El coronavirus llegó para quedarse. Hasta ahora ha causado un quiebre profundo en los mercados laborales de todo el mundo, en un fenómeno que está lejos de llegar a su fin. Estados Unidos lidera un ranking macabro, con cerca de 30 millones de personas que ya han solicitado subsidios de desempleos. En Europa, en tanto, desvincular al personal es bastante más complejo, y se requiere negociaciones con los sindicatos cuando se trata de un número importante. Chile está a medio camino de ambos casos.  

Hasta la fecha, más de 66 mil empresas se han acogido a la Ley de Protección del Empleo, por lo que miles de contratos han quedado en puntos suspensivos. Mientras, la cifra de desempleo en el trimestre enero, febrero y marzo de 2020 llegó al 8,2%, siendo el porcentaje más elevado desde el 2010. Y este podría ir en aumento. 

Ya varios economistas proyectan que Chile sobrepasará los dos dígitos en número de cesantes. El tema genera una interrogante crucial: hasta ahora el INE considera a los trabajadores con contratos congelados por la Ley de Protección al Empleo, como “ocupados ausentes”, pero siguen en la nómina de empleados. La pregunta entonces es qué va a suceder si en el cuarto mes estas personas son definitivamente desvinculadas, habiendo ocupado ya parte importante de su seguro de desempleo, y sin saber si volverán a encontrar, en el corto plazo, un nuevo trabajo.

Los problemas de “la nueva normalidad”

Hay pesimismo respecto al despegue de la actividad, que ya se contrajo un 3,5%, en el último Imacec publicado el lunes. “La normalización va a ser gradual. Efectivamente algunos suspendidos en sus contratos van a perder sus trabajos, y solo en un plazo de uno a dos años vamos a poder volver a niveles a los que estábamos antes de la pandemia”, explica Alejandro Fernández, gerente de estudios de la consultora Gemines.

“Vamos a tener un desempleo que va a crecer por lo menos hasta fines del segundo trimestre, en la medida que pueda iniciarse una normalización, más o menos importante a partir de julio, donde la caída de personas cesantes podría decaer, pero a niveles parecidos a lo que teníamos va a tomar mucho tiempo”, añade Fernández.

Las repercusiones en las industrias son dispares. Porque mientras la minería, la agricultura y el sector manufacturero se han visto menos afectados, el área de la construcción y el comercio han resentido con fuerza la caída en la demanda y el consumo, que podría extenderse más de lo que todos quisiera, lo que generaría nuevos recortes en el personal.

“Puede que pasen tres o cinco años antes de que se recupere, sobre todo la confianza de ir a comprar en lugares que están hechos para congregar”, recalcan en el gremio del comercio. No son pocos los que proyectan un nivel de compras dramáticamente menor, porque habrá menos gente en el comercio expuesta a contagiarse, y porque habrá menos recursos para comprar en bienes que no son de primera necesidad. 

Además, “la nueva normalidad” obligará a un distanciamiento físico mayor generará cambios de hábitos muy importantes. “Las empresas están más atentas a quiénes son productivos y quiénes no, por lo que habrán muchos que decidirán volver con menor dotación de la que acostumbraban; a ocupar oficinas más chicas, un cambio de dinámica que obviamente va a generar desempleo, porque además las compañías vuelven, pero mucho más cautas”, explica Axel Christensen, director de inversiones de BlackRock.    

Por eso, la pregunta que surge entre economistas es si después de la primera ola de despidos, las compañías van a reabsorber a las personas en sus puestos. El tema crucial: en qué estado va a estar el negocio en términos de sus canales de venta y distribución en seis meses.

Hasta ahora el ecommerce significaba el 10% de las ventas de las empresas. Pero ahora la gente se vio obligada a comprar online, y la que ya lo hacía, lo ejerció mucho más fluidamente con las cuarentenas. “Si los empresarios se dan cuenta que un 35% o un 40% de sus ventas se concreta de manera virtual, o capacita a sus empleados para nuevas funciones o los desvincula definitivamente”, afirman desde el mundo empresarial. 

Un escenario con menos requerimientos de personas, y también otro tipo de habilidades, por lo que nadie asegura que la gente va a recuperar sus trabajos. “Si mis ventas y utilidades se explican por el canal online, va a ser importante saber si los empleados se van a poder readaptar o si no sirven para estar detrás de un computador, porque lo que hacían era atender gente o armar paquetes”, explica un economista. Por lo mismo, esta es una variable abierta, que se deberá analizar en los próximos meses, aun cuando ya se vislumbra que sí o sí habrá una merma de puestos de trabajo. 

“El coronavirus aceleró efectos estructurales que ya existían: centros comerciales en franca declinación y tiendas decidiendo cerrar, como Bloomingdale o Macys, influidos sobre todo porque la gente está comprando en forma remota. La pandemia definitivamente aceleró esta tendencia”, sentencia Christensen.

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