Por Sandra Burgos y Cristián Rivas
Para nadie es un misterio la crítica situación financiera por la que atraviesa la estatal Codelco, como consecuencia del bajo precio internacional que experimenta el cobre desde hace ya varios meses, y que hoy lo tienen navegando levemente por sobre los US$ 2,1 por libra. El presidente ejecutivo de la compañía, Nelson Pizarro, lo dibujó claramente ayer con su frase “no hay plata viejo, entiéndeme, no hay un puto peso”, pronunciada en el marco de una presentación donde describió el esfuerzo diario de la compañía por controlar sus costos y gastos.
Pizarro lo viene diciendo desde que asumió la presidencia ejecutiva y enfrentó la situación más severa que ha vivido Codelco, pero este viernes, cuando entregue los resultados de la compañía del segundo trimestre de este año, enviará varios mensajes que a varios dejará incómodos.
Lo primero será aclarar que cuando dice que no hay un peso para nada, significa no sólo que no hay recursos en las arcas, sino también que eso significa que no hay espacio para fallar operacionalmente. “Eso implica que se debe ser asertivo en las decisiones mineras y que trabajadores, gobierno y el país entero, no puede pedir a Codelco lo que no tiene”, señala un cercano a la compañía.
El discurso de Pizarro será uno de los más duros que pronuncie. Porque a los trabajadores les dirá que tienen que esforzarse al máximo, que no pueden seguir pidiendo condiciones que hoy no se condicen con la realidad, que no pueden amenazar con huelgas porque no habrá dinero para pagar bonos.
Y para que no se crea que está exagerando o que “juega con el tejo pasado”, Pizarro abrirá como nunca las cifras de la compañía y mostrará donde están todas las operaciones deficitarias y dirá que no hay espacio para hacerse cargo de una división deficitaria.
El presidente ejecutivo dirá este viernes que se deben ajustar las expectativas y que esto es producto de años de cerrar los ojos “echarle para adelante”, lo que terminó con una compañía altamente endeudada, y justamente en los años en que más dinero ganó.
Cercanos a Codelco señalan que el discurso ya está listo y que será sin duda el más fuerte que haya dado un presidente ejecutivo desde que se tenga memoria.
El escenario que compromete a bonistas
Bajo todo este escenario de presiones económicas, la compañía anunció ayer la emisión de un bono por 10 millones de Unidades de Fomento, equivalente a unos US$ 390 millones, operación que se realizará este mismo jueves en el mercado local. La idea es utilizar esos recursos en partes iguales para el pago de deudas y el financiamiento de las inversiones que tiene en marcha.
Como parte del prospecto entregado a la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), la cuprífera describe a sus potenciales inversionistas un escenario que todavía enfrentará una situación crítica el próximo año, con un precio promedio del cobre que continuará bajando respecto de este ejercicio, pero que no llegaría a caer, como promedio anual, por debajo de los US$ 2 por libra.
Eso sí, como no hay mal que dure cien años, la firma recalcó en el roadshow y la presentación ampliada realizadas este lunes y martes, que a partir de 2018 y 2019 el precio comenzará a elevarse para alcanzar en 2020 un monto superior a los US$ 2,4 por libra, principalmente porque a medida que avanza la década la producción de cobre del mundo no será suficiente para satisfacer el crecimiento de la demanda.
Énfasis en mayor demanda futura
La compañía describe a los inversionistas que los fundamentos de largo plazo del metal “siguen siendo atractivos”. Esto se fundamenta en ideas como que el aumento de la población en 1.200 millones de personas hacia 2030 —con más del 90% viviendo en ciudades—, favorecerá el consumo de cobre en un amplio universo de productos, y menciona, por ejemplo, que el parque automotriz hacia esa fecha sumará 500 millones de vehículos adicionales, que lógicamente tienen un uso intensivo del metal en sus piezas.
Además, la firma dice que China seguirá liderando el consumo de cobre, con más del 65% del crecimiento de la demanda entre 2014 y 2025, sumando unos 3,8 millones de toneladas, las que se usarán en redes eléctricas, urbanización, telecomunicaciones y bienes durables.
US$ 1.200 millones de menores costos
La firma recalca además que continuará adelante con su política de austeridad, comprometiéndose a sumar US$ 1.200 millones en ahorros entre este año y 2018. En el mismo período, dice que continuará reevaluando todos sus proyectos de inversión, tanto en timing como en diseño, con el objetivo de reducir sus inversiones en US$ 2.000 millones. El plan original de inversiones de la firma en esos años comprometía recursos cercanos a los US$ 13.000 millones y tras los ajustes, la cifra superaría levemente los US$ 10.000 millones. “Se están analizando reducciones adicionales para los próximos años”, plante la compañía en la presentación adjunta al prospecto de emisión de bonos.
En este momento la estatal tiene una deuda financiera total de US$ 13.800 millones, principalmente con bonistas internacionales. La firma asegura que su política de financiamiento considera los apalancamientos necesarios para mantener su rating en grado de inversión y recuerda que en 2014 se promulgó una ley para capitalizarla en US$ 4.000 millones entre 2014 y 2018, ya sea reteniendo utilidades o a través de la entrega de recursos frescos desde Hacienda, de los cuales sólo se han girado US$ 800 millones entre 2014 y 2015.
Para este año, Pizarro sostuvo hace unos meses que la necesidad de recursos de la estatal sería de US$ 3.000 millones, de los cuales, unos US$ 800 millones deberían ser aportados por Hacienda, aunque todavía no es seguro el monto que podría ser autorizado desde Teatinos 120, desde donde ha trascendido que el aporte no podría ser mayor a US$ 400 millones.
Este viernes la firma tiene planificado divulgar sus resultados al primer semestre, donde explicaría que con su salida al mercado del jueves ya estarían más o menos cuadradas sus cuentas para este año. Su previsión es que dejando fuera la depreciación y amortizaciones, que son recursos que quedan al interior de la empresa por un efecto contable y que este año se situarían en torno a US$ 2.200 millones según una fuente de la estatal, con los US$ 800 millones que sumarían los aportes del Estado más la colocación de bonos, se alcanzarían los US$ 3.000 millones requeridos.