no es transable, la soberanía nacional no es transable.
—¿De qué corriente es usted dentro del Partido Republicano? Están los conservadores, los libertarios, nacionalistas...
—Yo soy paleolibertario, que es una forma rara de ser conservador. Pienso que mientras menos Estado más conservadora es la sociedad, porque así funciona automáticamente, no porque yo crea que en el conservadurismo por un tema religioso sino porque simplemente creo que así funcionan mejor las sociedades. Pienso que, en sociedades más conservadores, se mantienen una línea de información, que llamamos tradición, donde los tatarabuelos dicen ‘sabes qué, no por nada se nos ocurrió esto, no cometas los mismos errores’. La familia como sostén de la sociedad es importantísimo, porque con la familia baja la criminalidad, baja el consumo de drogas, bajan las enfermedades mentales. Cuando hay familias bien constituidas, mejora el ingreso, las personas tienen después mejores relaciones familiares o mejores relaciones de pareja. No se trata de la familia por el sacramento, no, la familia es una cosa de utilidad práctica.
—No solo hubo cambios en la bancada, sino también en la directiva. ¿Hubo tensiones con la salida del senador Rojo Edwards de la presidencia del partido?
—Él ya respondió.
—Y reconoció tensiones internas…
—Los partidos son organizaciones humanas, es decir, hay simpatía, antipatía, visiones distintas de cómo hay que hacer las cosas, aunque el objetivo sea el mismo y ahí obviamente se producen tensiones. Los partidos son conocidos por eso, lo relevante es que esas tensiones no se traduzcan en un daño a la operación de un partido que, lo que quiere, es dar en algún momento gobernabilidad de Chile.
Nueva Constitución: “No queremos un nuevo proceso, pero no nos vamos a ir con la pelota para la casa”
—¿Cuál debe ser el rol del Partido Republicano en este nuevo proceso constituyente, que buscan abrir las mayorías parlamentarias?
—El Partido Republicano está en posición de representar a aquellos que votaron Rechazo, porque no querían un reemplazo de la actual Constitución. Eso no significa que nos vayamos a restar de los debates. Si existe un plebiscito de entrada y los chilenos vuelven a decir que quieren un nuevo proceso constitucional, no nos vamos a restar del proceso de construir una nueva Constitución, tratando de que nuestros principios y valores sean recogidos también en una Constitución que supuestamente va a ser ‘la Casa de Todos’.
—Decidieron restarse de ir a La Moneda, pero se sentaron en la mesa del Congreso. Hubo disenso en la bancada sobre si ir incluso a esa reunión en el Senado...
—¿Por qué nos íbamos a restar de las conversaciones?
—Porque ustedes no sabían que en esa mesa iba a estar también el gobierno representado con la nueva ministra de la Segpres, Ana Lya Uriarte.
—Ah, es que, bueno, sí, en este momento, no le estamos reconociendo al gobierno la autoridad para liderar este proceso luego del intervencionismo descarado que hicieron en la última elección. Ellos son partisanos, no son neutrales, y han demostrado que son incapaces de respetar los principios mínimos democráticos que exige la administración pública. Eso los transforma en parte, no en árbitro. Y, como parte, tienen que estar representados por los partidos que están en el Congreso y que son los partidos oficialistas. ¿Por qué tienen doble representación? Que dejen de hacer trampa. Yo sé que el gobierno tiene una función colegislativa, pero en este caso el poder constituyente derivado es el Congreso y es en el Congreso donde se debe discutir, y entre congresistas. Ahí se tiene que discutir si va haber o no, y eso lo tiene que decidir el pueblo de Chile en un plebiscito de entrada.
—En su bancada algunos dicen que tendrán un rol más bien de oyentes en esta mesa....
—Siempre es complejo ser minoría y tener la razón (ríe). Probablemente vayamos de oyentes, ahora, si hay que intervenir, se intervendrá. Nosotros no vamos a participar en una cocina por la cual se pasa por encima del pueblo de Chile y su voto. Nosotros no queremos un nuevo proceso, pero no nos vamos a ir con la pelota para la casa, no podemos forzar al resto a hacer lo que nosotros queremos, porque estamos en democracia. Pero vamos a estar ahí y vamos a levantar la mano y vamos a decir lo que no nos parece. No le vamos a prestar ropa a un proceso que se está haciendo hoy de espalda a la ciudadanía. Yo lo digo encarecidamente: no fuercen la mano del voto. Además le digo otra cosa: esto distrae del fracaso de la administración porque no tenemos controladas nuestras fronteras, la inflación está desatada, la economía está paralizada, la delincuencia está en su peor momento. Todo eso es tapado mediáticamente por el proceso constitucional y el proceso no tiene ninguna influencia positiva en los campos que le acabo de mencionar.
—En su bancada algunos opinan que, decir ahora que están a favor de un plebiscito de entrada, es apresurado o puede confundir a sus militantes o adherentes que no quieren un nuevo proceso.
