Manuel Monsalve pasa gran parte del tiempo en su departamento en Viña del Mar, leyendo exhaustivamente la prensa, y todo lo nuevo que va saliendo del caso que lo tiene en el ojo del huracán, desde el 14 de octubre, cuando se hizo público que el Ministerio Público lo investiga por abuso sexual y violación.

La mayoría de sus reuniones las sostiene de manera virtual. Sin embargo, para temas especiales, viaja a Santiago. Conduciendo él mismo, en su propio auto. Lo hace sobre todo cuando sus abogados -liderados por la ex consejera del CDE María Inés Horwitz- se encargan de prepararlo para el testimonio que tendrá que dar frente al fiscal que lidera su caso: Xavier Armendáriz, quien ha señalado que aún quedan varias diligencias antes de su formalización, la cual, en todo caso, podría ocurrir en cualquier minuto, y bajo la sospecha que el mismo persecutor hizo en la audiencia esta semana cuando señaló que “el imputado se aprovecha de su condición y pide llevar adelante diligencias para buscar antecedentes de cámaras, porque empezó a pensar que iba a ser denunciado”.  

Es en estas instancias con su equipo legal en las cuales lo enfrentan a preguntas difíciles y a una posible ampliación de querella, de modo de que el exsubsecretario esté bien preparado para ese decisivo momento, en el que probablemente no tenga a la vista todos los antecedentes que la fiscalía ha recabado.   

Dicen que desde que María Elena Santibáñez asumió la defensa de la mujer que lo denunció, el martes en la noche, su equipo legal lo coachea psicológicamente para enfrentar “los ataques” que puedan venir. Como, por ejemplo, las declaraciones que Santibáñez hizo en Tele13 el jueves en la noche, en donde denunció que su defendida habría recibido amenazas de muerte. Fue tal el impacto de esa intervención, que el equipo que defiende a Monsalve decidió -por primera vez- reaccionar públicamente. 

“Descartamos de manera categórica y absoluta cualquier tipo de amenaza directa o indirecta realizada por nuestro representado en contra de la denunciante o de cualquier persona, esperando que de ser efectivos los hechos señalados por la abogada Santibáñez los denuncie formalmente y sean investigados, esclarecidos y sancionados”, en una clara señal de que es importante “hacerse cargo de sus dichos”, escribieron Horwitz, junto con Cristián Arias y Lino Disi, los otros dos abogados que conforman el equipo legal de Monsalve.  

En su semana más oscura hasta ahora, el exsubsecretario se mantiene tranquilo y recalcando el mismo argumento que instaló desde que conoció la denuncia: que no ha cometido delito alguno. Pero los antecedentes conocidos esta semana lo dejan en un escenario más que complicado. Porque además de iniciar una especie de investigación paralela, al invocar la Ley de Inteligencia -y hacer gestiones para su propio caso- citando a la ahora ex jefa de Inteligencia, Cristina Vilches, para la revisión de imágenes y la pericia de su celular, el Ministerio Público denunció -en la audiencia de cautela de garantías- que el exsubsecretario había instruido la orden de contactar a su ex colaboradora. Lo hizo, incluso, antes de que ella denunciara el delito de abuso sexual y violación, lo que para la PDI y el Ejecutivo son acciones completamente imprudentes. 

Él ha comentado a sus más cercanos que respecto del proceso que diseñó para “informar” lo sucedido sigue creyendo que fue el camino correcto. Sin embargo, incluso desde su sector, cuestionan el que lo haya hecho de manera tardía, casi 18 días después del encuentro con su ex colaboradora. 

Además, critican que haya informaciones que aparecen a goteos: por ejemplo, que también instruyó a la PDI revisar las imágenes del centro que están en manos de la Municipalidad de Santiago para descartar otra de las tesis que aún siguen arriba por parte de él y su equipo: que lo hayan secuestrado. Este dato se conoció recién este viernes.  

La renuncia al PS

Después de semanas de tensión al interior del gobierno, el Presidente Gabriel Boric señaló el jueves que confiaba en el testimonio de la denunciante. “Cuando una mujer denuncia algo tan grave como una violación es inimaginable lo que debe haber pasado para tomar la decisión de denunciar, más aún contra alguien que ostenta más poder. Nuestro deber es creerle. Yo le creo”, señaló leyendo un discurso, sin preguntas de la prensa y sin mencionar a Monsalve. 

