Eduardo Cretton, con 25 años, uno de los constituyentes más jóvenes de la Convención Constitucional, entró a militar a la UDI en 2018 y aquí aborda las primeras semanas de la instancia.
El licenciado en Derecho de la Universidad Católica sostiene que, para lograr incidir -con una minoría en la Convención-, se debe instalar un proyecto político ambicioso, liderado por jóvenes fuera de la elite; una suerte de “tercera derecha” que, dice, sea capaz de romper de manera radical la relación tóxica con la elite.
—¿Cuál es tu balance respecto a estos dos meses de la Convención Constitucional?
—El trabajo en la Convención durante este tiempo ha tenido cosas buenas, malas y feas. Lo bueno ha sido que ya estamos a punto de tener un reglamento que nos va a permitir entrar a la discusión de fondo, que es lo que la ciudadanía espera. Lo malo y feo es que, a medida que hemos ido entrando, hemos visto cómo ciertos grupos quieren implementar la censura, hay algunos convencionales con privilegios; hemos visto cómo han ido cayendo algunos que prometían acabar con la vieja política, porque terminan en los mismos vicios. En dos meses, la Lista del Pueblo se ha desbaratado por completo y ha caído en casi todos los vicios de la política antigua. Eso le resta legitimidad al proceso a ojos de la ciudadanía y en eso nosotros no podemos caer. Tenemos que lograr que este proceso sea llevado de buena forma, respetando las reglas, que es finalmente cumplir nuestra tarea que es proponer un texto de nueva Constitución.
—La semana pasada, la UDI se restó de una declaración firmada por convencionales de RN y Evópoli en la que reconocían una deuda histórica con los pueblos originarios, ¿tú pensaste en firmarla?
—No pensé en firmarla. Si bien mostraba disposición de abrirse al diálogo, en el fondo es una carta llena de buenas intenciones, no hay nada concreto. Como representante de La Araucanía, creo que la mejor forma para que los pueblos originarios vuelvan a confiar es debatir y ver en qué cosas podemos avanzar y en qué tenemos diferencias. Pero con honestidad intelectual y no solo con buenas intenciones, porque además esa es la lógica que siempre ha usado el Estado de Chile con ellos. Sobre la deuda histórica, pienso que la gente de La Araucanía es que la está pagando esa deuda. Desde Santiago es fácil hablar de estas cosas sin saber cómo lo pasan aquellos que están sufriendo la violencia, el terrorismo, la usurpación de campos. Ahora, nosotros queremos trabajar con los pueblos originarios, por eso yo fui a la reunión en Santiago con el centro de comercio indígena.
—¿Fue acertado que la UDI se restara? ¿No cree que fuera un desacierto dejar al descubierto estas dos almas de la derecha?
—Cuando la carta llegó ya estaba cerrada, no hubo posibilidad de construir la carta en conjunto. Hoy, sí, se habla de las dos almas de la derecha, se le acusa a una de ser el alma reaccionaria, oponerse a todos los cambios y a la otra se le acusa de entreguismo, de ser monedita de oro. Pero al final las dos almas de la derecha van bailando al ritmo de la música que ponen otros y no han roto su relación con la elite. Hoy es minuto de construir una tercera derecha que sea capaz de proponer, con nuestras ideas, un nuevo proyecto; una derecha que sea capaz de entender que el ciclo político en Chile cambió, que hoy se requiere una derecha joven, distinta, ambiciosa, que se sienta heredera del proyecto popular que muchas veces la derecha dejó de lado y que empiece a articularse generacionalmente para poder competirle y disputarle al Frente Amplio. Esta tercera derecha es generacional, que fue la que perdió en las universidades contra el Frente Amplio y que es la que muchas veces no llega a la papeleta, porque allí llegan las personas de las dos almas que terminan siendo los de siempre.
—¿Esa tercera derecha se está formando en la convención?
—Esa tercera derecha se está formando dentro de la Convención, pero pienso que es más o igual de importante lo que ocurra con la derecha fuera de la Convención. Hoy, sobre todo los más jóvenes, tenemos un rol importante que cumplir en eso, en ser capaces de articular esta derecha: formar liderazgos estudiantiles, liderazgos locales, dirigentes, gente que vaya a reconstruir nuestra base social, que sea de los territorios, para mí se terminaron esos candidatos que llegaban tres meses antes desde Santiago a las regiones, que iban a hacerse los lindos y que después se olvidaban de las problemáticas de los distintos lugares. Esta tercera derecha viene a dignificar la actividad política también. Para esta tercera derecha hoy no es aceptable que gente como Pedro Velásquez sea candidato en nuestras listas, no es aceptable que no hayamos hecho la autocrítica a tiempo sobre lo que ocurrió, por ejemplo, con el caso Penta.
—Dices que puede ser más importante lo que ocurra fuera de la Convención. Y hoy las ideas de la derecha parecen ser impopulares, ¿si se repara aquello, esa minoría de la derecha puede tener más fuerza en la Convención?