—Yo no quiero un nuevo proceso constitucional, pienso que Chile está devastado por la incertidumbre política. Ahora, está es una advertencia para los otros partidos políticos, y lo hago a título personal: si tú quieres revertir el resultado de un plebiscito que se hizo sobre un cuerpo legal claro, tienes que volver a preguntar al pueblo de Chile. Aquí existía un plebiscito de entrada, que decía: ¿quiere plebiscito constituyente? Sino -de este parte les encanta olvidarse- nos quedamos con la Constitución actual. Esa era la pregunta y la opción. En 2020 se usó muchísimo el argumento de 'aprueben, porque si no les gusta, después rechazan y quedamos con la actual'.
—Chile Vamos argumenta que no se puede ignorar el resultado categórico del plebiscito de entrada de 2020, el 80-20 con el que triunfó entonces el Apruebo.
—¿Qué les ha dado derecho a ellos? En primer lugar, no existen los plebiscitos hereditarios, no funciona con decir 'mire, vamos a revivir este plebiscito'. No funcionan las cosas así. A mí eligieron hace unos meses, ¿entonces en cuatro años más puedo decir 'sabes qué me eligieron hace cuatro años, entonces esa elección sigue vigente'? Existe una razón por la cual tenemos elecciones periódicas, porque la gente tiene derecho a cambiar de opinión. No entiendo cuál es el trauma con un nuevo plebiscito de entrada.
—¿Existe posibilidad de que con esta moderación de Chile Vamos en este proceso, ustedes pueden ampliar el espectro de representación en la derecha?
—RN y la UDI están dejando huérfanos a su derecha, porque se siguen corriendo hacia la izquierda. Es incompatible ser socialdemócrata y liberal económico. Si ellos quieren ser socialdemócratas es legítimo, pero no es compatible con la postura sobre la cual nacieron, entonces están dejando cada vez más gente sin casa política. Nosotros sí representamos con más fuerza las ideas que le dieron a Chile sus mejores 30 años de su historia.
Análisis del triunfo del Rechazo: “La gente decía que la Constitución había sido escrita por fanáticos”
—¿Fue inesperado para usted este resultado del Rechazo?
—Pregúntele al Rojo quién le adelantó estos números.
—¿Usted predijo este 60-40?
—O sea, lo había especulado. Temía que no fuese así.
—¿En qué lo pudo ver?
—En las calles, en las ferias. Lo que pasa es que la derecha no muchas veces hace terreno, yo sí hago terreno.
—¿Usted veía que era gente que había votado Apruebo y que ahora estaba por el Rechazo?
—La recepción era muy amistosa.
—¿Y qué decían sobre su razón de votar Rechazo?
—La gente decía que la Constitución había sido escrita por fanáticos. El extremismo no le gustó a la gente. No le gustó la plurinacionalidad...
—Y si hubiese sido una propuesta de extremaderecha, ¿tampoco le hubiese gustado a la gente?
—Mmm, ¿cuál extrema derecha? ¿los libertarios? Si a la gente le hubieses dado una Constitución tipo americana de los Estados Unidos con 'usted tiene derecho a la libertad de expresión, punto', nadie habría estado en contra de eso. No hay que olvidar que la extrema derecha en Chile no son los nazis, la extrema derecha en Chile somos los libertarios, los que hicimos la revolución más exitosa del mundo, que es la revolución de los Estados Unidos de Norteamérica y que luego se transformó en la revolución democrática en el planeta. Nuestros pincipios son los principios fundadores de la República, también la chilena. Cuando nosotros proponemos algo nunca es algo refundacional ni es violatorio para la libertad de las personas. Respecto a las extremas derechas del siglo XX esas tienen de libertarias lo que yo tengo de comunista.
—¿La gente le decía que seguían queriendo una nueva Constitución?
—La gente ya se dio cuenta de que la Constitución no le puede arreglar los problemas, y que se trata de un trabajo de los políticos, de que no hacen bien la pega. Sí hay gente que quiere una nueva Constitución, una mejor Constitución, perfecto, pero la gente se cansó de la inestabilidad con la que se vivió en estos dos años, la inflación, la incerteza en los trabajos, la pérdida de empleo, la delincuencia está espantosa, nadie puede vivir tranquilo, especialmente en los sectores populares.
—¿Qué le pareció el rol en segundo plano de José Antonio Kast durante la campaña?
—Él hizo lo que yo creo que era necesario para no permitir que la estrategia de la izquierda de repetir la elección presidencial tuviese éxito, porque eso es lo que se trató de hacer. Se trató de personalizar una elección que no tenía nada que ver con la presidencial, entonces, para que no hablásemos de la Constitución, los déficits de la Constitución que estaban proponiendo, trataron de personalizarlo. Fue una decisión muy responsable la de José Antonio que implicó sacrificio.