Luego de haber participado en una ceremonia de homenaje al héroe cubano, José Martí, en la Plaza de la Revolución, la Presidenta Michelle Bachelet se dirigió al Consejo de Estado donde fue recibida por el presidente cubano, Raúl Castro, para concretar el último encuentro bilateral que sostendrán ambos como jefes de Estado.
El encuentro se extendió por media hora y a puertas cerradas. Y a diferencia de cómo suelen ser estas reuniones, no hubo declaraciones una vez finalizado.
La reunión se concretó en medio de una ola de críticas de la oposición chilena y del mismo presidente electo, Sebastián Piñera, quien criticó a la mandataria por no reunirse la oposición al régimen.
Del mismo modo, el Consejo de la Democracia Cristiana (DC) cuestionó que la mandataria no se reuniera con los opositores.
Incluso la disidencia cubana criticó a Bachelet por no considerarlos en su agenda. Rosa María Payá, hija de uno de los principales críticos al régimen, Oswaldo Payá, criticó la decisión de "privilegiar reunirse con un dictador."
En esa misma línea, la bloguera Yoani Sánchez, realizó una fuerte crítica a la presencia de Bachelet en La Habana y dijo que era para "cerrar un ciclo de fidelidad que tiene más de apego emocional que de pragmatismo político".
El viaje de la mandataria se da con el objetivo de "reforzar las relaciones e impulsar el comercio y las inversiones" y en medio de una polémica gira que ha incluído la ausencia del canciller del país, Heraldo Muñoz.