—Inevitablemente lo que ocurre afuera termina por afectar directamente a la Convención. Hoy la derecha tiene que volver a sintonizar con la gente común y corriente, la derecha tiene que terminar con esa dependencia tóxica de la elite. Tenemos que construir mayorías en el territorio, yo sé que esta discusión de las dos almas lleva mucho tiempo, pero al final es un debate para la academia. Hoy la derecha tiene que salir a hacer política al territorio, tenemos que preocuparnos de nuestros concejales, alcaldes. Tenemos que hacer la pega en la calle. Eso cuesta porque vemos a una generación que sabe que estamos en el suelo y que muchas veces le cuesta atreverse a asumir desafíos de esta magnitud. Hoy los que estamos en la Convención y que formamos el colectivo Más Sociedad, que es Ricardo Neumann, la Constanza Hube, la Katerine Montealegre, Felipe Mena, yo, tenemos que ser ejemplo y tratar de motivar a nuestra generación a que articule y que seamos capaces de plantear un proyecto político ambicioso a futuro.
—Ante la división en la derecha en la Convención, ¿ves ánimo de que una vez que comience la discusión de los contenidos se logren más consensos?
—Cuando llegue el momento de los contenidos, tenemos que dejar atrás esta discusión y proponer, buscar una tercera vía, no quedarnos en el entreguismo ni en ser reaccionarios: tenemos que salir a proponer desde nuestras ideas. Ojalá cosas novedosas como el Defensor del Pueblo, que lo hablamos durante estos días y que fue una propuesta bastante transversal dentro de Chile Vamos.
—Ha habido igualmente una tónica más confrontacional desde su bancada, ¿es el tono correcto?
—El grupo de la UDI en la Convención no es homogéneo. Algunos han asumido ese papel de ser los que ponen los puntos sobre las íes, hay otros que han salido a tender puentes, pero esto es un trabajo en equipo y todos valemos lo mismo. El adversario no está dentro de la UDI, está al frente, y eso es algo que le ha costado entender a algunos socios de Evópoli y RN. Hoy somos tan pocos dentro de la Convención que tenemos que actuar de manera articulada, pero dando espacio para los distintos roles. Ahora, otra cosa es la UDI como partido. Si la UDI quiere cumplir un rol relevante, tiene que hacer una autocrítica muy profunda, entender que el ciclo político en Chile cambió, que esto requiere la construcción de una nueva identidad que sea capaz de romper con la elite. Este cambio tiene que ser radical. Tengo serias dudas de que nos vaya a ir bien en las elecciones parlamentarias con los mismos siempre. No creo que Jacqueline van Rysselberghe entienda que estamos en un ciclo político nuevo, no lo veo. Yo creo que no debió haber sido candidata. También fracasamos en la primaria porque usamos las mismas fórmulas añejas de los 90, cuando hoy tenemos elementos para construir desde la UDI un proyecto político de futuro. Nuestro candidato a Presidente debió haber sido Jaime Bellolio.
—¿Sebastián Sichel es capaz de encarnar ese nuevo ciclo político del que él también habla?
—Sebastián Sichel solo lo logrará en la medida en que ese proyecto se transforme en uno colectivo y no personalista. Sebastián Sichel encarna un nuevo ciclo político, pero le falta construcción colectiva, por ejemplo, no tiene partido. Y muchas veces el gran problema que tiene la derecha es que pensamos que con la presidencial se nos va el mundo, cuando en realidad hay cosas más relevantes.
—¿Apoyaste a Sichel o a Lavín para la primaria?
—Yo critiqué mucho la nominación de Joaquín Lavín, pero también creo que al militar en un partido se tienen que respetar ciertas decisiones.
—Esta semana se dio una discusión entre Pablo Ortúzar y Daniel Mansuy sobre si Sichel iba a poder representar realmente a la derecha, o si bien iba a repetir los errores de Piñera.
—Hay una diferencia tremenda entre ambos Sebastianes. Piñera representa la elite y Sichel el mérito y el esfuerzo. Eso para mí no es una diferencia menor. La historia personal de Sichel demuestra que sí se puede en el modelo... el tema es que tenemos que hacer varios ajustes a nuestro modelo. Todos los que creen que es posible volver al 17 de octubre de 2019 se equivocan; tenemos que hacer cambios, pero también rescatar aquellas cosas positivas que se hicieron en Chile en los últimos 30 años. Sebastián Sichel encarna eso: gente que logró superar la pobreza, que logró llegar a la universidad, y eso es súper importante. Hoy la derecha tiene que permitir que personas que no vienen de los mismos colegios de siempre hoy puedan participar en política. Yo igual me siento representante de esto, vengo de Malleco. Ahora, Sichel necesita meter fuerza al tema generacional porque nuestro adversario es el Frente Amplio, la Concertación se acabó. Si es que Sebastián Sichel se plantea en contraposición de Yasna Provoste se equivoca, porque el rival es Gabriel Boric, quien representa un proyecto refundacional. Nosotros decimos que es posible tener un sistema social de mercado que sea justo, que no confunda el modelo con un fin, como le ocurrió a la derecha economicista, sino que entienda que el modelo es un medio para lograr la máxima realización personal y espiritual de los chilenos.