AFP

Impuestos, gasto público, proteccionismo: en relación a la economía, los dos candidatos a la Casa Blanca tienen visiones radicalmente opuestas. Hillary Clinton representa la continuidad, mientras que Donald Trump seduce o asusta con sus propuestas radicales.

Aunque numerosos economistas del mundo académico, incluso de agencias calificadoras, se alarman del "peligro" que representa Trump para la prosperidad estadounidense, no faltan pequeños empresarios así como inversores que estiman que los planes del candidato republicano serían beneficiosos para la economía.

En momentos en que los sondeos los colocan codo a codo a pocos días de la votación, se podría decir que "Wall Street es pro-Clinton y Main Street (las Pymes) son pro-Trump", resumió recientemente Steve Odland, del Committee for Economic Development (CED), un instituto empresarial de estudios político-económicos.

Esta ambivalencia se refleja en una encuesta realizada por la cadena CNBC la semana pasada, que interrogó a medio centenar de economistas y operadores financieros de Wall Street: 82% piensa que Clinton ganará, pero 46% contra 39% estima que a pesar de todo la política del magnate inmobiliario favorecerá la economía.

Otro sondeo realizado en octubre por Pepperdine/Graziadio Business School de Los Angeles a 1.353 pequeños empresarios del país mostró que una mayoría de ellos prefiere a Trump por sus posiciones sobre el seguro de salud (55% contra 45% a favor de Clinton), así como sobre los impuestos (66% contra 34%) y el comercio (55% contra 45%). 

Déficit y desregulación 

El proyecto económico del candidato republicano propone reactivar la economía, reduciendo el déficit y flexibilizando las regulaciones. 

Promete 3,5% a 4% de crecimiento (contra 1,8% proyectado para 2016), reduciendo el impuesto a las empresas de 35% a 15% y bajando los tributos de los contribuyentes más ricos (con la franja más elevada pasando de 39,6% a 33%), lo que sin embargo incrementaría fuertemente el déficit presupuestario.

También promete renegociar los acuerdos comerciales, suprimir la ley Obamacare de seguro de salud y erigir un muro para detener la inmigración.

El plan de la exjefa de la diplomacia es, por el contrario, más redistributivo, inscribiéndose en la continuidad de la política del presidente Barack Obama. 

Clinton planea aumentar los impuestos a los más ricos, elevar el salario mínimo federal, facilitar la gratuidad de las universidades locales para los sectores más pobres y reformar solamente el programa Obamacare. También se incrementaría el déficit pero en menor medida.

Pero Trump alarma al mundo académico: al menos 370 profesionales y expertos universitarios en economía, incluidos premios Nobel, firmaron una carta abierta publicada en el diario The Wall Street Journal llamando a "elegir a otro candidato" en lugar del magnate, quien, según ellos, representa "una opción peligrosa y destructiva para el país".

"Desinforma al electorado, erosiona la confianza de la opinión pública en las instituciones con teorías conspiratorias y mantiene deliberadamente ilusiones, en lugar de estar a tono con la realidad", agregan los académicos.

El propio FMI está alarmado por el espectro del proteccionismo que -de Trump a Brexit- "amenaza al crecimiento mundial".

El estilo de un promotor inmobiliario 

Para Steve Odland, del CED, el estilo agresivo de Trump puede seducir en algunos medios empresariales, porque reproduce la táctica de los promotores inmobiliarios que presionan para concluir "acuerdos" negociando duro a partir de propuestas ultrajantes.

"En el comercio, uno debe negociar con esos promotores. Son verborrágicos e intensos. Encaran las cosas de una manera que realmente puede parecer delirante", explicó este exempresario de grandes cadenas de distribución a la cadena CNBC, agregando que Trump "enfrenta la geopolítica de esta manera".

Según analistas de Capital Economics, una victoria de Trump "podría no aportar los cambios radicales que se temen".

"Probablemente, llegado al Salón Oval, deba flexibilizar su retórica, principalmente en lo relativo al comercio y a su política presupuestaria", frenado por el Congreso, afirman.

En lo inmediato, un triunfo del candidato republicano, principalmente si surge de una elección reñida, con recuento de votos, como sucedió en 2000 en Florida entre Al Gore y George W. Bush, hará caer a Wall Street.

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