El libre comercio y la globalización parecen estar bajo asedio de un amplio y ruidoso abanico de oponentes.

Durante décadas ha habido un fuerte consenso sobre que la globalización generó puestos de trabajo, salarios más elevados y precios más bajos, no solo para los países más ricos sino también para los más pobres y en desarrollo.

Pero mucha gente, entre ellos personas con puestos políticos, está mostrando su indignación al ver que los puestos de trabajo son tomados por máquinas, las viejas industrias desaparecen y las oleadas de migración perturban el orden establecido.

No hay que mirar muy lejos para ver el efecto de esas preocupaciones en acontecimientos recientes.

El referendo sobre el Brexit, en Reino Unido, estuvo marcado por preocupaciones sobre la inmigración, la llegada de Donald Trump ha devuelto la retórica del proteccionismo en Estados Unidos y se han producido manifestaciones masivas en Europa contra futuros acuerdos comerciales internacionales.

¿Qué hay detrás de estas reacciones y cómo se puede abordar esta crisis de la globalización?

"El libre comercio es comercio estúpido"

La elección presidencial en Estados Unidos se ha sentido como el epicentro de esa creciente corriente de inquietud contra el libre comercio y la globalización.

El candidato republicano Donald Trump ha acusado a China de querer "matar de hambre" a los estadounidenses manipulando su moneda y "haciendo trampa" en el comercio internacional.

Trump ha dicho que impondrá aranceles masivos sobre los bienes producidos en China porque este país está "violando" económicamente a EE.UU.

Hillary Clinton, la candidata demócrata a la presidencia estadounidense, se ha visto rodeada por contendientes políticos que cuestionan los beneficios del comercio internacional y la globalización.

Bernie Sanders, oponente de Clinton en la carrera por la nominación demócrata, definió su campaña argumentando que la globalización ha vaciado a la clase media estadounidense.

La respuesta de Clinton fue acercarse a las preocupaciones de Sanders y Trump, renegando de su apoyo previo al TTIP (Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversión, por sus siglas en inglés) entre Estados Unidos y Europa.

Declive manufacturero de Estados Unidos

Los argumentos sobre el declive del sector manufacturero en Estados Unidos han potenciado gran parte del debate en este ciclo electoral en el país.

El sentimiento de agravio es evidente: el sector perdió seis millones de puestos de trabajo entre 1999 y 2011, según la Oficina de Estadísticas de Empleo de EE.UU.

El descenso de puestos de trabajo en el sector manufacturero es uno de los temas de la campaña presidencial en Estados Unidos.

Los estudios han demostrado que el declive del país se ha visto acompañado de ganancias en China.

Las importaciones chinas explican el 44% de la pérdida de empleo en manufacturas en Estados Unidos entre 1990 y 2007, según un informe del Instituto de Estudios del Trabajo en Bonn, Alemania.

Parte del descenso se debe al traslado de puestos de trabajo a otros países, pero también han jugado un papel la automatización y la puesta en marcha de procesos más eficientes.

"En todos los países hay quien ha perdido por el desarrollo tecnológico, sea operadores telefónicos o empleados bancarios", dice Gary Hufbauer, experto en comercio del Instituto Peterson de Economía Internacional.

"El problema en EE.UU. es que no hacemos demasiado para ayudar a aquellos que han perdido, a través de apoyo del sistema de seguridad social o de formación laboral", dice Hufbauer.

Muchos ciudadanos de Estados Unidos, Europoa y Japón no han visto aumentar la renta de sus hogares en los últimos 10 años.

El cambio tecnológico y económico ha afectado a zonas geográficas específicas que tuvieron problemas para desarrollar nuevas industrias y crear nuevos empleos.

El enfado derivado de esto ha encontrado su lugar en la retórica proteccionista de políticos como Donald Trump.

"No ha habido crecimiento en los ingresos familiares en la última década ni en Europa, ni en Estados Unidos ni en Japón. La gente no está contenta, y si se trata de echar la culpa a alguien, es fácil hacerlo con los extranjeros", dice Hufbauer.

Estancamiento del comercio

El aumento de la oposición política a la globalización ha coincidido y contribuido también a un periodo de reducción del comercio mundial desde la crisis financiera de 2008.

Entre 1986 y 2008, el comercio global aumentó a un ritmo del 6,5%, según la Organización Mundial de Comercio.

Entre 2012 y 2015, esa tasa se ha ralentizado hasta situarse en un promedio del 3,2%, y se espera que crezca solo un 1,7% este año.

La ralentización, si continuara, convertiría este periodo de relativo estancamiento comercial en el mayor desde la Segunda Guerra Mundial.

Desde la crisis financiera, la ralentización de la economía china y el estancamiento político y económico en la Eurozona han contribuido a este estancamiento del comercio mundial.

