Por Benjamin HAAS
AFP
Los viticultores chinos contratan cada vez más a expertos extranjeros como José Hernández, un chileno que trabaja en la región de Ningxia y que teme que la imitación de vinos europeos desacredite un sector en pleno auge.
China tiene la mayor superficie de viñedos del mundo por detrás de España y sus viticultores sueñan con convertirse en líderes mundiales por la calidad de sus vinos.
Pero según los expertos, para alcanzar este objetivo tendrán que innovar y no sólo imitar los productos europeos o del "nuevo mundo".
La primera vez que entró en un viñedo de la región de Ningxia, en el norte de China, José Hernández descubrió una extraña mezcla de material de última generación y viejas ideas francesas sobre la vinificación.
Este chileno formaba parte de un grupo de unos cincuenta viticultores extranjeros que participaban en una competición auspiciada por las autoridades. Cada profesional trabajaba con un viticultor local con la esperanza de mejorar la calidad.
"Los vinos tienen potencial, algo especial, pero de momento la mayoría de explotaciones copian el estilo de Burdeos. Los países de Sudamérica hicieron el mismo error hace 20 o 30 años", explica Hernández, que ha trabajado en Argentina, España y en su Chile natal.
La región de Ningxia es una de las últimas en China que se ha lanzado a fabricar vino, aunque muchos de los que trabajan en las explotaciones nunca lo han probado porque la comunidad hui, muy numerosa en la zona, es musulmana y prohíbe consumir alcohol.
Las explotaciones, en manos de la etnia han, mayoritaria, son inmensas, equipadas con las últimas tecnologías, barricas de roble importadas y lujosas salas de degustación.
Pero José Hernández advierte que el dinero no basta. "Las explotaciones agrícolas de Ningxia creen que hacer vino es más o menos como fabricar coches, se meten uvas por un lado y sale vino por el otro".
La mayoría de viticultores de la región usan cabernet, una uva que da vinos de alta graduación con toques de madera. Pero los expertos extranjeros creen que se adaptaría mejor al terreno una uva de tipo marselan —cruce de garnacha y cabernet sauvignon— que da un vino más especiado y afrutado.
Buscar un estilo propio
"Es importante desarrollar su propio estilo porque esta región es muy diferente de Burdeos o de cualquier otra en el mundo", dice Carsten Migliarina, un sudafricano que trabajó en Francia y ahora produce vino en la zona de Stellenbosch, en su país natal. "Seleccionador la variedad correcta tomará su tiempo", advierte.
La primera explotación vitivinicola en China data de 1892 pero la producción de vino no empezó a desarrollarse hasta hace 15 años. El país tiene ahora 799.000 hectáreas de viñedos, principalmente destinados al consumo de la uva, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV).
El contexto actual es favorable al vino producido en China porque la campaña anticorrupción del presidente Xi Jinping ha hecho caer el consumo de productos de lujo importados, entre ellos el vino.
"Las botellas que cuestan decenas de miles de yuanes se han visto muy afectadas por la reglamentación anticorrupción", explica Cao Kailiang, director ajunto de la oficina de bosques, responsable de la gestión de los viñedos. "Los vinos de Ningxia sólo cuestan algunos centenares de yuanes, no se trata de productos de lujo, están al alcance de la gente normal", asegura.
A pesar de que algunos grandes grupos internacionales, como los franceses Pernod-Ricard y Moët Hennessy, tienen viñedos en la zona, China tiene todavía mucho camino por recorrer porque está en el octavo puesto mundial de países productores, con 1.100 millones litros producidos en 2014, cuatro veces menos que Francia.
Además el mercado es casi inexistente porque la mayoría de chinos no beben vino y prefieren la cerveza o el "baijiu", un alcohol blanco fuerte que puede llegar a tener hasta 72°C.
Y los que beben vino prefieren botellas importadas, dice Mariano Larrain Hurtado, propietario de una tienda de vinos en Pekín. "El problema con los vinos chinos no es el sabor, es el precio", explica, porque los vinos son demasiados caros, "con precios que no corresponden a la calidad".
Por el momento, producir vino sigue siendo muy caro. En Nangxia, por ejemplo, hay que enterrar las vides en invierno para protegerlas del frío y emplear a un gran número de trabajadores, lo que aumenta el coste.
"Para tener grandes vinos chinos todavía habrá que esperar entre cinco y diez años", vaticina Larrain.