Por Tomás Martínez

“Les faltará para derribar al PRO”. Hace poco más de un mes, mediante un mensaje en su cuenta de Facebook, Marco Enríquez-Ominami enfrentaba una nueva denuncia por su última campaña presidencial.

El mensaje de ME-O respondía al ex ejecutivo de la empresa brasileña OAS, Augusto Uzeda, por la facilitación de un jet privado para la campaña del ex abanderado del PRO, caso por el que había sido citado a declarar como imputado la semana pasada, diligencia que se postergó.

El 10 de julio, en La Tercera, el directivo planteó: “No sé por qué (Enríquez-Ominami) no habla con los periodistas de una manera clara y transparente sobre el arreglo que hubo con nosotros. Si OAS hizo una donación para Marco por una amistad personal, me parece un tema tan banal, tan menor, que no entiendo por qué no lo transparentó. Por qué no habló con la verdad: ‘Me prestaron un avión por dos o tres meses”.

A esa altura, ME-O ya experimentaba una caída en su respaldo en las encuestas de opinión pública tras el impacto del caso SQM. En un año, el ex diputado pasó de tener un 42% de evaluación positiva -en la encuesta CEP de agosto de 2015, donde aparecía en el primer lugar del ranking de evaluación de figuras políticas- al 25% que ostenta actualmente en el estudio del think tank publicado el viernes, donde sale en el lugar 15 de la tabla.

No sólo eso, ya que en este último estudio, salió por primera vez de los 10 primeros lugares entre los políticos más destacados desde que es medido en el sondeo (mayo-junio de 2009).

A ello se suma que su evaluación negativa se duplicó desde agosto de 2015, de 23% al 46% que tiene en contra hoy en día, mientras que en otros sondeos, como el de Cerc-Mori de agosto, salió de la lista de políticos con más futuro.

El desplome de ME-O fue tan rápido como su ascenso. A mediados de 2009 debutó en la encuesta CEP con 48% de evaluación positiva en el tercer lugar de la lista, sólo superado por la entonces Michelle Bachelet –que pasaba por sus mejores momentos de adhesión popular- y quien era su ministro de Hacienda, Andrés Velasco.

En esa época, ME-O sólo tenía un 20% de rechazo y cinco meses después, en octubre de 2009, llegó a su mejor performance en el sondeo de opinión pública, al alcanzar un 52%, el doble de lo que tiene hoy a su favor.

Con esos números llegó a la primera vuelta presidencial de 2009, donde sorprendió al mundo político con un 20% en tercer lugar, detrás de Sebastián Piñera -quien resultó electo en segunda vuelta- y de Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

La derrota de este último en el balotaje, forzada por la irrupción de ME-O, terminó por provocar un quiebre permanente entre Enríquez-Ominami y la DC. Al ex socialista le atribuyen ser un factor clave en la derrota del ex mandatario falangista y, como extensión, en que la Concertación perdiera el gobierno por primera vez en 20 años.

Su segunda aventura presidencial, en cambio, lo dejó superando por menos de un 1% a Franco Parisi, candidato que capitalizó la baja de ME-O. 

Cuatro años después de su primera incursión presidencial, ME-O no sólo había dejado de ser la novedad, sino que -tras regresar de su labor en ONU Mujeres, en Nueva York- Bachelet se apropió del discurso crítico tras el gobierno de Piñera, ofreció gratuidad universal -haciendo un guiño al movimiento estudiantil- y logró formalizar un pacto desde la DC al PC.

“Con los niveles de aprobación que existen no hay nadie que esté retirado o instalado, el fenómeno de Marco es el fenómeno general de la política y cuando finalmente estas lecturas son estrictamente de las personas tenemos un problema de la política”, dijo el presidente del PPD, Gonzalo Navarrete, consultado sobre la baja en el apoyo a ME-O.

El propio ex candidato del PRO salió al paso de su dura caída en la encuesta CEP el viernes, y planteó que “los chilenos no prestan atención a la elección presidencial”. Aunque evitó comentar directamente su caída en el sondeo.

El propio ex candidato del PRO salió al paso de su dura caída en la encuesta CEP el viernes, y planteó que “los chilenos no prestan atención a la elección presidencial”. En todo caso, destacó que se mantenía como "tercera fuerza", aludiendo al 3% en la pregunta de quién le gustaría que fuera Presidente, detrás del 5% de Ricardo Lagos y el 14% de Sebastián Piñera.

Los flancos del ex candidato

En diciembre de 2015, días después de declarar ante la Fiscalía por el caso SQM, se conoció la encuesta CEP de noviembre de ese año, en que Enríquez-Ominami experimentó su primera caída significativa en dicho sondeo: nueve puntos porcentuales, desde 42% a 33%. Fue la baja más pronunciada de un personaje político, según destacó el centro de estudios. La comparecencia de ME-O ante los fiscales fue tensa. Si bien el ex candidato había renunciado a su derecho a guardar silencio, al poco andar -incómodo por el tono del interrogatorio- decidió no continuar su declaración y no responder a las interrogantes del Ministerio Público.

El episodio del financiamiento irregular de campañas políticas lo tenía entonces como blanco de críticas, en particular por el vínculo de su ex brazo derecho, Cristián Warner, con boletas eventualmente falsas a SQM Salar, filial de la minera no metálica.

Varias fueron las comunicaciones que Warner sostuvo con la secretaria del entonces gerente general de SQM, Patricio Contesse, a través de correos electrónicos.

En una de ellas, revelada en septiembre de 2015 por la revista Qué Pasa, el ex asesor le escribe a la asistente de Contesse: “Estimada Katherine, junto con saludarla y desearle muchas felicidades en este año que termina, me permito molestarla para saber si ha tenido alguna referencia al tema que le planteaba hace unos días atrás, referido al proyecto de Marco Enríquez Ominami. Disculpe la insistencia y le agradezco de antemano la disponibilidad”. Atte, Cristián Warner.

La secretaria del ex gerente de la minera respondió dos semanas después al correo de Warner: “Estimado don Cristián: una consulta –cuándo era el monto del aporte comprometido por don Patricio? (él se encuentra de viaje)”, slds, Kathi Bischof.

El caso SQM le ha generado más de un dolor de cabeza al ex diputado. Su declaración ante el Ministerio Público en diciembre de 2015 sólo fue posible tras una extensa ausencia de más de 80 días: Enríquez-Ominami recorrió Argentina, Cuba, México, España, Ecuador y Rusia. 

A ello se sumó otro complejo episodio, el del avión facilitado por la constructora brasileña OAS para que el entonces candidato presidencial utilizara en su segunda campaña, el 2013. La Fiscalía ha solicitado información a Brasil e investiga el caso en una carpeta separada a la del caso SQM.

Hoy, tras su compleja situación en tribunales y la baja en los sondeos, quienes lo apoyaron en 2009 ven como complejo el escenario del ex diputado. “Marco sacó 21% con mi apoyo, luego 10% cuando compitió con Bachelet y si compite ahora su resultado puede estar debajo de los dos dígitos y eso puede sellar una carrera presidencial con tres elecciones consecutivas a la baja”, planteó el senador del MAS Alejandro Navarro.

Enríquez-Ominami ve reducida su base de apoyo, que en su primera candidatura tuvo carácter transversal y que lo llevó a conseguir un 20% de respaldo.

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