Como firma estatal, la Empresa Nacional del Petróleo (Enap) siempre ha sido un gran dolor de cabeza para el fisco. En 2018, la compañía tuvo pérdidas superiores a los USS 200 millones de dólares, arrastrando un nivel de endeudamiento que superaba largamente su capacidad de generar recursos.
En ese contexto, el Presidente Sebastian Piñera eligió a una mujer de su máxima confianza, la abogada Loreto Silva, ex ministra de Obras Públicas, para que liderara los próximos pasos de la entidad, y ella se comprometió a tomar medidas para que ENAP dejara se ser un problema para el gobierno: “Había que hacer una transformación rápida o la compañía simplemente no es viable”, dice el gerente general Andrés Rocatagliatta.
La consigna autoimpuesta fue trabajar con la idea de generar números azules, si bien la situación del sector no ha demasiado calma: contexto de menores precios de petróleo y gas, y reducciones drásticas de los márgenes de los productos finales. Pese a eso, Enap confirmó en sus estados financieros, que entregó anoche a la Comisión para el Mercado Financiero, una utilidad de US$ 4,8 millones después de impuestos, una situación positivaconsiderando las pérdidas de la compañía 2018: US$ 231 millones.
“Podría ser un número más considerable, viniendo de una empresa de este tamaño, pero siempre es bueno, sobre todo en estas circunstancias de crisis, que una empresa que en el pasado ha tenido constantemente pérdidas, que gane algo”, dice un economista conocedor de las cifras de la firma, que recalca que lo esencial es ver si este escenario es permanente, o producto de una situación puntual.
Desde la empresa, sin embargo, aseguran que los resultados se deben a mejoras de productividad, tanto en las refinerías como en la línea de Exploración y Producción de la compañía, logrando producir más de 12 millones de metros cúbicos de combustibles finales, algo que dicen no ha ocurrido en 70 años.
Éste no será un año sencillo para ninguna empresa, tampoco para ENAP, que produce casi la totalidad de las gasolinas que se utilizan en Chile y que hoy también está bajo presión para que el COVID 19 no ponga en peligro el suministro de combustibles.
Para minimizar cualquier riesgo de desabastecimiento lo crucial ha sido la protección de los trabajadores, recalcan en la firma. Del total de los cerca de 3.000 empleados, 1.048 están haciendo teletrabajo. Para el resto, se han establecido estrictos protocolos de seguridad, sobre todo para aquellos empleados de quienes depende la operación, para lo cual la compañía a partir de esta semana comenzó los “pilotos” con turnos 7x7 aislados en las refinerías: unas 50 personas instalados en infraestructuras con camas, para probar que todo esté en funcionamiento, ver mejorar y estar preparados para los eventuales momentos críticos que podrían generarse las próximas semanas, algo que se encuentra monitoreando un comité de crisis que se creó al comienzo de lapandemia, el cual sesiona todos los días y define las estrategias a seguir.