-La derrota del Apruebo y el oficialismo fue histórica. ¿Es muy difícil que un proceso constituyente que empieza con un 80 % de apoyo, termine así, con una paliza en contra?
-No conozco otros casos. Porque cuando haces en democracia una Convención Constituyente para hacer una Constitución, los convencionales normalmente se proponen hacer un texto aprobable por la amplísima mayoría de los ciudadanos de este país. O sea, en España se hace el Pacto de la Moncloa y el 90% lo aprueba.
Pero aquí no hubo ningún esfuerzo de conseguir el apoyo amplio de los chilenos. Los convencionales creyeron que la mayoría de la Convención tenía un correlato con la mayoría de Chile, y no lo tenía. Los dos tercios de la Convención representaban a menos de la mitad de Chile, claramente.
-¿Puede Boric cambiar el escenario y liderar un nuevo proceso?
-Él ha tenido cuesta arriba el Gobierno desde que se inició, por su condición de minoría. La verdad es que el 38% del domingo reafirma el hecho básico de su gobierno, que es que Gabriel Boric es la persona que llega a ser presidente en la historia reciente con menos apoyo propio y a su liderazgo: 25,8% votó por su programa en primera vuelta.
Pero claro, el Boric de segunda vuelta ganó. Porque cambió su orientación, enfatizó el gradualismo, se hizo cargo de la demanda de orden y seguridad pública y crecimiento, y peregrinó hacia la Concertación.
-¿La Convención fue en signo contrario?
-Claramente. La propuesta del Apruebo estaba kilómetros a la izquierda del Boric de segunda vuelta. Y al revés, la propuesta del Rechazo se orientó varios metros hacia el centro respecto de Kast. Entonces, no había por donde ganara el Apruebo.
-¿Hubo un momento de inflexión?
-Sí. Cuando Javier Macaya da por muerta la constitución vigente, la del 80, y por lo tanto el Rechazo pasa a ser otro camino para una nueva constitución.
-Una de las pocas comunas donde ganó el Apruebo es Ñuñoa. ¿Qué tan significativo es eso?
-Muestra el desfase de esta nueva izquierda respecto del sentido común popular. No es casual que el Apruebo haya ganado en Ñuñoa, y perdido en La Pintana. Sucede que sus prioridades valóricas, para hablar en términos de Giorgio Jackson, están disociadas de la ciudadanía.
Si pones los principales temas para Ñuñoa, no son los principales temas ni en la Pintana ni en Arauco, ni en Curanilahue, ni en Calama, ni el Colchane… El problema que tuvo ahora la Convención y la elite que se sometió a este desafío es parecido al problema que tuvo Piñera.
-¿En qué sentido?
-En que también hubo una disociación respecto del sentido común de la elite que gobernó con Piñera. Era la elite de la tres comunas del triangulo de las Bermudas. Pero ahora es la elite de Ñuñoa. Donde las prioridades son las del feminismo, del aborto libre, de las diversidades sexo genéricas, y esas no son las prioridades del mundo trabajador, obrero ni campesino.
-En el fondo muchos convencionales representaban a poca gente…
-Claro. Ese fue el error del Gobierno, que creyó que la representación del mundo popular estaba determinada por organizaciones pequeñas, radicalizadas y disociadas de su base.
-¿El Partido Comunista no asume resposabilidad de la derrota?
-Siempre ha sido ese su estilo. Ellos prefieren escoger su propio mundo paralelo a hacerse cargo de la realidad. Creo que entre la frase que dijo en la mañana del domingo Daniel Jadue, que el Apruebo iba a ganar holgadamente, y en la noche su propia derrota en su propio territorio, evidencia que prefiere cerrar los ojos y seguir viviendo y pensando como si esa realidad no hubiera ocurrido. Uno lo escucha y es como si no hubiera ocurrido nada.
Al mismo tiempo, muchos convencionales antes decían que iban a ganar ampliamente, y eso refleja que vivieron en un mundo paralelo. Vivieron el síndrome del internado, uno de repente cree que lo que vive en las cuatro paredes con sus amigos es la realidad. Y pucha que estaba lejos de la realidad social.
-Guillermo Teillier dijo que había que insistir en el programa.
-Así es. Imaginate lo patético que resulta hoy día la frase de Jadue a Boric cuando después de perder la primaria, le dice que ahí “estaré si se mueve un milímetro del programa”. Se va a mover kilómetros del programa, por supuesto, si quiere gobernar. Si no quiere gobernar no se va a mover un milímetro.
-¿Cómo ves el futuro de la centroizquierda: los Amarillos pueden jugar un rol importante?
-Pueden. Pero más que el particular de Los Amarillos, identifico que hay un espacio. Que hay una demanda de centro reformista muy grande, y una oferta muy pequeña, muy dispersa, muy débil. Y como soy optimista creo que la oferta y la demanda terminarán encontrándose. Pero creo más bien en una convergencia de distintos grupos que logren constituir un espacio político sin complejos, que represente el estado actual del país.
Es decir, con una mayoría de gente que quieres cambios, pero los quiere con certidumbre, desarrollo erconómico, equilibrio.
-¿Boric debe asumir un papel en el proceso o concentrarse en gobernar?
-El Presidente en la fase que viene debiera concentrarse en responder a sus desafíos de Gobierno. Es decir, seguridad pública, control de flujo migratorio, inflación, recuperación económica, pensiones. Y debiera el Gobierno abstraerse y dejarle a los actores políticos concordar un camino. Primero, porque no puede correrse el riesgo de nuevo de que el plebiscito a una propuesta constitucional, sea un plebiscito a la gestión de su gobierno.
Por lo tanto, el Gobierno debería favorecer el acuerdo, empujar a los suyos para llegar lo más rápido, pero luego abstraerse y concentrarse en su tarea de Gobierno, aquello por lo cual va a ser evaluado.
-Hay quienes interpretan el resultado como un fin del proceso constituyente…
-La Constitución del 80 hoy día no la respeta nadie. La gente que salió a votar y que nunca había votado, lo hizo de manera abrumadora en contra del Gobierno y a favor del Rechazo. Es la gente más desconfiada del Estado. Y más alejada de este ideario progresista de Ñuñork.
Esta partitura tiene muchos compositores: yo pensé que el FA en la Convención iba a jugar un rol articulador. Como eran gobierno, pensé que iban a garantizar que se aprobara un texto votable por el 65% de los chilenos. Era lógico.
-¿Pero le jugaron en contra al Gobierno?
-Le jugaron completamente en contra al Gobierno. Prefirieron darse el gustito de imponer sus ideas, en lugar de hacer una constitución de consenso, que es lo que hacen todas las convenciones para que el texto sea aprobado por amplia mayoría. No les puedo cobrar a los independientes, que fueron a defender sus causas a ultranza, pero a las fuerzas de Gobierno les voy a exigir que hubiesen actuado como fuerzas de Gobierno. Y el Frente Amplio, con Bassa y Atria a la cabeza no hizo su tarea.
-¿El cambio de gabinete debería incluir a gente de centro izquierda del Rechazo?
-Debe ser lo más masivo y amplio posible. La señal más profunda de que efectivamente el Presidente escuchó la voz del pueblo, es que reclute ministros más allá de sus fronteras. Mientras más masivo y mientras más extienda sus fronteras mejor será para su gobierno. Ahora, ¿qué posibilidades tiene hoy de que personas o sectores políticos ajenos deseen incorporarse al Gobierno? Obviamente que hay menos posibilidades hoy que las que tenía ayer.