Seis días antes, sin embargo, recalcaba en un inolvidable y cuestionado punto de prensa de 53 minutos, que “el que haya una denuncia, no presume la culpabilidad”, lo que hace pensar que los cambios de último minuto tienen que ver con cómo el Caso Monsalve podría impactar la elección municipal y regional para el oficialismo.

Manuel Monsalve por estos días habla con personas contadas con una sola mano. Con sus dos hijas, una de las cuales aterrizó la semana pasada desde Nueva Zelanda especialmente para apoyarlo, y con algunos socialistas amigos para hacer análisis político, pero evita hablar de su caso. En un comienzo se comunicaba con la presidenta de esta tienda política, Paulina Vodanovic. Hoy mantiene contacto con Camilo Escalona, quien es una de las personas más cercanas al exsubsecretario.

Si bien cuando el viernes de la semana pasada el Partido Socialista anunció la suspensión de su militancia, él pensó en renunciar inmediatamente, fue el jueves 24 cuando Monsalve materializó su desvinculación después de 32 años de militancia. Básicamente, según indican desde su círculo íntimo, lo hizo porque no le respetaron su “presunción de inocencia”, y porque uno de los dirigentes socialistas con los que conversó le advirtió que su expulsión estaba cantada para su formalización. 

Del Gobierno, nadie tiene comunicación con el subscretario desde que él renunció al cargo el jueves 17. Ello va en la línea de lo exhibido públicamente por sus autoridades, quienes en estos últimos días lo han ido dejando caer. En todo caso, tampoco es facil hacer contacto con Monsalve, quien cambió su número celular y poquísimas personas lo tienen.

Nudos sin resolver

Manuel Monsalve sabe que lo pueden formalizar luego y sabe también que el Ministerio Público solicitará para él la máxima cautelar, o sea pasar el periodo de la investigación en presión preventiva. Por eso, cada día que pasa es un día ganado para robustecer su versión alternativa, que hasta ahora -dice su defensa- es aún desconocida. 

En todo caso, su dedicación es exclusiva a la acusación que se hizo en su contra: la idea de su defensa es encontrar todas las hebras para dar con la información que les permita despejar lo que ocurrió entre las 6 de la tarde y pasadas las 11 de la noche del 22 de septiembre, las horas previas antes de concretarse la supuesta violación. 

Su testimonio no ha variado desde mediados de octubre: está convencido de que algo sucedió en esas horas; algo que, dicen en su defensa, él mismo intentó dilucidar junto a su ex colaboradora, pues ambos recalcan no recordar nada durante más de 10 horas. 

Monsalve dice que hay respaldo de esas conversaciones, y que incluso él alertó a su ex colaboradora de que iba a revelar ante la PDI lo que les había sucedido y que se podía ver expuesta, una cuestión que otros interpretan como una manera de presionarla.

Lo poco y nada que ha revelado Monsalve a algunos de sus cercanos -con los que ha conversado durante los últimos días- es que envió a policías civiles de Inteligencia con el solo afán de verificar si su entonces colaboradora estaba con vida, después de que ella volvió a solicitar licencia en la Subsecretaria del Interior, algo que para algunos resulta un argumento totalmente inverosímil. 

En la defensa de Monsalve indican que todos esos detalles podrán ser entregados por la ahora ex jefa de Inteligencia Cristina Vilches, quien, según versión del exsubsecretario, fue quien recomendó revisar imágenes en el Hotel Panamericano y quien sugirió hacer la pericia de su celular, por el peligro que significaba un eventual intento de extorsión.

Considerando todo eso fue que la defensa de Monsalve, en la reunión que sostuvieron con el fiscal Armendáriz, el lunes pasado, solicitó varias pericias. Entre ellas, revisar las cámaras del Mila, el primer restaurante en el que se encontraron el 1 de septiembre (en el Costanera Center); las del hotel; revisar qué sucedió realmente con las imágenes del restaurant Ají Seco Místico; el detalle de las boletas para corroborar los consumos: los platos que comieron y el número de pisco sour que estuvieron en esa mesa; cuántas horas estuvieron en el local, a qué hora pagaron y a qué hora salieron; toda vez que Monsalve está convencido de que no se emborrachó la noche del 22, y que aún persisten varios nudos sin resolver. 

Además, quieren que se despeje la razón de por qué Carabineros revisó las imágenes del hotel días antes que lo hiciera el equipo de la PDI enviado por Vilches el jueves 10 de octubre, o sea antes de la denuncia, y si esa información llegó a manos del Ministerio del Interior. Todas, peticiones que se enviaron al Ministerio Publico de manera formal durante la semana pasada. 

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