Al mismo tiempo se ha producido un aumento constante en la aplicación de medidas proteccionistas en todo el mundo.

En un intento de proteger a las empresas y los sectores domésticos, los políticos han acudido a los aranceles y las restricciones a las importaciones de otros países.

"Los gobiernos de todo el mundo han casi doblado su utilización de distorsiones comerciales en los últimos dos años", dice el profesor Simon Evenett, experto comercial de la Universidad de San Gallen.

"El aumento reciente de la actividad de buscar tu beneficio propio a costa de empobrecer al vecino es anterior a Trump y al Brexit, lo que sugiere que las presiones populistas pueden exacerbar el proteccionismo", añade.

Los economistas alertan de que aunque el proteccionismo pueda resultar atractivo para los políticos presionados por enfadados trabajadores, en realidad su efecto es aumentar los precios para los consumidores.

En 2012 hubo una oleada de indignación cuando neumáticos baratos producidos en China inundaron el mercado estadounidense, poniendo en peligro la viabilidad de los productores domésticos.

El presidente Barack Obama respondió con aranceles correctivos, para hacer que China "cumpla las reglas".

Las medidas proteccionistas fueron bien recibidas en Estados Unidos, pero un estudio del Instituto Peterson estableció que los aranceles implicaron que los consumidores estadounidenses pagaron US$1.100 millones más por sus neumáticos en 2011.

Cada puesto de trabajo salvado costó en la práctica US$900.000 y muy poco de eso alcanzó los bolsillos de los trabajadores.

Batalla por el libre comercio

Con los beneficios económicos y sociales del libre comercio siendo cada vez más atacados, los defensores de la globalización han intentado lanzar un contraataque.

Los ingresos promedio de los más pobres aumentaron, afirma el Banco Mundial.

"Durante seis décadas tras la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento sin precedentes del comercio de bienes y servicios y la expansión espectacular de la inversión extranjera directa fueron impulsores poderosos del mejor medio siglo de la historia humana", dice Gary Hufbauer.

El Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y el Fondo Monetario Internacional han convertido este tema en una parte central de sus reuniones en Washington durante esta semana.

Para enfatizar este argumento, el Banco Mundial ha publicado un estudio en países desarrollados que muestra que los ingresos promedio del 40% más pobre de la sociedad aumentaron entre 2006 y 2013, a pesar del impacto de la crisis financiera.

También parece que los políticos se están dando cuenta de que la desigualdad y el estancamiento económico, sean cuales sean sus causas, deben remediarse.

"Creo que hay una toma de conciencia en países ricos y entre las élites de que la globalización tiene problemas", dice Branko Milanovic, un economista cuyo trabajo sobre la desigualdad de ingresos ha potenciado gran parte del debate.

"Se dan cuenta de que para su propia supervivencia tienen que ocuparse de ellos".

Puede ser que los problemas que surgen de este descontento hayan sido diagnosticados, pero las soluciones no son obvias ni fáciles de aplicar.

Los críticos dicen que los beneficios de la globalización han llegado solo a unos pocos.

"Muchos de los beneficios de la globalización los ha disfrutado un grupo relativamente pequeño dentro de cada país", afirma Andrew Lang, de la London School of Economics.

"La pregunta no es si hay beneficios en la globalización, porque es evidente que sí. La pregunta es sobre quién se está beneficiando de esos beneficios", dice Lang.

Parte del enfado puede disiparse si el crecimiento económico deja de situarse de manera obcecada en esa trayectoria plana, aumentado los ingresos en todo el mundo.

"Para ayudar a solventar esos problemas, hay que activar la economía mundial. Los gobiernos tienen que comprometerse a aprobar paquetes de estímulo fiscal para hacer que sus economías marchen de nuevo", afirma Gary Hufbauer.

Branko Milanovic apunta al éxito de políticos en el pasado cuando intentaron dar la vuelta a economías débiles que parecían intratables.

"No es imposible hacerlo", opina.

"Thatcher y Reagan consiguieron cambios en periodos de tiempo relativamente pequeños: un periodo presidencial de cuatro años debería ser suficiente para empezar a marcar la diferencia".

Críticas de la izquierda y la derecha

Los oponentes de la globalización y el comercio mundial creen que sus movimientos están provocando avances.

Las negociaciones del TTIP parecen estar detenidas, las elecciones en Estados Unidos cuestionan el futuro del Acuerdo Transpacífico y el número de acuerdos de libre comercio ha caído.

Hay un amplio coro de desasosiego que insiste en oponerse al libre comercio.

Con voces en la derecha y en la izquierda políticas que cuestionan los beneficios de la globalización, hay una amplia base para el descontento.

Puede ser que la globalización esté bajo asalto en todos los frentes, pero sus defensores insisten que su resurgimiento es la única forma de aliviar el descontento que ahora está potenciando su falta de popularidad.

Publicidad