por Karim ABOU MERHI / Ian TIMBERLAKE

AFP

Las negociaciones para encontrar una salida política en Siria y Yemen, además de los retos derivados de la caída de los ingresos petroleros, dominarán los debates de la cumbre anual de las monarquías del Golfo, este miércoles y jueves en Riad.

Esta 36ª cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) coincide con una reunión, también en Riad, de grupos políticos y militares de la oposición siria que intentan unificar posiciones.

También se reúne después del anuncio de negociaciones de paz a partir del 15 de diciembre en Suiza entre las partes rivales de Yemen.

Los conflictos sirio y yemení exacerban la rivalidad regional entre Irán (chiita) y Arabia Saudí (sunita), el país más influyente de los seis del CCG que componen también Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Catar.

"Esta cumbre llega cuando el Golfo vive uno de sus años más cruciales", estima Farea al Muslimi, experto que colabora en el centro Carnegie para Oriente Medio.

Su "principal desafío será, como siempre, intentar presentar un frente unido en las cuestiones estratégicas en la región", precisa Neil Partrick, autor de un libro inminente sobre la política exterior de Riad.

La mayoría de los países del Golfo se alinean en general con las posiciones de Riad, que acogió con reservas el acuerdo nuclear suscrito en julio pasado por Irán y las grandes potencias. El sultanato de Omán es el único estado del CCG que tiene buenas relaciones con Teherán.

Arabia Saudí también acoge este miércoles y jueves a facciones políticas y grupos armados sirios para intentar forjar una plataforma común de cara a eventuales negociaciones con el régimen del presidente sirio Bashar al Asad, siguiendo un proceso internacional acompañado de un calendario lanzado el mes pasado en Viena.

La mayoría de las monarquías del Golfo y de los opositores sirios exigen que abandone el poder el presidente Asad, al que tienen por responsable de un conflicto que ha causado más de 250.000 muertos desde 2011 y el éxodo de millones de personas.

Enquistamiento en Yemen

Neil Partrick recuerda que Arabia Saudí y Catar apoyan a los grupos rebeldes en Siria, sobre todo del mundo islamista, y anticipa un "respaldo general" del CCG a la oposición siria y a unas negociaciones con condiciones con el régimen de Asad.

El presidente sirio cuenta con el apoyo de Irán y de Rusia, que hace dos meses empezó a bombardear desde el aire a los grupos rebeldes en Siria, en paralelo con los operativos aéreos desde hace un año de una coalición internacional liderada por Estados Unidos.

Los países del CCG, que se habían asociado a la campaña a área en Siria, han reducido sensiblemente su participación la pasada primavera para concentrarse en Yemen. Dirigidos por Riad, formaron una coalición en los aires y en suelo para apoyar al presidente Abd Rabbo Mansur Hadi, confrontado a los rebeldes chiitas hutis, aliados de Teherán.

El conflicto se encuentra enquistado en Yemen, donde los grupos yihadistas de Al Qaida y Estado Islámico aprovecharon el caos para avanzar sus peones en varias regiones, entre ellas el sur.

La presidencia yemení anunció el martes que un alto el fuego de siete días, eventualmente renovable, podría entrar en vigor en cuanto se abran el 15 de diciembre en Suiza unas negociaciones "directas" con los rebeldes hutis y sus aliados, auspiciadas por la ONU.

La cumbre del CCG debería manifestar su respaldo al proceso político y reiterar la legitimidad del presidente Hadi, según los expertos.

En el frente económico, todas las monarquías del Golfo afrontan el desplome de los precios del petróleo, lo que les obliga a recurrir a sus reservas de divisas para financiar su gastos público.

Desde junio de 2014, los precios del crudo se que dado en menos de la mitad y el Fondo Monetario Internacional prevé una reducción de 275.000 millones de dólares de ingresos de los países del CCG en 2015.

Los bajos precios del crudo (en torno a 40 dólares el barril) "deberían movilizar a los dirigentes del CCG" hacia una integración económica y de desarrollo conjunto en materia de infraestructuras, estima Jane Kinninmont, experta del instituto Chatham House.

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